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Jesús Bombín
Miércoles, 8 de marzo 2017, 13:00
En la novela histórica encuentra Jesús Sánchez Adalid (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1962) una ventana al presente, la clave para difundir pensamiento humanista a través de la literatura. Para este sacerdote que antes ejerció como juez y es uno de los escritores superventas del país, en el conocimiento del pasado se hallan los códigos para interpretar conflictos como el del fundamentalismo islámico.
Hoy a las 19:00 horas hablará en el colegio mayor Felipe II de Valladolid (edificio de los dominicos en la Plaza de San Pablo, 4) sobre En tiempos del Papa sirio, una novela anclada en el siglo VII. Fue en 2015, durante la presentación en la Embajada en Roma de su obra Y de repente, Teresa, cuando trabó contacto con un investigador que le habló de un escrito de la Biblioteca Apostólica Vaticana que aludía a los refugiados godos hispanos huidos de la Península Ibérica entre el año 711 y 714, tras la invasión musulmana. Ahí intuyó el germen de una historia que le llevó a abandonar la escritura de una novela ambientada en el siglo XIX en la que estaba inmerso.
«Aquellas familias se exiliaron en Roma y fueron acogidas por el Papa Constantinos», explica Sánchez Adalid. «Habían sido muy mal recibidos en Roma por parte de la nobleza y de la curia, que los consideraban cobardes por haber abandonado la Península Ibérica en poder del islam. Pero el Papa se compadeció de ellos y recibió al arzobispo Sisebertus. Se dice en el documento que el Papa, que era sirio, lo abrazó. Constantinus había sido un niño que huyó de Siria en el primer califato, y durante esos años cinco sirios llegaron a ser Papas y eso es interesante, cuanto más por el contexto que estamos viviendo en el mundo. Me puse a investigar los conflictos que se crearon en el siglo VII y encontré mucho parecido con el presente; aunque han pasado 1.300 años no estamos tan lejos de aquella realidad; el Estado Islámico (ISIS) está mirando a esa época directamente».
Sometimiento
En su última obra cuenta la historia de un joven sirio residente en el barrio cristiano de Damasco, «el más antiguo del mundo que sufre de golpe la decadencia que conlleva estar sometido a una cultura sobrevenida como el islam. Y todo ese mundo en 10-15 años comienza a decaer con sus monasterios, bibliotecas y catedrales que le hacían sentirse heredero de la civilización romana».
En la aparición de ese fanatismo religioso en el siglo VII encuentra «paralelismos actuales sobrecogedores» Sánchez Adalid con la tragedia que se está viviendo en Siria y, por extensión, en otras zonas del planeta. «El ISIS quiere instaurar de nuevo un imperio y se siente legitimado para ser el único intermediario entre Alá y los hombres; tienen puesto un pie en la época medieval y quieren borrar de un plumazo el pensamiento, la liberación de la mujer, las Naciones Unidas, la democracia... pensé que la novela histórica era un cauce extraordinario para hacer un viaje al pasado y comprender, pues el nuevo califato busca lo mismo. Europa se siente incapaz de entender qué hay detrás de todo esto. Leo artículos de analistas internacionales y casi todos van desencaminados. Hay detrás del ISISuna intencionalidad histórica básica, de devolver las cosas al estado inicial de hace 1.300 años cuando se establece el primer califato. El ISIS tiene puesto un pie en el siglo VII y busca derribar los pilares que sustentan nuestra civilización».
Descarta el escritor que el islam sea una religión fanática. «Conozco a muchos musulmanes que viven un islam evolucionado, acorde con nuestros tiempos; el problema es que confundimos islam con yihadismo, cuando no es una religión unitaria, tiene dos corrientes irreconciliables, chiíes y suníes, y dentro de ellas un montón de variantes».
Consciente del miedo que despierta el fundamentalismo islámico, se declara contrario al cierre de fronteras a ciudadanos de algunos países musulmanes, tal y como pretende Donald Trump. «No es la solución; estas cosas engendran temores que empobrecen muchísimo la vida y sesga la convivencia, eso pasa en una comunidad de vecinos y en la aldea global».
Con la inmigración en el punto de mira en tiempos de crisis, desde su parroquia de San José en un barrio de Mérida observa a diario Sánchez Adalid los efectos de la penuria económica. «Creo que los trabajadores sociales van a ser los grandes mediadores de la pobreza, son uno de los grandes inventos de la sociedad del bienestar; con buena ética, es una de las profesiones del futuro», augura.
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