Marta Jiménez Serrano, escritora
«El amor son dos relatos que coinciden… hasta que dejan de coincidir»Marta Jiménez Serrano, escritora
«El amor son dos relatos que coinciden… hasta que dejan de coincidir»La pareja que se conoce echando un pitillo a la puerta de un bar. El adolescente que se enamora en clase y no sabe cómo desprenderse de la presión de su grupo de amigos. La niña pija que conoce a un chaval de clase baja. ... Los ex que se olvida de que fueron ex. Los que comienzan una historia con una hija de la relación anterior. Son algunos de los protagonistas de 'No todo el mundo', el libro de relatos (editorial Sexto Piso) en el que Marta Jiménez Serrano disecciona el amor en un Madrid contemporáneo donde las parejas ya no solo tienen en común el alquiler, sino la cuenta de spotify. La escritora presentó recientemente el libro en la librería vallisoletana El Rincón de Morla.
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-En la contraportada del libro, Alejandro Zambra dice que estas son historias de amor contemporáneo. ¿Por qué contemporáneo? ¿Que es hoy el amor que no fue hace años?
-En muchas cosas, el amor no ha cambiado nada a través de los siglos: lo nerviosos que nos ponemos antes de ver a quien nos gusta o lo tristes que nos quedamos cuando se va son sentimientos que siguen igual. Pero la pareja como estructura ha sufrido muchos cambios a lo largo de la historia. El matrimonio no tenía nada que ver con el amor, por ejemplo. Ahora sí, ahora el amor, la pasión y la amistad deben confluir en la pareja. Además, los cambios sociales, como la independencia económica de la mujer, han tenido un gran impacto en las relaciones
-Pero, en realidad, el libro más que historias de amor, son historias de parejas.
-Claro, de parejas que viven todas esas cosas que caben dentro del amor: el desamor, los celos, la culpa, la inseguridad, el miedo, el fracaso…
-Son relatos contados no siempre (no especialmente) desde un nosotros (donde la pareja camina siempre al mismo ritmo), sino desde la experiencia de cada uno de ellos (que a veces coincide, pero en ocasiones va por caminos no siempre paralelos).
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-Me interesaba ese juego de perspectivas, porque el amor al final son dos relatos que coinciden, hasta que dejan de coincidir. Una historia también es como nos la relatamos, y habrá algo que confluya entre los dos, pero al mismo tiempo cada uno tendrá su vivencia. No son cosas excluyentes, sino complementarias: la vivencia de ambos en común, y la vivencia de cada individuo por su cuenta.
-En varios relatos habla sobre los rastros, cómo nos contaminamos de los gestos de los otros (cómo comer un helado, abrir un botellín). ¿Qué queda de nosotros en los amores que fuimos?
-¡No lo sé! Muchas veces quedan muchas cosas, también por contraindicación: precisamente aquello que fuimos ya no queremos serlo más. Con esos rastros me interesaba hablar de que no partimos de cero. Las historias de amor en la ficción a menudo se cuentan como si los amantes no tuvieran un pasado, y el pasado (y el contexto) está ahí y juega un papel.
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-Hay un personaje que dice: «Hablamos de cómo había que pasar por el amor para entender que el amor no existía».
-Muchas veces quien llega a ese punto cínico de decir «el amor no existe», en realidad acaba de constatar que sí, que existe, y desde ese dolor habla.
-El lector, ante muchos de los relatos, se posiciona. Ante el comportamiento de un personaje, piensa: 'No hagas eso, no digas eso...' ¿Por qué se ve más claro qué hacer cuando no eres el que estás metido en la relación?
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-¡Consejos vendo y para mí no tengo! Jajaja. Cualquier cosa se ve mejor desde una cierta distancia, y ni siquiera hace falta ser el que no está dentro de la relación. Muchas veces los que están dentro de la relación, por un lado saben que hay cosas que no deberían ser así o que no están funcionando, pero, por otro lado…
-¿Cómo nace este libro como tal?
El primer relato que escribí fue 'Cuando yo la conocí'. Cuando tenía tres o cuatro relatos escritos, vi que había una mirada, un tono, un tema común, y a partir de ahí seguí trabajando ya con idea de conjunto.
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-Uno de sus personajes es Dolores Castillo, una mujer de 73 años que se enamora y tiene que conservar ante sus hijos y nietos su intimidad.
Es una historia que me costó mucho contar, pero que me alegro mucho de haber contado: creemos que los mayores (y más las mujeres) no tienen intimidad, secretos, relaciones personales o sexo. Esto ha pasado siempre, hace no tanto con 30 años una viuda o divorciada era una mujer a la que se le había acabado la vida. Hemos ido comprendiendo que a los 40, los 50… también te puedes enamorar. Hay que seguir subiendo la edad hasta el final, y no tratar a los mayores con condescendencia.
-En los encuentros con los lectores: ¿se le acercan diciendo yo tengo una historia como esa que cuentas?
¡Sí! El otro día se me acercó una mujer que llevaba 30 años con su marido y me dijo: yo he sido todas las historias. También me pasa mucho que llegan y me dicen «me han gustado mucho todos los relatos, menos este». Y, cuando indago, resulta que el que no les ha gustado es, en realidad, el que les ha incomodado, el que ha tocado hueso. Es un libro muy delator.
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