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Comenzar por una muerte no suele ser común en los álbumes que quieren ganarse al público infantil. Pero si de una leyenda se trata todo es posible, todo tiene encaje. Annamaria Gozzi y Andrea Antinori cuentan la epopeya de Gilgamesh para Siruela. El rey sumerio ... recorrió los confines de los hombres y del mundo anhelando el reencuentro con su amigo Enkidu que había muerto. La despedida eterna no cabe en el corazón del monarca así que Gilgamesh emprende su aventura en busca de un hombre y una mujer que nunca habían muerto ni iban a morir para que le explicaran la manera de despertar a su amigo de tan indeseable sueño. Y como cualquier viaje, lo inesperado, lo sorprendente, lo amenazador, le sale al encuentro y a Gilagmesh le crece la barba hasta el pecho, que es otra manera de decir que transcurren los años en su hazaña.
La fuerza sobrehumana del sol, el mar de la muerte, los secretos de la eternidad, los oráculos, se suceden en su devenir muy parecido al de otros héroes de la antigüedad. Mesopotamia es el reino de Gilgamesh y para recrearlo el ilustrador ha elegido tres tonos: rojo amarillo y verde esmeralda, como las puertas de Ishtar. Dibujo esquemático, naif, audaz en la espectacular exposición de las ilustraciones a página completa.
El poema épico más antiguo de la humanidad, la primera forma de escritura conocida, está protagonizada por un héroe divino en dos tercios, humano en uno. Gobierna Nínive con arrogancia así que los dioses crean una criatura de similar valía para que lo frene. Enkidu peleará contra él con idéntico valor y fierza por lo que acaban reconociéndose como iguales y amigos inseparables. Llevarán a cabo valerosas gestas hasta enfadar a los dioses que piden un scrificio para satisfacer su ira: la muerte de uno de los dos. Enkidu morirá, Gilgamesh vivirá para querer resucitarle.
Antinori y Gozzi atemperan la crudeza de los hechos con el tono del relato, incidiendo en la amistad como motor de la vida de ambos protagonistas y recompensa de todos sus pesares.
Las institutrices, niñeras y cuidadoras forman un subgénero dentro de la literatura y el cine familiar. Por su parte, los niños imposibles y retadores suelen ser la prueba de fuego para aquellas. En esa liga está 'Miss Diciembre y el clan de la Luna' (Nórdica). Miss Diciembre es contratada por el Hombre del Saco para cuidar a su hijo Corvin. Viven en un gran caserón y conocido es el oficio del señor, infundir miedos. Entre los cientos de trabajos que ha tenido antes, también está el circo. Por eso cuando conoce al travieso niño cree que sabe hacer trucos, en cuanto se descuida está en la chimenea o asoma en la tetera, en el horno, no se quema, le gusta jugar con fuego. Es huidizo, rechaza todos los planes que le propone Diciembre, hasta que esta logra tentar su curiosidad con un misterio. El mocoso insidioso y la perspicaz cuidadora se ponen a prueba acompañados por una serie de personajes con distintos poderes. La obra de Antonia Murgo ganó el Premio Strega en Italia.
La abuela del fiero Capitán Barba Mala decide pasar unos días en el barco de su nieto y provoca la revolución que cuenta 'Barbauela' (Nórdica). Le llama por su nombre, Luisito, se empeña en mejorar la alimentación a bordo sustituyendo barbacoas de carne por vegetales, en abrigar a los marineros con jerseys que teje en al cubierta y remendar las velas. Barbabuela llena la nave de plantas y borra la rudeza de la tripulación. Yes que la abuela fue pirata antes que anciana.Eugenia Ábalos ilustra en vivos colores la transformación que cuenta El Hematocrítico, seudónimo de Miguel Ángel López. El escritor y profesor gallego murió esta semana, prematuramente según dicta la estadística. Tras de sí deja muchas historias que contó en su blog, a través de tuits y en forma de libros.
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