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El escritor Tomás Sánchez Santiago. GABRIEL VILLAMIl
Reseñas literarias

Tomás Sánchez Santiago y sus artículos de 'Cerezas en el escondite': tesoros a la luz

El autor «siempre ha cultivado una escritura fronteriza, próxima al diario, al apunte inmediato»

Luis Marigómez

Valladolid

Viernes, 10 de diciembre 2021, 19:56

Además de su labor como poeta, ya con una edición de su Poesía reunida 'Este otro orden' (2019), y de su tarea de narrador, con dos títulos de gran éxito de crítica y público: 'Calle Feria' (2006) y 'Años de mayor cuantía' (2018), Tomás Sánchez ... Santiago siempre ha cultivado una escritura fronteriza entre los dos géneros, próxima al diario, al apunte inmediato, cuajada de reflexiones que salen al paso a partir del transcurrir del tiempo. Su última entrega en esta variante es 'Cerezas en el escondite', una colección de artículos que vieron la luz en este suplemento entre 2011 y 2020.

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El porqué del título, y de la serie de textos que conforman el libro, se explica en la primera entrega, en un recuerdo de la infancia en el que se guardan los ahorros, los tesoros que estaban a su alcance: «No se trataba de tener una hucha sino de tener un escondite (…) El gran escondite es el lenguaje; ciertas maneras de tratar con el lenguaje».

Sánchez Santiago, haga lo que haga, es siempre poeta, juega con los límites de la expresión. El tema habitual es un cierto malestar ante las costumbres del presente, nunca airado, a menudo irónico; el autor se dibuja a sí mismo como ciudadano sensato que no se deja embaucar por los brillos de lo novedoso y opone a esos espejismos su fondo de armario de poetas y poemas como un lugar de resistencia.

Juan Ramón (sin apellido) es quizá su paradigma, pero circulan en esos textos también versos y maneras de Claudio Rodríguez, de Gamoneda, de Machado, y de poetas cercanos como Aníbal Núñez, Luis Javier Moreno o Ángel Fernández Benéitez. También hay narradores o pensadores que marcan pautas, Kafka, Camus, Emilio Lledó… Y luego está la gente normal: el frutero; una anciana que tiene miedo de perder las palabras que todavía recuerda, y canta; amigos en los bares, con los que habla de lo que sale en la tele; compañeros de autobús… Todo está al mismo nivel. Estos alrededores, unos impuestos y otros buscados, dan pie a las cavilaciones de Sánchez Santiago, a su escritura.

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Hay juegos a lo Cortázar, visitas al pasado, comentarios sobre pintores y fotógrafos, momentos hilarantes… pero sobre todo está la escritura propia, cuajada de hallazgos que señalan el territorio que caracteriza su labor: «El féretro apurado de sus mangas»; «puñados de viento»; «la gota sangrienta en las hojas de los arces»; «las primeras cucharillas de septiembre contra el cristal»… Estos ejemplos aparecen en el artículo 'La inadvertencia'. Su labor en la prensa, sus textos periódicos, son la tercera pata que sujeta su hacer, con el propósito siempre de que sea «la última dimensión peligrosa de la escritura: una manifestación alegre que introduce sin más al hombre en el tiempo de la fiesta y lo una así a los dioses.»

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