La última edad de los metales
Ovejas negras ·
Es una suerte que Erika Verzutti comparta tanto esfuerzo y tanta ocurrenciaSecciones
Servicios
Destacamos
Ovejas negras ·
Es una suerte que Erika Verzutti comparta tanto esfuerzo y tanta ocurrenciaNO es un secreto, pero la mentira del bronce sigue intacta. Y eso que el mundo entero contempló el modo en que su solidez no era lo que siempre nos ha parecido y aún parece. Gracias a la emisión satelital de la Segunda Guerra del ... Golfo, y al morbo que siempre han producido las derrotas, la audiencia no solo tuvo oportunidad de comprobar que Sadam Husein, el rampante tirano iraquí, tenía los pies de barro, sino que su estatua pública lucía unas piernas frágiles y huecas, incapaces de soportar los tirones de las sogas sujetas por la ciudadanía harta (rendida o liberada, según queramos interpretar la historia), afanada en escenificar el símbolo de su hundimiento.
Y lo cierto es que aquel Sadam inmenso y bronceado no brindó una dramática caída al suelo como la emisión en directo esperaba; una sonora y contundente colisión contra el pavimento del que pudieran saltar fragmentos y lascas a causa del impacto; algo inolvidable para los testigos directos, descriptible con rica verborrea para los cronistas de guardia, y recreable para los realizadores cinematográficos más emocionados. No. A la persistencia de los tirones de soga, la fortaleza impostada del bronce, esa que lo hace tan atractivo y tan útil, se rindió con mansedumbre cómica, con una decepcionante y práctica languidez. Aquella estatua de bronce, símbolo de la firmeza de un régimen alimentado por el miedo, arruinó, gracias a la debilidad cierta del material, la apoteósica escena final de la que había de ser última temporada del fin de la historia.
A partir de ese momento dejamos de ser los mismos. Acaso creímos, como todas las generaciones desde que Pablo de Tarso se inventó la inminencia del fin del mundo, que esta vez iba en serio. Hasta tuvimos nuestro propio 'remake' con un Fukuyama que cantaba el fin de la historia en todas las esquinas. Sin embargo, el mundo se dio cuenta de que su fin, aunque inminente y probablemente en marcha, maneja sus propios tiempos y respira a un ritmo que se nos escapa agónicamente, generación a generación, como ha de ocurrirle a las hormigas incapaces de observar el crecimiento de un árbol o a las moscas que no conciben el ciclo de la fruta.
Ya han pasado años suficientes desde aquel fundido en negro y nos hemos asomado a la inteligencia artificial, a la esclavitud digital y al desdén del humanismo como para reconocer que la civilización necesitará nuevos autores de ciencia ficción capaces de indicarnos el camino a seguir. Y no hace falta que sean precisamente autores tecnológicos, como Clarke o Verne, ni siquiera distópicos como Orwell o Bradbury, como Huxley o Atwood. Puede que necesitemos autores de ciencia ficción mágicamente prospectivos, como Cervantes, que ha sido capaz de guiar al mundo por la difícil senda del desencanto hasta hoy. En esta inacabable caída nuestra, puede que los próceres hayan dejado de subirse a los pedestales de las plazas, pero el bronce ha vuelto a conquistar la atención del arte con su solidez impostada gracias a artistas intuitivas como la brasileña Erika Verzutti, que ha optado por utilizarlo en beneficio de las formas aparentemente naturales de sus frutas imaginadas.
Verzutti sabe que sus esculturas son la huella más azarosa y entretenida de una dedicación cotidiana que busca el deleite personal. Y es una suerte que comparta tanto esfuerzo y tanta ocurrencia. Las obras de Verzutti anidan en la experiencia de cada espectador y lo invitan a jugar con las características conceptuales que hay en su memoria: plátanos de bronce, piñas y cactus más sólidos que un tirano pretérito. «Posfrutas» eternas listas para superar al mundo en edad.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.