Consulta la portada del periódico en papel
En su concierto de despedida del Palau Sant Jordi. Efe-E. Fontcuberta

Serrat, una canción a tres voces

Biografías ·

Su retirada de los escenarios anima a indagar en su vida y su obra desde diferentes puntosde vista, en busca de senderos menos transitados

Joseba Martín

Sábado, 4 de mayo 2024, 00:10

La retirada de los escenarios de Joan Manuel Serrat ha generado un fenómeno cuanto menos curioso; en los últimos meses se han publicado tres libros que recorren su vida, obra y milagros: 'Serrat. La música de una vida' (Debate, 2024) de Jaume Collell, 'A propósito ... de Joan Manuel Serrat' (Cúpula, 2023) de Juan Ramón Iborra y 'Serrat. Se hace camino al andar' (Alianza Editorial, 2024), de Luis García Gil. Son textos que se añaden a la treintena larga de publicaciones con el mismo protagonista en lo que va de siglo. Iborra (Granada, 1954) conoció al artista en un accidentado concierto en la plaza de toros de Valencia en el verano de 1973: «El caso es que allí estaba Serrat, con su reconocible melena de cabellos crespos, los lunares de sus mejillas, un cigarrillo colgando de los labios, en mangas de camisa, vaqueros…».

Publicidad

Por su parte Collell (Manlleu, 1956), autor de numerosas entrevistas y reportajes sobre el Noi del Poble Sec, traza una línea cronológica que se inicia con la odisea de la madre del artista, Ángeles Teresa, huida de Belchite tras saber que habían fusilado a sus padres y a buena parte de la familia y llegada a Barcelona a pie siguiendo las vías del tren tras recoger a niños abandonados por los caminos. Allí conocerá a Josep Serrat, combatiente republicano que «pasa un tiempo detenido en el campo de concentración de Orduña, en el País Vasco». Detalla Iborra que Josep Serrat es «un buen hombre nativo, lampista que trabajaba en la Catalana de Gas, anarquista de la CNT». En la boda la novia se casa de negro.

García Gil (Cádiz, 1974) comienza por el final, por el concierto de despedida en el Palau Sant Jordi, donde Serrat elimina parlamentos y chascarrillos para centrarse en las canciones; dice el autor que el repertorio permite disfrutar del «equilibrio bilingüe de su obra» y añade una reflexión del propio Serrat, «que la mejor definición de patria se la había dado su madre, cuando dijo que la patria era donde comían sus hijos».

Imagen de la serie 'Joan Manuel Serrat en Tren de Madrugada' (Costa Brava, 1968) Colita

La infancia de Serrat al final de la cuesta de la calle Poeta Cabanyes, en el proletario Poble Sec, bajo el Montjuic, es relatada en los tres libros; ahí se hace mención de otro niño, en el portal de enfrente, que también subirá a los escenarios con sus canciones y su particular cosmogonía: Jaume Sisa. El Noi se encontrará con la música después de la mili, al formar un grupo que versiona canciones que escuchan en la radio. Ya manejaba entonces con cierta soltura la guitarra que su padre le trajo un día al volver del trabajo con su buzo de faena. Era más una afición, una diversión juvenil.

Publicidad

En 1963 publica su primer single, al que siguen otros tres antes de estrenar su primer álbum en 1967, 'Ara que tinc vint anys'. Serrat responde al perfil de cantautor, pero como recuerda Jaume Collell, sus ritmos se multiplican: ragtime, rumba, charlestón, foxtrot y dixieland, vía cine, discos o radio: «El cancionero de Serrat no es ajeno a ninguno de estos envoltorios. En 'Los fantasmas del Roxy', donde los versos parten de un cuento de Juan Marsé, nada mejor para constrastar la nostalgia por la pérdida de un cine de barrio que el ritmo de un foxtrot que invita a dar unos pasos de claqué de sabor americano». Añade el autor más aires: pasodoble, copla, twist, rock & roll, jazz, clásica, tango, bolero y otros géneros sudamericanos. Dedica Collel un capítulo al «intercambio hispanoamericano» y a los pasos de Serrat por Brasil, México, Chile, Cuba, Uruguay, Argentina, Estados Unidos o Puerto Rico: su recital multitudinario en el parque Lenin de La Habana, el emocionado regreso a Chile en 1990 o cómo «en 2003 congrega a unas cincuenta mil personas en la explanada del Zócalo en Ciudad de México». Precisa García Gil que en el Estadio Nacional de Chile, ante 50.000 personas, Serrat escoge 'Volver a los diecisiete' de Violeta Parra, porque esos son los años que han pasado desde que asesinaron a Víctor Jara en ese mismo recinto.

Juan Ramón Iborra aborda, por su parte, las discretas experiencias cinematográficas de Serrat: el fallido drama 'Palabras de amor' (1968), la comedia 'Mi profesora particular' (1970), el relato histórico de 'La ciudad quemada' (1976) o 'La larga agonía de los peces fuera del agua' (1970), de Francisco Rovira Beleta, donde encarna a un pescador de la Costa Brava que canta muy bien y que sigue a una turista hasta Londres.

Publicidad

A las manos con Bertín

El séptimo arte tampoco era sitio para Serrat. De su estancia en Madrid destaca Iborra que su alegre soltería «le llevó en una ocasión a llegar a las manos con un incipiente Bertín Osborne en una discoteca de Madrid por una cuestión de faldas». Hay más recorridos geográficos; señala Iborra que Serrat «había grabado su emocionante y triste 'Edurne', de estribillo en euskera», en Argentina en 1970.

Afirma su biógrafo que «en la niñez de Serrat hubo dos paisajes indispensables, el mar y el campo», el mar de la Barceloneta, playa a la que acudía en tranvía, y Viana, «aprendizaje del campo donde se encontró otra familia, amistades singulares y más de una sombra cálida y protectora». Iborra recupera una vieja entrevista donde recuerda que en 'Mediterráneo' el cantante dice que quiere ser enterrado frente al mar, «pero que a este paso lo que ocurre es que lo vamos a enterrar entre todos».

Publicidad

En octubre de 2004 Serrat anunció que tenía un cáncer de vejiga; lo superó con un tratamiento. Ya en 2018, en pleno procés catalán, el artista opta por la convivencia; así lo recoge García Gil: «Personalmente no soy independentista, todo el mundo lo sabe, ni llevo lazo amarillo. Pero la puesta en libertad de estos presos sería un gesto de responsabilidad política que favorecería la convivencia en Cataluña». Como buen poeta, García Gil titula su texto 'Se hace camino al andar', un guiño al feliz encuentro entre Serrat y Antonio Machado y el resto de poetas musicados: Miguel Hernández, Rafael Alberti, León Felipe, Joan Vergés, Ernesto Cardenal, José Agustín Goytisolo, Josep Carner, Pere Quart, José María Fonollosa, Luis Cernuda, Luis García Montero…

Son tres libros, más de 1.200 páginas, que tratan de condensar 80 años de vida, 6 décadas de carrera, desde puntos de vista que a menudo se entrecruzan en busca de senderos menos transitados. Llegarán más libros, más documentales, más ensayos, pero se mantendrán misterios y enigmas que el Nano guarda para sí, como la identidad de Edurne o de Lucía o si conoció a alguna Penélope. En cualquier caso, hoy puede ser un gran día… y mañana también.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

0,99€ primer mes

Publicidad