Gonzalo Tavares es un autor que tiene la buena costumbre de entregar a la imprenta libros que no son demasiado extensos porque no sobra nada en ellos. Hay quien cree que un libro aguanta todo –cualquier discurso, cualquier divagación o digresión-. Están equivocados. Los libros ... aguantan cada vez menos. Esto alguno lo achacará al escaso tiempo que tenemos para leer en esta sociedad que nos tienta con las imágenes, la inmediatez de las llamadas redes sociales y tantas otras distracciones aburridas. No es cierto. El tiempo del que disponemos es ahora el mismo que a principios del siglo XX o mediados del XIX. El día no tiene ni más ni menos horas, y distracciones siempre las ha habido.
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Los libros cada vez aguantan menos porque hay una saturación de libros inanes, inservibles, de 'autoayuda'— estos con gran frecuencia van vestidos de novela–. Cuando los argumentos son idénticos, cuando los personajes sufren todos por igual por las mismas razones, cuando el escritor (o la escritora) ansía ser provinciano –o nacionalista, pues no hay diferencia– el libro termina por caerse de las manos de quien lo lee.
Título: Bucarest-Budapest: Budapest-Bucarest
Autor: Gonzalo Tavares
Editorial: Nórdica. 160 páginas. 16,50 euros
Tavares, por fortuna, esto lo sabe, y prefiere ser parco en la cantidad que escribe en cada libro. Es un modo extraordinario de que estos sean ligeros y agrade su lectura. Hay en los de Tavares eso que los italianos llaman sprezzatura, la ligereza aparente que oculta el trabajo que hay detrás.
En 'Bucarest-Budapest …' nos da tres historias situadas en tres ciudades europeas. El modo de contar las originalísimas tramas es mediante la superposición de incidentes, en algunos casos desconectados. El primero tiene que ver con la nostalgia por uno de los símbolos más importantes de la Unión Soviética: la estatua del dictador Lenin, que se encontraba en todas las ciudades importantes del desaparecido imperio soviético. La segunda es la historia de un vampiro en Belgrado, que tiene en el inicio una frase tan hermosa como misteriosa: «Siéntate y transforma el acto de ver en el acto de desistir». La última son episodios de la vida de una mujer en Berlín. Ya cerca del final dice el narrador: «En Berlín las calles son deliberadamente antisentimentales», dando así el tono de la narración.
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La técnica de superponer, o contraponer, peripecias o episodios sin que el narrador se entrometa con juicios de valor –otro elemento que ayuda a la ligereza– da a los cuentos un aire de cierto misterio. El lector no adivina lo que viene en la siguiente página ni en el episodio que sigue. No por ello son relatos de misterio, simplemente Tavares hace uso de la desaparición del narrador moralizante (algo que es muy de agradecer) para crear una atmósfera levemente misteriosa.
En resumen, los relatos de Bucarest-Budapest…' son tres narraciones originales que se leen con interés y avidez por lo que ocurre en ellas pero, sobre todo, por cómo las cuenta su autor.
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