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samuel regueira
Jueves, 16 de junio 2016, 21:36
. Podría parecer un género nuevo, pero el microteatro, de novedoso, solo tiene el nombre: sainete, entremés, intermedio cómico. El formato le sirve a la perfección, además, a José Luis Alonso de Santos (Valladolid, 1942) para hablar desde su enfoque favorito, el humorístico, de sus temas predilectos; la bondad humana, lo cotidiano y la vida cercana. El escritor presentó ayer una colección de treinta de sus piezas en Microteatro (Ed. Irreverentes, 2016), en un acto donde declaró que «el teatro ha encogido en actores, escenario y presupuestos».
«El microteatro nos ha permitido tener un teatro más humilde, y es un espacio donde las pequeñas compañías encuentran su posibilidad», afirmó, y descartó que, por sus dimensiones, fuera este un género menor: «Es como la pintura, el valor de un lienzo no depende de su tamaño». El sentido del humor característico del autor de Bajarse al moro brilla aquí en diminutos destellos a lo largo de piezas como Complejo de pequeña castración, El paraíso no fue como nos lo contaron, Hare Krishna o Una pequeña confusión, entre otros.
«El humor nos permite hablar de lo más cercano con cierta soltura», aseguró un autor que ha escrito de todo y huye de toda clase de banderas: «No soy defensor de la justicia, de la igualdad, de la democracia o de la educación; tan solo de la bondad humana». Su último estreno en Madrid, En el oscuro corazón del bosque, que ya pudo verse en el Calderón de Valladolid hace algunos años, supone el eje en torno al que se publicará su próximo libro, una colección de cien reseñas publicadas en todo tipo de medios de Internet y por todo tipo de públicos, incluyendo una negativa que le tacha de empalagoso y de falso por querer defender, precisamente, esa bondad humana: «Seguiré sonriéndole a la vida y buscando, empalagoso, esa bondad en cada uno de nosotros», afirmó.
En el acto, que contó con la participación del prologuista Miguel Ángel de Rus y la gerente de la Fundación Jorge Guillén, Pilar Alonso, el escritor y director de teatro sostuvo que «el peor atributo del escritor no es ser malo, sino ser pesado», si bien consideró que ciertas obras se veían justificadas por su magnitud, como Guerra y Paz o El Quijote, «estaría bien pensar qué merece ser largo y qué debería limitarse a resultar breve, no todo tiene que ser las pirámides de Egipto». El veterano autor destacó una muletilla delatora: «Cuando un autor mete un a propósito, y empieza a narrar cómo se construyó una catedral o qué pasa en el piso de abajo al margen de la trama principal, ese es el síntoma del estiramiento», apostilló, entre las risas del público.
«Ojo clínico»
Pilar Alonso, por su parte, quiso resaltar en el acto el «ojo clínico para la dramaturgia» de José Luis Alonso de Santos, «que le ha permitido reflexionar sobre los tiempos actuales», referido tanto en el fondo de los textos como en la forma de disponerlos sobre las tablas: «No se confíen, entre dosis de humor y dosis de humor les habrá inoculado el veneno de sus reflexiones», añadió. La gerente de la Fundación Jorge Guillén, que alberga «los papeles más íntimos» de Alonso de Santos, sostuvo también que «a día de hoy José Luis es el autor de teatro más representado en el teatro».
De Rus quiso agregar, a su vez, lo «divertidísimo» que encontraba leer teatro: «Somos directores que en nuestra cabeza le ponemos la cara y voz que nosotros deseamos a los distintos personajes», aseveró, no sin antes invitar al Teatro Zorrilla, lugar donde se celebraba el acto, a que estrenara una selección de piezas bajo estas características. También Alonso de Santos lo defendió: «Es más lógico leer una novela que el teatro, lo mismo pasa con la poesía. Pero si una obra es buena, estará igual de bien sobre el texto que sobre el escenario».
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