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David dobarco lorente
Valladolid
Viernes, 23 de abril 2021, 09:35
La imaginación es el más poderoso impulso para la arquitectura y su escala de aplicación es muy amplia, desde la mejora de un hogar particular hasta la complejidad de grandes edificios: aeropuertos, hospitales, universidades… el tiempo es su cuarta dimensión y convierte su vivencia espacial ... en testimonio visible de la sociedad en la que se produce. No permanece indiferente y posibilita expectativas de aparición de nuevos modelos cuya evolución anticipa; de modo que la arquitectura puede asumir un papel innovador, incluso revolucionario, y para ello la imaginación asume un inevitable protagonismo, incluso avanzando ideas cuya respuesta tecnológica puede tardar en concretarse. A lo largo del tiempo, la evolución de la arquitectura mantuvo un discurso básicamente estilístico, con una evolución lenta en el empleo de materiales. Pero la época de las revoluciones, tras la irrupción de la máquina de vapor, incorporó nuevas tecnologías y materiales, impulsó el desarrollo urbano y la hegemonía planetaria del ser humano, alcanzando un éxito que, dos siglos después, amenaza su propia existencia. Los últimos cien años han sido de vértigo para la arquitectura y su escenario principal: las ciudades. Pero desde visiones de algunas vanguardias a algunos edificios actuales, hay un salto similar al paso del sueño a la pesadilla, fruto del deseo de expresar el poder y la capacidad tecnológica para manifestarlo, aportando la potencia de nuevos usos de materiales (acero, vidrio, madera, hormigón) a otros nuevos (titanio, grafeno).
«Quisiera mostrar que la arquitectura de la época moderna ha salido de sus vacilaciones, que posee la técnica sana y poderosa capaz de sostener una estética, ya formulada…» Así se expresaba Le Corbusier en 1924, cuando hablaba de 'El espíritu nuevo en la arquitectura'. Presentaba lo que ya era la realidad promovida por unas vanguardias que, con independencia de diversos planteamientos estilísticos o ideológicos, compartían un mismo fin: dotar a la sociedad de una arquitectura acorde con su tiempo y el derecho a habitar espacios dignos, convirtiendo la vivienda en tipología dominante. Antes de que Stalin convirtiera en un erial la cultura soviética, su constructivismo aportó las propuestas de edificios más radicales por su marchamo futurista e innovador. Por desgracia, sus proyectos planteaban propuestas formalistas de difícil construcción y, los más icónicos, nunca se construyeron. Quedó su legado en dibujos, fotomontajes y maquetas para influir en la obra de arquitectos posteriores. Gehry podía firmar el edificio monumental para la Tercera Internacional de Tatlin… Cien años después.
Tras la crisis del Movimiento Moderno de la arquitectura, identificado con vanguardias occidentales y exportado a todo el planeta –también se llamó 'estilo internacional'– han surgido diversas tendencias en posteriores generaciones de arquitectos. En ausencia de una hegemonía estilística, en las ciudades de nuestro mundo global han surgido diversas arquitecturas: ambigüedades posmodernas, neorracionalismos, alardes tecnológicos, expresionismos formalistas… En una sociedad de imagen y espectáculo, mucha arquitectura ha sido proyectada para contribuir a ello y ocupar un protagonismo que avale diferentes formas de vivir o expresar el poder. En esta faceta destacan osadías proyectuales de equipos de 'arquitectos estrella', llamados a realizar proyectos icónicos que expresen el poder político, económico o corporativo de sus clientes. Muchos casos responden a economías emergentes, o ya emergidas, en un fenómeno que se desplaza hacia Asia, como la economía; desde antiguas repúblicas soviéticas, Emiratos Árabes, Singapur, Corea del Sur y, por supuesto, China.
La digitalización de la arquitectura aporta poderosas herramientas de diseño y cálculo, de modo que pueden afrontarse soluciones de imposible ejecución hace pocos años. Un proyecto puede definirse virtualmente en su totalidad antes de construirse, tanto exterior como interiormente, como una precisa maqueta virtual visitable, como el escenario de cualquier vídeo juego. Es una técnica generalizable (BIM), pero reducida a equipos profesionales que acceden a encargos singulares, ajenos a un mercado laboral discreto y especialmente crítico en el caso español. Esta precariedad lleva a buscar alternativas virtuales, relacionadas con el ocio (cine, videojuegos), la publicidad…
El fotógrafo y visualizador Víctor Enrich es ejemplo de ello. Su interés por el dibujo, la fotografía y técnicas de representación gráfica le llevaron a estudiar arquitectura. Llegó a ella con avanzado dominio del diseño asistido por ordenador, que le supuso encargos desde tercer curso de carrera, fundar una empresa y abandonar los estudios en quinto curso. Tras diez años, también abandonó su empresa infográfica, pero no renunció a sus intereses naturales, reforzados por seis años nómadas que ampliaron su visión. Así lo refleja la evolución de su trabajo, desde el inicial fotomontaje de edificios a la clonación en 3D desde la fotografía de entornos urbanos, como si fuera una gigantesca maqueta virtual. Después puede suceder cualquier cosa: su implantación en contextos urbanos diferentes, la distorsión de edificios existentes convertidos en 'aberraciones' ópticas o la autonomía galáctica de edificios voladores. Su trabajo 'City Portraits' refleja ese mundo fantástico, inquietante e hiperrealista. Los espíritus sensibles deben evitar sus imágenes, pues en las calles pueden amenazar edificios tentaculares, extrañas criaturas de origen extraterrestre o, simplemente, perecer aplastados por un gigantesco edificio asteroide. Enrich formaliza sus sueños y su visualización gráfica crea monstruos en contextos urbanos tópicos.
La 'realidad real', sin embargo, puede ofrecer edificios que no desmerecen de esas distorsiones visuales, con la ventaja de que podemos verlos, tocarlos y visitarlos. Sus arquitecturas suelen responder mediante volumetrías y texturas espectaculares, y donde la funcionalidad tiene valor secundario. No importa, los 'arquitectos-estrella' con su firma aportan valor mercantil; como en otros campos artísticos, su carácter intangible y restrictivo mercado añaden valor especulativo y permiten convertirlos en valor refugio. Me centraré en dos ejemplos.
Peter Eisenman es un arquitecto neoyorquino que formó parte de Los cinco arquitectos (Eisenman, Graves, Gwathmey, Hejduk y Meier) un influyente grupo surgido en 1967. A principios de los setenta, buscaban recuperar la potencia plástica del movimiento moderno y, en especial la obra de Le Corbusier, aunque la evolución posterior de cada miembro fue muy diferente. Influenciado por el filósofo Jacques Derrida, Eisenman se orientó hacia el deconstructivismo, estilo del que es el máximo representante. La visión deconstructiva crea obras esencialmente formalistas asociadas a varios arquitectos famosos (Zaha Hadid, Frank Gehry, Enric Miralles, Daniel Libeskind, etc) pero la precisión conceptual en la génesis de Eisenman es real y muy superior al resto que producen un formalismo hiperexpresionista. En 1986, varios compañeros visitamos su estudio en Nueva York, pero estaba en Verona con su proyecto de la Casa de Julieta y nos lo comentó una colaboradora. Eisenman analizaba y jugaba con plantas del centro histórico y del palacio de Julieta: cambiaba su escala, las superponía, las giraba, las desplazaba y, tras un complejo proceso, proponía una solución muy alambicada y ciertamente deconstructiva. En 1999 ganó el concurso de la Ciudad de la Cultura de Galicia en el monte Gaiás, en Santiago de Compostela, con un discurso similar: superponía a la topografía del monte el plano del centro histórico de Santiago, de modo que el resultado es abrumador en su escala y fusiona topografía y arquitectura. Por supuesto que la topografía inicial es objeto de una 'destrucción creativa', para reconstruirse con otra arquitectónica nueva, donde las calles de referencia se convierten en trincheras entre diferentes edificios de distinto uso. Hubo que hacer cambios y la ejecución es muy laboriosa, por la complejidad espacial creada, y el 'terreno cubierta' dispone de un triple sistema de cubrición, para garantizar impermeabilidad, aislamiento y el remate continuo exterior. La obra, ciertamente faraónica, se inició en 2001 con un presupuesto de 100 millones de euros y los costes se dispararon, hasta más del triple. Se han realizado inauguraciones parciales, paralizaciones y todavía no se ha concluido. Se entiende que la exuberante propuesta del concurso sea una pesadilla para la Xunta. Pero no alcanza al Parlamento de Escocia de Enric Miralles, que pasó de 40 a 431 millones de libras, algo difícil de superar.
Frank Gehry tiene la referencia de arquitecto deconstructivista pero, más que arquitecto, parece un escultor cuyas obras tienen tal escala que las convierte en habitables; además concentra su esfuerzo en la estética de sus propuestas, otros valores son secundarios. Se inició como ceramista y empezó a ser conocido casi con cincuenta años, mediante el acondicionamiento de su propia vivienda. Desde un principio se interesó por la distorsión de arquitecturas convencionales, mediante el 'collage' y la incorporación de materiales no habituales o utilizados de forma diferente o inacabada, disrupción de huecos en envolventes irregulares… Esa etapa inicial me resulta más atractiva, pero cambió su visión espacial y el Museo Vitra (1989) marca una nueva, aunque mantiene su método de trabajo. Una vez conocidos los objetivos del cliente, actúa desde su intuición formal en sus primeros apuntes y maquetas de cartulina y papel –«extiende este plano, ondula este otro, pliega el de más allá…»– hasta que encuentra un resultado satisfactorio; la infografía y su equipo de 3D están subordinados y facilitan ejecutar sus propuestas. La elección de materiales para la ejecución es fundamental para el tratamiento de la luz, ya sea exterior o interior, y por contraste entre espacios generados. El cliente que recurre a Gehry sabe lo que busca y lo que puede pasar: el proyecto será caro, pero el resultado puede variar entre la obra maestra, como el Museo Guggenheim de Bilbao, subyacente en su Premio Princesa de Asturias de las Artes en 2016, o pesadillas hechas realidad.
Al hotel de las bodegas Marqués de Riscal en El Ciego (La Rioja) puede accederse tras un giro que inicia el descenso hacia él. La vista desde arriba que ofrecían sus obras era la de un «magnífico desastre», como si alguna extraña máquina voladora de Leonardo acabara de estrellarse… el resultado final es una arquitectura tan dinámica que da la sensación de ser mutante y haber sido congelada en un momento preciso, no siempre sucede así. Resulta más inquietante la evolución desde la 'Casa Danzante' en Praga (1996) a la Clínica de Salud Mental Lou Ruvo en Las Vegas (2010). La sensación desde fuera es que quien entre en su interior si no está loco, lo estará… Pero dentro hay otros volúmenes convencionales que alojan usos convencionales. Gehry se ha negado a explicar su edificio, lo que no impide la aparición de hermeneutas que interpretan el significado de dos lóbulos cerebrales y un canal neuronal intermedio. Charles Jencks advertía que «algunas de sus obras son fracasos o muy feas, pero la gente no se atreve a decirlo por su enorme reputación». Tiene razón, pues las obras de Gehry son apuestas de todo o nada sobre la belleza y no siempre se gana… A veces, incluso da pesadillas.
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