Libreros y editores respaldan el positivo balance oficial de la Feria del Libro

La impresión que diez días seguidos de Feria del Libro han dejado entre los distintos participantes en el certamen ha sido bastante unánime: Éxito organizativo salvo por algunos aspectos a mejorar y un nivel de ventas no muy alto pero aceptable para la mayoría. En general, tanto editores como libreros se han mostrado encantados con el regreso de la feria a la Plaza Mayor la ubicación ideal para casi todos y esperanzados con su futuro, en la confianza de que se está en el camino correcto y en ediciones posteriores se terminará de consolidar.

En cuanto a las cuestiones a mejorar también hay consenso. La coincidencia en fechas con la Feria del Libro de Madrid ha sido un error que no ha logrado el objetivo esperado. Muchos echan en falta más actividades en la Plaza, algunos prefieren que se acerque su celebración a primeros de mes, cuando la gente tiene la nómina más reciente, unos pocos cuestionan la orientación de las casetas y todos, sin excepción, califican el sistema de megafonía de auténtico desastre.

Desde el Gremio de Libreros de Valladolid su presidente, Marco Antonio Blanco, asegura que la mayoría de sus asociados han salido satisfechos «salvo alguna librería, algo que suele pasar porque siempre hay alguien que pone unas pretensiones muy altas». En términos generales, señala, «todos están encantados» aunque quizá en el aspecto económico todavía no se haya alcanzado el nivel deseable. A pesar de ello Blanco estima el aumento de las ventas de su librería en torno al 45%-50% respecto a la última vez que acudió a la cita, hace cuatro años, «cuando solo éramos seis casetas, y en esta edición ha habido 27», precisa.

El portavoz de los libreros explica que también ha habido una satisfacción mayoritaria respecto a la afluencia de público, «pese a que algunos no sabían ni que había feria», indica, quejoso solo con la megafonía «un desastre» y la falta de actividades culturales en el epicentro de la Plaza Mayor. «Cuando todos ayudamos las cosas siempre acaban saliendo bien», resume Blanco.

Estrella García, de la librería Oletvm, asegura que en su empresa están «muy contentos con el cambio» y añade que las ventas «no han sido malas y han cumplido las expectativas». Cuestiona la, a su juicio, escasa información sobre las actividades de la feria, especialmente las firmas de libros, arremete con la megafonía y vaticina que la edición de 2017 «será mucho mejor, seguro».

Su colega Miguel Sánchez, de Sandoval, hace un balance «positivo» del certamen, que califica como «interesante tanto desde el punto de vista económico como logístico», entre otros factores porque «todo el mundo se ha volcado para que esta edición fuera algo especial», explica. Destaca el «amplio catálogo de actividades» organizadas aunque ha apreciado un cierto «divorcio» o desconexión entre estas y la feria, al desarrollarse en el Ayuntamiento y el Teatro Zorrilla.

En cuanto a las ventas, Sánchez estima un incremento cercano al 50% respecto a su última participación, allá por 2004, si bien, recuerda, «la feria se ha ido arrastrando los últimos años hasta llegar a la Cúpula del Milenio, que ya fue la prostitución definitiva. No iba nadie», valora, al tiempo que agradece al actual equipo de gobierno municipal su trabajo y apoyo.

Volumen de ventas

El volumen de ventas registrado entre las librerías consultadas oscila entre los 7.000 y los 12.000 euros de facturación.

Desde el lado de los editores la valoración del certamen que finalizó el pasado domingo es similar. El presidente del Gremio de Editores de Castilla y León, Ricardo de Luis, comenta que «la primera impresión es positiva sobre todo por la afluencia de público y, especialmente, la de escolares, que son los lectores del futuro» ya que, añade, la función de un evento de este tipo «no solo está en el retorno inmediato a través de las ventas, sino en acercar el libro a la población y fomentar la lectura».

Respecto al resultado económico señala que «constatamos cierta recuperación que cifra en torno al 5% respecto a 2015 en el sector pero muy lenta y muy por debajo de los datos del inicio de la crisis».

Por poner un pero, De Luis considera «mejorable el aspecto publicitario» y resalta que, en comparación con las ediciones más recientes «el libro ha ganado mucho en alcanzar la presencia social que merece y que estaba perdiendo», por lo que, concluye, «esperamos que se continúe en la dirección de hacer una feria popular que acerque el libro a la población».

José Ángel Zapatero, de la editorial palentina Menoscuarto, también se mostró satisfecho con el resultado «nos ha ido relativamente bien» como con el ambiente y la ubicación, que, señala, «es la ideal». Sin embargo critica la coincidencia de fechas con la Feria de Madrid, «que se lo come todo», la organización y publicidad de las firmas de libros y el hecho de que las casetas miraran hacia dentro de la Plaza, creando «un muro que no invitaba a entrar».

En términos semejantes se pronuncia Carlos Rod, de La Uña Rota, quien aplaude el regreso a la Plaza Mayor tras «muchos años relegada», aunque vaticina que el certamen tardará «unos años en recobrar la integración en la sociedad perdida» y convertirse «en una de las más importantes de España». Rod apreció una evolución «de menos a más» en afluencia de público y ventas, circunstancia que achaca a la falta de información sobre el evento.

Por el contrario, Jesús Egido, de la editorial Reino de Cordelia, califica las ventas de «muy flojas» y cuestiona las fechas del certamen en un doble sentido: primero por coincidir con la Feria de Madrid y, segundo, por alejarse de primeros de mes, «cuando la gente está más dispuesta a comprar porque tienen la nómina reciente». Con todo, coincide en que la ubicación es «la ideal» y en augurar a la feria «un futuro bueno a medio y largo plazo».

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