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Sintió una temprana fascinación por los Estados Unidos con la música como principal atractivo. Luego, Santiago Rodríguez Guerrero-Strachan se dejó seducir por la literatura americana. El profesor del departamento de Filología Inglesa de la Universidad de Valladolid ha publicado sus apuntes poéticos y fotográficos ... de dos décadas cruzando el charco (entre 1994 y 2015) en 'Donde los pájaros vienen a morir' (Difácil). Una América insólita, en blanco y negro, con banda sonora asoma en en el libro.
«Desde los nueve años, desde la muerte de Elvis, empecé a escuchar música americana. A partir de los 16 me fijé en la de los años cincuenta y fui ampliando hasta los setenta. Estados Unidos ha creado una mitología con la música, sin querer quizá. Creo que las generaciones de los 60 hasta los 80 nos socializábamos con la música», explica Guerrero-Strachan. Por eso fotografía el silencio de un café vacío que por la noche se transmuta a ritmo de jazz o la banda de músicos casi octogenarios ajenos a las limitaciones cuando tocan. «La música transforma la vida», escribe.
Los viajes le llevan por todo el país pero escribe de la América menos común, no le inspira la Quinta Avenida neoyorquina, «me da pereza». Lavanderías, pick-ups, patios de traseros que son trasteros, trenes de mercancías que parten el horizonte, señales de rutas archiconocidas, ingrávidas escaleras de emergencia en los edificios de ladrillo, moteles remotos, hay un costumbrismo retratado desde el asombro y la curiosidad. «Todo es normal o todo es extraño: dos modos de mirar el mundo, la realidad», escribe en una de sus entradas.
«Hay fotos de Chicago, de Memphis, de un festival folk que encontramos, de Nueva Orleans, de Nuevo México y Los Angeles. Bastantes de Boulder (Colorado) donde estuve varios meses investigando», recuerda.
Y como en la música y en las estampas que inmortaliza, en la literatura le interesan especialmente los autores que reflejan el mundo local, provinciano del XIX. «Esa América profunda de ciudades pequeñas que me gustan de visita, aunque para vivir toda la vida pueden ser agobiantes». Goza con Poe, Melville, la generación Beat, Faulkner, Ford y Carver. «Yesas escritoras decimonónicas que hablan de esa América menos conocida».
En las imágenes de Guerrero-Strachan hay niños bien vestidos jugando en la playa de Santa Mónica, extravagante atuendo para ese fin, extraño blanco y negro para una estampa playera. O«una lancha motora varada en el desierto de Arizona. En un pequeño café de Nuevo México entró el shérif, como si fuera John Wayne, y todos le saludaban. En el resto del mundo Estados Unidos es visto como el colmo de la modernidad, pero allí, fuera de las grandes ciudades, hay muchos lugares anclados en los 50 y los 60». El libro avanza entre fotos y párrafos de prosa poética que ha ido condensando. Escribe a partir de las imágenes, «a veces, cuando hay dos párrafos, el segundo suele ser resumen del primero. Más importante que la escritura primera es la corrección y condensación posterior». Ahora escribe un relato largo.
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