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Pablo Muñoz durante los trabajos de restauración de una vidriera. Ángel Camarero
El taller de Segovia que pone al día la luz del Gótico
Discretos indispensables

El taller de Segovia que pone al día la luz del Gótico

En la restauración y diseño de vidrieras intuyen los artesanos segovianos de Vetraria un arte «que llegará a los museos»

Jesús Bombín

Valladolid

Sábado, 4 de mayo 2024, 00:11

E ntre el simbolismo que irradian las vidrieras en el arte sacro y la función meramente decorativa del modernismo median siglos de evolución de un arte que ha desarrollado un lenguaje en paralelo al de la pintura y la arquitectura. Los vitrales mueven a la fascinación en la monumentalidad y cuentan en la contemporaneidad con un público que las reclama más allá de iglesias y catedrales, en universidades, edificios civiles o, cada vez más, en viviendas. «La vidriera religiosa sigue ofreciendo la misma función que ha cumplido desde hace 600 años», pone de relieve Pablo Muñoz Ruiz, fundador de Vetraria en 1999 junto a su hermano Alfonso y su padre Carlos Muñoz de Pablos.

Lo que crean y restauran desde su taller en Segovia son vidrieras contemporáneas, y en algunas que acumulan siglos transformando la luminosidad de templos y catedrales ponen su empeño en preservarlas. Ocupados en la restauración de los vidrios coloridos de la catedral de Ávila llevan desde el año 2000, y en la de su ciudad, desde hace catorce años. ¿Por qué tanto tiempo? «Se trata de piezas enormes, hay que abordarlas por fases. Solo la de Segovia tiene 166 cristales y se hacen tres o cuatro al año, son trabajos muy delicados, minuciosos y costosos», comenta el artesano.

Con el paso de los años el uso civil de los paneles vítreos ha ido cambiando «liberándose de las necesidades arquitectónicas para pasar a ocupar un espacio más plástico en el sentido de expresividad y emoción, adaptándose a las nuevas tecnologías y los nuevos lenguajes de un modo bastante ágil», observa Pablo Muñoz Ruiz.

La consideración que tiene su trabajo oscila entre lo artesano y lo artístico: «Tenemos esa doble dualidad de conocedores de la materia y su aplicación funcional a la realidad». La mentalidad del arquitecto con el que trabajan a la hora de intervenir es otro de los condicionantes de su trabajo. «Los hay conservadores que reclaman obras que se integren en el monumento y hay otros más innovadores que buscan una pieza exclusiva para un espacio de nueva creación».

Y es que la vidriera contemporánea ocupa lugares antes impensables. «Ahora se piden piezas más físicas y mecánicas, de cerramiento, ocupando un espacio más privado de manera más provocadora y consciente del terreno que invade». Apunta que el vidrio siempre ha estado en primera línea de la tecnología, «en la Edad Media y ahora. El límite en la actualidad es más económico que creativo». La disparidad de espacios y la discrecionalidad en el tratamiento de la luz ofrecen todo un mundo de posibilidades creativas restringidas al arte sacro en el mundo medieval. «Ahora no existe un canon luminoso. El límite lo marca el edificio que se construya», observa el artesano cuyo taller se ha encargado de la recuperación de la vidriera art decó del patio central de la sede del Banco de España en Madrid. El futuro, confía, pasa por contemplar la obra en vidrio y la vidriera en museos, «junto a pintura y escultura, plenamente integrada en el arte contemporáneo».

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