santiago de garnica
Valladolid
Viernes, 26 de noviembre 2021, 07:21
La galería madrileña Fernando Pradilla ha presentado la tercera exposición individual del artista Alberto Baraya (Bogotá, 1968), titulada 'Automaquias y otras fábulas: expedición Madrid'. En ella, reúne una treintena de obras recientes específicamente producidas para este proyecto, y en las que el automóvil tiene ... un protagonismo especial.
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En su colección 'Autofábulas', Baraya ofrece una reflexión, a modo de ensayo visual sobre nuestra sociedad contemporánea. Propone una disertación iconográfica que toma prestada la estructura literaria de la fábula. En esta ocasión, el pintor recurre a un discurso construido alrededor de tres elementos: el paisaje como escenario de acontecimientos, los animales (nativos y exóticos) a modo de personajes que transitan, habitan y afectan a esa geografía, y los automóviles como símbolos artificiales del capricho y la necedad humanas.
Es una reflexión sobre la posesión de animales exóticos y automóviles de lujo como herramientas de ostentación y símbolos de poder. «La posesión y crianza de animales exóticos o poderosos ha funcionado desde la Antigüedad como una señal asociada a la glorificación del poder. De manera similar, el lujo y la potencia tecnológica de los autos asume, poco a poco, las funciones que otrora ejerciesen el boato de carruajes y caballos. En la serie de imágenes que aquí presento reflexiono sobre el comportamiento de diversos símbolos de poder, como los animales y los autos», subraya Alberto Baraya.
La obra supone una profunda reflexión, cargada de ironía, alrededor de las herramientas del conocimiento científico y las estructuras de legitimación de la cultura como son los museos. Su trabajo se desarrolla en proyectos abiertos que se van construyendo a lo largo de los años a modo de expediciones científicas. El artista ha construido una suerte de 'alter ego', un explorador que viaja en busca de «especímenes exóticos», tal y como lo hacían los grandes expedicionarios de los siglos XVIII y XIX y que basa su método «pseudo-científico» en aquel de la Real Expedición Botánica promovida por José Celestino Mutis en el Reino de Nueva Granada.
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Hay detalles que no pasan desapercibidos. Entre los deportivos Pegaso que pinta, está el Z-102 Berlinetta Cúpula, conocido como 'rosa de té' por su color amarillo. Este último, expuesto en un salón estadounidense, fue adquirido por Rafael Leónidas Trujillo, y Baraya, en uno de sus cuadros, sitúa irónicamente sobre su carrocería un chivo, que era el sobrenombre con el que se conocía al dictador dominicano.
Por otra parte, la Tauromaquia de Goya inspira su serie 'Automaquias'. En la segunda mitad del siglo XIX, la sociedad ilustrada debatía ya sobre la legitimidad de la fiesta. Francisco de Goya, siempre atento al sentir social y político de su época, se hizo eco de este sentimiento y en esta serie de grabados, la última que realizó, traza una historia del toreo en España desde la Antigüedad, pasando por la época del dominio musulmán, la Edad Media cristiana y el Renacimiento.
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La confluencia en estas obras de Baraya de estas dos figuras aparentemente inconexas, el toro y el coche, produce una serie de dibujos y pinturas en las que el artista, una vez más, cuestiona las imágenes que se erigen en símbolos de poder y estatus social. Toma como punto de referencia algunas de estas imágenes de Goya y sustituye la figura del toro por modelos del mítico deportivo Pegaso de los años 50. Así, los automóviles del caballo alado intervienen aquí en las lecciones de tauromaquia recopiladas por el inmortal aragonés, «proyectando una suerte de competencia simbólica», destaca el pintor colombiano,
El hecho de que Baraya tanto en 'Autofábulas' como en 'Automaquia', no recurra a un automóvil cualquiera, sino de forma especial a los legendarios Pegaso de los años cincuenta, en algunas de sus versiones más famosas tanto de calle como de competición y records (Berlineta y Spyder Touring, Saoutchik, Thrill, Cúpula, Bisiluro…), no es un mero capricho. En el caso de 'Automaquia', «la obra de Goya, que ha servido en autores franceses e ingleses para una cierta construcción de la hispanidad romántica, se ofrece aquí comprometida con esa otra empresa simbólica y propagandística de la España moderna de posguerra, con estructuras que aún hoy en día permanecen en los imaginarios colectivos», precisa el artista colombiano.
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En efecto, en el año 1945, el prestigioso ingeniero Wifredo Ricart es encargado por el INI (Instituto Nacional de Industria) de planificar ENASA (Empresa Nacional de Autocamiones). El objetivo no era sino crear una empresa automotriz española autóctona. El problema de Ricart, en ese momento, es que no tiene un equipo de trabajadores preparados. «El coche Pegaso nunca fue visto como una proposición comercial. Tenía que llegar a serlo, pero la construcción del coche fue una solución para hacer menos costosa una escuela de mecánica fina de cara a una maestranza que, por aquellos años, estaba un poco acostumbrada a la chapuza. Yo tenía que formar mecánicos. El camión Pegaso tenía que ser construido muy bien, para que, a base de calidad, tuviese un mercado. Se trabajaba en el Z-102 como si fuera un laboratorio; era una escuela a fondo perdido, en la que nada era montado si no se había llevado un máximo de calidad, aunque hubiera que repetir piezas en muchas ocasiones», señalaría el propio Ricart años después. El resultado fue la consecución de poco más de 80 ejemplares que representan el ideal del automóvil deportivo.
En la mitología griega, Belerofonte, el héroe, cabalgó en busca de la Quimera sobre el alado corcel, hijo de la sangre de Gorgona y domado por la diosa Atenea. Baraya, cuan Belerofonte moderno, galopa sobre el Pegaso de Ricart al encuentro del Goya más inmortal, o nos pasea por el mundo de la fábula.
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El pintor colombiano, con raíces vallisoletanas, Alberto Baraya es uno de los artistas más respetados de su país en la escena del arte contemporáneo internacional. Ha representado a Colombia en la Bienal de Sao Paulo, la Bienal de Venecia y actualmente participa, invitado por Andrés Jaque en la Bienal de Shanghái. Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Nacional de Colombia y Doctor en Estética y Teoría del Arte por la Autónoma de Madrid su obra está representada en las colecciones del Banco de la República y MAMBO de Bogotá, el Bronx Museum of the Arts en Nueva York, Colección Jorge Pérez Miami y el Stavanger Museum de Noruega entre otras numerosas colecciones privadas y públicas internacionales.
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