Las tres recomendaciones literarias de esta semana tienen un hilo común (están ambientadas en Vizcaya) y, además, varias conexiones curiosas entre ellas, como los secretos familiares o los personajes que estudiaron en Valladolid. Estas son las tres propuestas que hacemos desde El Norte de Castilla ... para acercarse a las librerías y las bibliotecas.
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El juez Aurelio Teresa Uriarte Cantolla.
Cuando Joana y María, las hijas de Teresa, y su marido comenzaron a buscar entre los papeles que dejó su madre (fallecida de un infarto en 2022) se encontraron con varias novelas, cuentos, diverso material literario que la abogada y periodista donostiarra había urdido durante años, sin que antes vieran la luz. Afortunadamente, su legado empieza a llegar a las librerías y lo primero es 'El juez Aurelio', un libro delicioso armado en torno a un personaje fantástico. Aurelio Cabredo es un tipo bajito, rechoncho, de ojos azules muy saltones. Estudió Derecho en Valladolid y mientras cursaba la carrera quedó huérfano, después de que sus padres fallecieran por un incendio en el horno de su pastelería, en Ávila. Esto siempre ha dejado en Aurelio un profundo temor a la muerte. Especialmente, a morir solo. Después de sacarse las oposiciones, le destinaron como juez en Bilbao. Vive en una buhardilla frente a la ría. Una casa caótica, porque Aurelio está más pendiente de su trabajo que de la vida. La justicia es su gran religión, aunque no perdona una misa dominical en Begoña. No cultiva las relaciones sociales y apenas tiene un amigo, Benito Cereijo, el forense del juzgado, y una secretaria con moño en forma de plátano a la que una vez declaró sin éxito su amor.
El juez Aurelio muere, solo, en el primer capítulo. Y una vez presentado al personaje, Teresa Uriarte Cantolla recuerda varios pasajes de su vida a través de capítulos que funcionan como pequeños cuentos, en los que, a través de casos curiosos, conocemos un poco mejor al juez. Está así el juicio a ese joven drogadicto acusado de robar unas medias para regalarlas en el Día de la Madre. O esas hermanas gemelas, idénticas y cleptómanas, que se acusan la una a la otra sin que sepamos quién es la ladrona en realidad. O ese ferroviario atormentado que conducía un tren que tuvo un accidente y en el que murieron decenas de personas. O ese hombre, sin familia, ahogado en la ría y con la duda de si debe pagar el entierro el Ayuntamiento de una orilla o la otra.
Mis preferidos son 'Gran hotel', en el que una mujer (rica en el pasado, sin rentas hoy) se pasa los días en los vestíbulos de hoteles de lujo, y ese episodio en el que un abogado defiende al ladrón que entró a robar en su casa. Este libro presenta un gabinete de personajes entrañables (empezando por el juez) y nos habla, creo, por encima de todo, del terrible miedo a la soledad.
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El hombre de la guerra Ramiro Pinilla
Tusquets. 296 páginas. 19 euros.
También este libro, como 'El juez Aurelio', estuvo varios años escondido (en un gallinero) hasta que finalmente vio luz, años después de la muerte de Ramiro Pinilla, su autor. Urko Pínaga salió con nueve añitos del País Vasco en 1937, en plena Guerra Civil, uno de tantos niños de la guerra que buscaron la paz en el extranjero. 36 años después, en Londres, recibe la carta de su tía Flora, quien le implora que vuelva a la casa familiar de Getxo, inmediatamente. Cuando Urko llega, Flora ha muerto. Y entonces se desata una trama de silencios familiares, de ecos lejanos de una guerra que no se ha marchado del todo. El Ayuntamiento ha iniciado el expediente para derribar la casa, a lo que Flora se negaba por completo. El piso de arriba, que estaba cerrado a cal y canto, se reabre para descubrir que alguien vivió allí, en secreto, durante años. ¿Quién estuvo allí escondido? ¿Por qué la tía no quería que se derribara la casa?
A estas preguntas intentará responder Urko junto a su prima Regina (estudió Filosofía y Letras en Valladolid) y el párroco del pueblo. Con un mecanismo que alimenta el misterio, Pinilla hurga en las heridas que deja una guerra y en cómo, aunque pasen muchos años, hay actos que nos condicionan toda la vida. Esto está bien trazado en el regreso de Urko a la casa familiar. Han pasado 36 años desde que se fue, pero ve cómo esa vivienda todavía conserva el paisaje que tenía cuando se marchó. Los muebles, las viejas fotos, el ambiente. Hay cosas (ideas, miedos, imposiciones) que se prolongan mucho en el tiempo (en una familia, en un país) aunque parece que ya hubieran quedado atrás.
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Y para hablar sobre esto, Pinilla urde una trama de misterio en la Urko descubrirá (entre medio de descubrimientos y suposiciones) todos esos secretos que durante años quedaron enterrados en el silencio familiar.
Los de Bilbao nacen donde quieren María Larrea
Alianza 200 páginas. 18,95 euros
En abril del año 2000, María visita a Éve, una echadora de cartas «con aire a lo Marilyn Monroe» que le dice, tajante: «Tu padre no es tu padre» (91). Y entonces, María, que había visto a Jodorowsky hacer tiradas de tarot los miércoles en un café de París, decide confiar y se pone a investigar. Y descubre que esa adivina tenía razón. Su pasado familiar está atravesado por un secreto: ella era adoptada. Y la adopción no siguió un proceso legal. «Esta es la historia de tres huérfanos», escribe la aurora de este artefacto autobiográfico en la página 170. Y es también la historia de cómo esos tres huérfanos construyeron una familia. Josefa, una prostituta de Bilbao tuvo con un cliente un hijo al que llamó Julián que se crió en un internado junto a San Mamés. Dolores, un mariscadora gallega, tuvo a Victoria, a quien abandonó en un convento. Julián y Victoria se conocerán, formarán una pareja y, cuando descubren que no pueden tener hijos, deciden adoptar una en Bilbao, en 1979. Y esa niña es María, criada por ellos en París.
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María es hoy una cineasta y escritora francesa que primero quiso contar su historia en el cine y finalmente optó por la literatura, con este libro escrito en francés y traducido ahora al español. María describe cómo la primera parte de su vida fue «caótica y violenta» (83), criada por un padre alcohólico, que gasta sin medida, que siempre quiso «ser el más rico de los pobres» (76). Esa sensación de desapego hacia su familia se acrecienta cuando le dicen que es adoptada. Y se lo dicen justo en el momento en el que ella acaba de ser madre. Su infancia se desmorona mientras tiene que ayudar a construir la infancia de su hija (96). A partir de ahí, María intenta desvelar su pasado familiar, el de esa familia biológica de Bilbao. Habrá pruebas de ADN, detectives privados, investigación policial y un emotivo encuentro con otras parturientas que el mismo día que nació estaban en el hospital y que se convirtieron en sus madre de leche. Un libro sobre la idea de familia, de hogar y de reencuentro y reconciliación familiar.
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