Los libros de la semana

Tres historias familiares: 'Verso suelto', 'Un lugar para Mungo' y 'Los astronautas'

Las librerías reciben un trío de novelas que exploran las consecuencias familiares de un despido, un amor adolescente y una foto olvidada

Víctor Vela

Valladolid

Viernes, 28 de abril 2023, 00:21

Las relaciones familiares están en el primer plano (o en el trasfondo) de tres novelas que durante las últimas semanas han llegado a las librerías. Los nuevos libros de Use Lahoz, Douglas Stuart y Los astronautas muestran cómo un despido, un amor adolescente y una ... foto olvidada (y muchos aspectos más) pueden trastocar los hogares. Estas son las tres lecturas recomendadas de esta semana.

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Verso suelto

Deseo, dinero, cultura

Hay tres grandes temas que atraviesan 'Verso suelto'. El primero, como ha explicado el autor, Use Lahoz, en varias entrevistas, es el deseo. Sandra es una joven quinceañera que en los primeros años 90 comienza a relacionarse con su sexualidad: le gustan las chicas. A lo largo de su vida, varias mujeres serán importantes para ella: desde la amiga del pueblo donde veranea a Isa, una monitora de campamento que le descubre (gran escena la del abrazo) que no está sola, sino libre de cadenas.

  • Verso suelto. Use Lahoz. Destino. 480 páginas. 20,50 euros.

El segundo gran asunto es el dinero, la precariedad, los abismos sociales que provoca el tener o no tener. Enrique, el padre de Sandra es portero en una finca de lujo en la mejor zona de Barcelona. Un día, se produce un accidente en la piscina de la comunidad. Ximena, la hija de ocho años de uno de los propietarios, se mete en la piscina a espaldas de su familia y engañando al portero (le dice que tenía permiso de sus padres). La niña casi se ahoga. Enrique la salva. Pero los señores creen imperdonable su comportamiento y le despiden sin miramientos. La familia de Sandra se adentra en una difícil supervivencia cuando los empleos escasean y la falta de ingresos es la espita para el desorden familiar.

Y el tercer tema es el poder arrollador de la ficción, el salvavidas de la cultura. Sandra tiene amigos poetas, cineastas que le animan a formarse en esos campos y termina como profesora, convencida de que el cine, la literatura le ha salvado la vida. «En la realidad, el desamor, la pobreza y la necesidad dolían. No tenían ninguna gracia. Pero cuando le sucedían a personajes en las páginas de un libro o en las quimeras de las pantallas adquirían, según cómo, el brillo conmovedor de la belleza efímer» (página 266).

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Deseo, dinero, cultura. Los tres grandes temas se cruzan (y no desvelo nada, está en la contraportada) cuando Sandra (sin saber que es ella) conoce a Ximena, aquella niña que cambió para siempre la vida de su padre. Y comienzan una relación, sin saber que en torno a ella les afectarán los tres muros que levantan deseo, dinero, cultura. Con un arranque poderoso y articulado en cuatro partes cronológicas, 'Verso suelto' es una historia con secundarios atractivos (como Xavi o Isa), pero que en algunos tramos (los viajes al extranjero) tal vez se alarga en exceso.

'Un lugar para Mungo'

Una historia de amor en un ambiente hostil

Palomas que pueden volar libres («si una paloma me deja, ¿por qué iba a enfadarme? Es culpa mía por no haberle hecho un buen palomar», 94). Peces atrapados con un señuelo tramposo.

Hay un claro simbolismo en los dos grandes escenarios que Douglas Stuart ha elegido para 'Un lugar para Mungo', novela emparentada en tono y temática con su anterior libro, el emotivo 'La historia de Shuggie Bain'. Aquí vuelven las familias desestructuradas, destrozadas por el alcohol, los chavales sin infancia, el círculo de pobreza del que tan difícil es salir, la violencia instaurada en un entorno de bandas, palizas y navajas.

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  • 'Un lugar para Mungo'. Douglas Stuart. Random House. 440 páginas. 22,90 euros.

Mungo, el protagonista, es un quinceañero que vive en Glasgow a principios de los años 90, en una ciudad que vive el enfrentamiento entre cuadrillas católicas y protestantes, que sufre una profunda reestructuración industrial (con despidos masivos), que no ofrece servicios sociales ante los embarazos adolescentes, las madres alcohólicas, los jóvenes que crecen en unas calles llenas de robos y droga.

El hermano mayor de Mungo está más familiarizado con un entorno así, pero él solo encuentra refugio en James, un vecino por el que poco a poco se siente atraído. Ni uno ni otro saben cómo lidiar con sus sentimientos. El padre de James le amenaza si no sale con chicas. Y en el barrio todo son burlas para El Mariposón, un hombre que vivió su homosexualidad entre las mofas de sus vecinos. Pero James tiene un palomar. Y allí ambos descubren la posibilidad de volar, libres, aunque sea a escondidas de todos los demás.

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El narrador apuesta por una estructura en dos tiempos que caminan paralelos. Por un lado, esa relación cada vez más estrecha entre Mungo (protestante) y James (católico). Por otro, una excursión de Mungo con dos conocidos de su madre (adultos) para ir a pescar.

Sabemos que algo ha pasado con James porque Mungo y él ya no están juntos cuando va con estos dos tipos de acampada. Y sí, aquí la pesca es un símbolo no de ese deseo de volar libre y lejos (las palomas de James), sino como ejemplo de anzuelo en el que podrás quedar atrapado y salir con heridas. El libro no ahorra detalles sobre la escabrosa vida de Mungo y en parte remite al estilo de Shuggie Bain, por lo que tal vez suene a conocido (o repetitivo) para los habituales lectores de Stuart. Hay que destacar la gran construcción de ambientes y personajes y cómo dosifica lo que creemos saber hasta el último tercio del libro, en el que todo explota cuando se descubre la relación entre los jóvenes y, después, con una escena brutal bajo el agua en ese lugar de acampada.

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'Los astronautas'

Qué es y qué no es una familia

«Los huecos, lagunas e incoherencias son aspectos constitutivos de lo que somos», dice la narradora de 'Los astronautas', una historia de reconstrucción personal y redefinición familiar. La protagonista de esta historia descubre un día una fotografía que nunca antes había visto. Está ella, con apenas año y medio. A su lado, su padre y su madre. Ambos se divorciaron poco después de que esa foto se hiciera. Encontraron nuevas parejas y tuvieron nuevos hijos. Y aquella niña creció con dos familias sin saber muy bien a cuál pertenecía.

  • Los astronautas. Laura Ferrero. Alfaguara. 344 páginas. 18,90 euros.

El hallazgo de aquella foto es el detonante para esta novela que, con los recursos de la autoficción, habla sobre la identidad, sobre la necesidad de entenderse como parte de un grupo, sobre el concepto de familia («la familia quizá pase por renunciar a la idea de familia», 335). Pero también sobre la capacidad de la escritura para reconstruir el pasado, apresarlo e intentar comprenderlo. El problema es que «no tenemos los medios ni las palabras para acercarnos a las realidades que más deseamos, que más nos determinan» (35), por lo que todo intento de hallar un sentido a lo ocurrido es baladí.

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Primero, porque hay sucesos que desconocemos, que se nos ocultan o que queremos ocultar. («¿Qué es mejor, un mundo bonito e irreal o uno feo pero real? Siempre gana la primera opción», 165). Además, el relato es una construcción ficticia. «Todo relato bebe de esa tiranía, la de saberse esclavo de los hechos concatenados, y si esa concatenación no existe, habrá que inventarla» (12).

Ferrero recurre a la figura de los astronautas y a varias aventuras espaciales (de la llegada del ser humano a la luna a la perrita Laika) para dibujar las metáforas con las que arma este libro. Seres que en mitad del espacio se sienten lejos, solos, desamparados a veces y con un hogar que, cuando regresan, nunca es como lo dejaron. Y a partir de ahí, habla sobre relaciones familiares, sobre cómo se construyen y destruyen los afectos («nadie sabe cuándo el destello se apaga», 82), con ideas fantásticas, como que desenamorarse no es abandonar. Y todo ello, le sirve a la narradora para explicarse a sí misma (y descubrir tenebrosos capítulos de su pasado: el típex) e intentar comprender a un padre que no estuvo porque se fue y una madre que no estuvo aunque se quedó.

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