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Hubo miseria y barbarie antes de la Guerra Civil española, hubo represaliados y vencedores, y también hubo cándidos, gentes que perdieron por intentar vivir al margen de bandos y dogmatismos. Uno de ellos es Leo, el protagonista de 'El corazón del cíclope', novela con la ... que el burgalés José Antonio Abella ha ganado el 70º Premio Ateneo Ciudad de Valladolid y que publica Menoscuarto.

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La evocación de una infancia en una familia pobre, de una cuenca minera y una comunidad agonizantes, del paso de dictadura a república, de la guerra a otra nueva dictadura, llenan los seis cuadernos que escribe Leo cuando es ya un maquis, un bandolero, un despojo para el resto de la sociedad.

En esas entregas que conforman la novela, en esos frescos históricos, crece el Leo obligado a dejar la escuela por la ferrería, el que tiene curiosidad y encuentra el modo de aprender, el solidario con los suyos y, a la vez, razonable con los contrarios. Por eso para sus correlegionarios será un 'señoritu' al que reprueban su amistad con el ingeniero alemán y sus clases en un colegio religioso. Leo sabe del declive de su familia, de la pérdida de su negocio, de la inutilidad de un piano cuando terminan viviendo hacinados en apenas dos habitaciones. Conoce el trabajo infantil, la horfandad temprana, la huelga como única protesta de los que nada tienen que perder.

Reconoce también los diamantes en esa negrura. «El carbón y los diamantes están compuestos de la misma materia, solo les diferencia la forma en que se ha ordenado. Les pasa a los hombres. Todos estamos hechos del mismo barro, aunque distintamente organizado: lo que en unos es carbón, en otros es diamante», nos dice uno de los personajes de Abella, segoviano de adopción.

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En la historia de Leo hay diamantes como su abuela Simona, que tiene el don de ver lo invisible que, al cabo, heredará él cuando se convierte en zahorí. Y es que «la rabdomancia es un arte de sosiego espiritual», el que goza por un breve tiempo. Pascualina, la joven prostituta, será otro ser de luz. También Lucía, la hija del fogonero, pese a su descarnada sinceridad, y el médico Urdón, con su entrega incondicional.

El joven apuesta por la vida, por encima de las ideas pero se ve arrollado por el acontecer y termina en una cueva, viviendo como Polifemo. A Leo le acompaña la 'Odisea' y emula a Homero/Ulises. «Escribir es vaciarme para siempre de su peso (de los recuerdos), delegar en las páginas escritas la responsabilidad de mantenerlos vivos». En cada recuerdo late la duda sobre la inocencia de las elecciones. Abella lleva gestando 'El corazón del cíclope' décadas. Está hecha con las vivencias de su tiempo de médico allí, con las historias que le contaban sus pacientes, y escrita en una prosa exquisita, adictiva y pausada. Con esta novela gana el Premio.

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