José Luis Morante, escritor

«El aforismo es un género invisible que abraza filosofía y poesía»

José Luis Morante (Ávila, 1956) repasa en la antología 'Paso ligero' (La Isla de Siltolá) «la tradición de la brevedad en castellano (siglo XX y XXI)». Cinco años ha tardado en compilar el pasado inmediato y el presente de una forma de escritura en «crecida aluvial».

«Es un genero invisible. No ha nacido con las redes sociales, como piensa la gente, siempre tuvo tradición en Castilla. Todo el mundo dice aquello de que 'lo breve si bueno...', es un aforismo de Gracián. Unamuno, Juan Ramón Jiménez, lo consolidan. Pero parece invisible hasta para el lector erudito», explica el profesor, que ha buceado en las obras originales de los 27 autores seleccionados para extraer los mejores pecios (así los llama Sánchez Ferlosio). Los ha organizado cronológicamente.

«He dado un sentido histórico a la antología porque la literatura no nace fragmentaria sino que forma parte de una tradición y un recorrido. Comienzo en el 98, que supuso un cambio brutal en nuestra forma de concebir la vida y acabo con las redes, momento en el que hay mucho ruido y pocas nueces, cuando la ignorancia tiene campo abierto a la opinión y faltan filtros. Hay que distinguir entre el texto escrito y la oralidad, que nace asilvestrada y hace que la flor de un día parezca un rosal», cuenta quien ha dedicado otras antologías a 'Aforismos e ideas líricas de Juan Ramón Jiménez' y '11 aforistas a contrapié'.

Reconoce que «las redes han despertado una literatura de urgencia que da paso ligero a las ideas. En una sociedad global como en la que vivimos el titular tiene mucha importancia, es un signo de estos tiempos. Sí hay una eclosión digital de aforistas pero no podía incluir a decenas cuando de solo incluyo a dos representando 30 años, Unamuno y Machado. Hay nombres hoy que tienen mucho recorrido aún, del XXIsolo han pasado 24 años».

Una de las autoras incluidas, Carmen Canet (1955), define así «la destreza del aforista»: «es jugar con cuatro bolas: El arte del matiz, el arte de envolver, el arte del acabado, el arte de descifrar el silencio». Para Morante el aforismo es «el abrazo entre la filosofía y la poesía». Esas «luciérnagas», «destellos» o «relámpagos», como los definen los escritores, «buscan una idea concisa, bien construida en un lenguaje poético donde nada sobre, que sea esencial y natural», prosigue el profesor, que en su recorrido histórico se encontró «con el aforismo filosófico en Unamuno y Machado, con el poético en Juan Ramón Jiménez, irónico en las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Era como ir desbrozando en los jardines de la heterodoxia. No hay una única codificación, sino una orientación anfibia y plural, como un género entre la tierra y el agua. Suma un poco de filosofía y un aspecto formal del lenguaje que buscar decir de manera precisa y bella».

Buena parte de los aforismos cristalizan en pesimismo histórico, melancolías íntimas. «Creo que la filosofía nace de la insatisfacción del autor, de intentar encontrar un sentido a la vida. Gracián deja constancia en sus aforismos de la desconexión entre vida y religión, entre vida y política», reflexiona Morante. «En los casos de Unamuno y Machado es evidente. Sus biografías son proclives a la queja, dejan entrever un desconcierto interior. Parece que el aforismo nace de la insatisfacción, de la ilusión de vivir en la caverna y ver solo sombras mas que al realidad».

Para Fernando Menéndez «la noche es un bordado de pensamientos», manantial de ideas, y Erika Martínez, ambos en la antología, reconoce que «cada vez que escribo un aforismo se me cae una pestaña». José Luis Morante es practicante además de teórico del género. «Era difícil explicarlo sin tener experiencia de primera mano y tras cuatro libros de aforismos creí podeme meter en un tema tan amplio y poder codificarlo». Como aforista «busco la brevedad, precisión y belleza, son las cualidades que hacen que las ideas caminen a paso ligero. Intento formular un pensamiento de la forma más hermosa posible y con validez universal». Advierte de que «no hay que confundir natural, sencillo y fácil. La brevedad no es futilidad. A veces en España lo denso parece tener más calidad que lo natural. Yo, como San Juan de la Cruz, he preferido el ruido del agua y su transparencia».

En cuanto a la recepción, José Luis considera que el género «demanda un lector gourmet. Requiere una lectura fragmentada. No se puede leer a Kant o Platón de una sentada».