Es una historia de resistencia numantina en el Caribe, una batalla en la que venció el David español frente al Goliat inglés y la constatación del talento estratégico de uno de los almirantes más gloriosos de la marina nacional. Blas de Lezo ha ... fascinado a historiadores y escritores. En los dos últimos años un cuarteto comandado por el guionista vallisoletano Ángel Miranda lo han llevado al cómic y también ha arrasado en este formato. 'Lezo' ha agotado su edición en la primera semana de venta, a finales de junio, y en breve sale otra nueva tirada. Ese mismo equipo trabaja en la segunda parte del cómic que completa la batalla de Cartagena de Indias, en 1741.
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Miranda ya entrenó su fórmula con el cómic histórico, 'Espadas del fin del mundo' (2016) que tuvo también una segunda edición. Juan Aguilera fue entonces el dibujante del combate entre los tercios españoles en Filipinas y los piratas japoneses en el XVI, en la batalla de Cagayán. Katanas y armaduras de samuráis guarda el Museo Oriental de la ciudad de Miranda, que además rememora la historia de otro marino sagaz, Andrés de Urdaneta. Quizá ahí comenzara la pasión de este periodista por la historia naval española.
«La vida de Lezo es una historia narrativamente muy potente que ha sido tratada desde el ensayo y la ficción. Sin embargo no había nada visual», explica Ángel. Se lo propuso al dibujante Guillermo Mogorrón, bregado en el cómic de acción que ha desarrollado en IDW, DC o Marvel durante varios años, y conocedor del mundo de la animación e ilustración para cine, publicidad y videojuegos. «Calculamos que le llevaría un año, luego fueron casi dos. Así que iniciamos una campaña de crowdfunding para recaudar lo suficiente como para pagar al dibujante». 3.000 micromecenas adelantaron su dinero y a un ejemplar asegurado han añadido peticiones antes de verlo en papel. «Ha sido un fenómeno de boca-oído. Se agotó muy rápido», señala Miranda.
Esta primera entrega cuenta la batalla hasta que los ingleses entran en la Fortaleza de Bocachica. Aquel avance era parte de la ofensiva británica que aspiraba a controlar los puertos estratégicos del golfo de México y que venía desarrollando desde 1739 en la Guerra de Asiento. La armada española degeneraba desde hacía décadas y parecía inexorable el triunfo de Londres. En Cartagena de Indias se encuentran la flota inglesa dirigida por Edward Vernon (casi 30.000 soldados y 186 naves) y la española, a cargo de Blas de Lezo (3.000 soldados y 6 naves). El desequilibrio numérico convirtió la victoria española en la gesta que catapultó a Lezo a la posteridad.
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«Es una batalla tan mitificada que había que ir con los pies de plomo. Me sorprendió la cantidad de documentación original. Entre tanta información y la espectacularidad del sitio y de los protagonistas debíamos medirlo bien para no perdernos», apunta Miranda.
Vernon, el propagandista
Blas de Lezo «deja su cuerpo de batalla en batalla, perdió una pierna, un brazo, un ojo. Era un hombre de trato difícil, duro, un personaje maravilloso. Enfrente está Vernon, que era la antítesis; un maestro de la oratoria, muy hábil a la hora de hacer propaganda ante el parlamento inglés. Hemos usado los discursos originales y buena parte de ellos son arengas a sus soldados y a su pueblo. Pero además, hay un montón de conflictos internos, de roces entre los soldados del mismo bando, en las mismas naves».
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La intrahistoria del sitio la han urdido junto al historiador Ramón Vega. «Hemos tardado tanto en sacarlo por la continua corrección. Llegó un punto en el que le decíamos a Ramón que no hacía falta que la gaviota fuera igual que entonces». Vega es investigador y comisario en Museo Naval de Madrid. Historia del Arte Oriental y Coleccionismo.
Guillermo Mogorrón ha utilizado su pericia en la acción dibujando superhéroes para meterse en el sitio de Cartagena de Indias. «Siempre me gustó la historia y soy lector de cómic histórico pero nunca lo había abordado profesionalmente. Estaba acostumbrado a trabajar en un engranaje muy preciso y rápido, el del cómic americano en el que te lo dan todo mascado, tu eres una pieza más de algo complejo pero que te lo hacen sencillo. Sin embargo con 'Lezo' la manera de trabajar ha sido completamente distinta, el historiador revisaba el guion, luego lo que yo hacía con él, nos corregimos, avanzábamos en zig zag. Hemos cuidado mucho los detalles».
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Con tantos frentes abiertos por el guion, el reto de Mogorrón era que «el dibujo no jugara en mi contra, que no hiciera algo demasiado espectacular o llamativo que distrajera al ojo del lector de lo que quieres contar». En cuanto a los dos almirantes de la batalla, «me gusta trabajar con el contraste, de rasgos, de luz, de estatura. Sabíamos que Lezo y Vernon tenían un enfrentamiento precio desarrollado vía postal, muy elegantemente se decían cosas muy duras. Opté por dibujar a Lezo como un villano, aunque no lo fuera, así funcionaba en mi cabeza. Le hice un rostro afilado, con la cara curtida tras una vida dedicada al mar, gesto adusto, alguien que vive con el dolor constante de su ojo, en un momento en el que no hay analgésicos. Un tipo con cara de mala leche. Sin embargo a Vernon le imaginé con un trazo más redondeado, más complaciente. Ese juego de personalidades que me invento me ayuda a dibujar».
Colore cálidos
El tiempo apremiaba y Mogorrón tuvo que delegar el color, y lo hizo en su amigo Miguel Ángel Abad. También ilustrador que ha trabajado para editoriales como IDW, Boom Studios, Archaia o SPA Studios. «No lo había hecho mucho, pero era mi amigo, había una urgencia y me molaba el proyecto, así que me subí al barco. La pauta la marcó él en unas primeras páginas y yo continué su trabajo». A la verosimilitud había que añadir la necesidad de «crear una atmósfera, de que la misma sensación unificara el cómic. En el XVIII no existían los colores artificiales y vivos que existen ahora. Predominan los tonos tierra, en las páginas de la jungla , de la playa, de las plazas de los pueblos. Las películas, los grabados los cuadros que nos señalaba Vega han sido el referente», aclara Abad. Recreación verosímil sin buscar el preciosismo, buscando la comprensión visual, era el objetivo.
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Por ejemplo las escenas de la cirugía al comienzo fueron un reto para Mogorrón por la maquetación, la distribución de acción y texto, y para Abad, por el color. «La pandemia ha frenado varios proyectos, peo sigo dibujando. También hago animación, participé en 'Klaus'. Al final en este oficio tienes que tocar muchos palos».
Entusiastas del noveno arte, los creadores de 'Lezo' esperan poder vender su cómic en Francia, país europeo de referencia del sector y después a Estados Unidos para que llegue a Latinoamérica, lugar de la batalla.
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