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la vida de una anciana, una mirada caleidoscópica al mundo de una residencia, un gran tapiz sobre la vejez tejido desde la lucidez y agudeza de la señora Alberti. Eso es 'Misericordia', la última novela de la portuguesa Lídia Jorge traducida al español.
Alberti es una sagaz observadora que adivina a su hija antes de que esta hable, que detecta la prisa o el cariño del personal del Hotel Paraíso en sus manos, que se esfuerza por mantener sus conocimientos de geografía al día con el atlas cerca. A pesar de sus limitaciones físicas, la escritora evita la deriva médica, la mente de la anciana registra veloz relaciones, afinidades, debilidades y juegos de poder entre sus compañeros y entre los profesionales. Detesta la infantilización de la vejez y se resiste a la complacencia circundante, como al olvido, como a las pastillas para dormir.
Lídia Jorge. La umbría y la solana. 418páginas. 25 euros.
Si hay algo que quiere preservar es su consciencia despierta por eso pelea con la noche y los fantasmas, por eso escribe cada día reflexiones, versos, sentencias. Está preparada para irse pero mientras no quiere perderse nada ni dejar de sugerir a su hija en qué se equivoca. Aunque esa comunicación fluida que logra con extraños como celadores y cuidadoras, en una plantilla por la que pasa buena parte de la inmigración colonial, no existe cuando la interlocutora es su primogénita. A través de sus reflexiones nos habla del abandono en el que su padre les dejó, de la maternidad en soledad. Alberti desea «soltar las palabras atadas al corazón» en cada encuentro, que puede ser el último.
Se prohíbe la nostalgia del jardín de su casa, de su pueblo, de sus vecinos que acuden a visitarla. Y se administra sus ganas de vivir por la curiosidad de seguir viendo qué pasa con el cuarteto de viudas, con los hombres toscos que juegan a las cartas, con la vulnerable Josefina, con el embarazo de la cuidadora, y a la vez, la clarividencia de la finitud atenazante. La señora Alberti siente «esa alegría suave que se llama melancolía». Solo la altera la maldad y la amenaza sobre la corta lista de los bienes que la singularizan.
Lídia Jorge compuso la voz de Alberti con parte de los recuerdos de su madre, que murió en la pandemia, al igual que la protagonista. La vejez no recibe gran atención en la narrativa contemporánea como tampoco en la sociedad. La gran virtud de 'Misericordia' reside en desprejuiciar esa edad en la que la fragilidad del cuerpo no siempre atañe a la cabeza. Entonces esta es un interesante crisol de experiencias y sentires que se decantan en el torrencial, inteligente y poético discurso de la señora Alberti. La novela ganó el Prix Médicis Étanger 2023 en Francia.
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