![Puccini y la seductora melodía de la 'macchina'](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202105/20/media/puccini1-kzFB-U140251515956c0H-1248x770@El%20Norte.jpg)
![Puccini y la seductora melodía de la 'macchina'](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202105/20/media/puccini1-kzFB-U140251515956c0H-1248x770@El%20Norte.jpg)
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santiago de garnica
Viernes, 4 de junio 2021, 07:25
Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza: la belleza de la velocidad. Un automóvil de carreras con el capó adornado con grandes tubos como serpientes con aliento explosivo…, un automóvil rugiente que parece correr sobre la ráfaga, es más ... bello que la Victoria de Samotracia», proclama Filippo Tommaso Marinetti, autor del 'Manifiesto del futurismo' (1909). La nueva sociedad ama el futuro y este futuro tiene en el automóvil una de sus máximas expresiones. El dinamismo y la energía que desprende el automóvil seduce a pintores, escritores… y músicos. Y, entre estos, a Giacomo Puccini (1858-1924), el apuesto compositor de 'La Bohème', 'Turandot', o 'Madama Butterfly', entre otras obras maestras de la ópera, era conocido por su pasión por la caza, las mujeres y los automóviles.
Su pasión por los rápidos automóviles se haría cada vez más evidente a lo largo de los años, según Ettore Radice, un historiador que investigó la fascinación por los coches de Puccini. El gran compositor de ópera italiano se sintió conmovido por el sonido de un potente motor, la creatividad de la ingeniería y la seducción de las carrocerías…, el seductor seducido.
En sus años jóvenes era un enorme aficionado por la bicicleta, y destacaba como deportista en este deporte. Pero llegó el automóvil.
En la Exposición Universal de Milán de 1901, Puccini adquiere por 3.800 liras (una fortuna de la época) su primer automóvil, un De Dion Bouton 5 CV. En 1902, L'Auto, la revista del Automóvil Club Italiano, dedicó la portada de su número de febrero al maestro, mostrado todo emocionado al volante de su automóvil, como parte de un especial titulado 'Motor y arte'.
Puccini no solo amaba el automóvil, sino que también era un buen conocedor de los temas mecánicos, de los avances técnicos, pero siempre sin perder un sentido, una visión romántica.
Su segundo automóvil fue un hermoso Clement Bayard. El 25 de febrero de 1903 Puccini viaja en el Clement a Lucca para un examen médico. Con él, Elvira, su hijo Antonio y el chofer Guido Barsuglia. Después de la cena, mientras regresaba a casa, cerca de Lucca en Vignola, el automóvil se salió de la carretera y volcó. Antonio y Elvira, arrojados de sus asientos, sufrieron heridas leves y el conductor se fracturó el fémur. Sin embargo Puccini queda inmovilizado debajo del vehículo y con la cabeza a pocos centímetros de ser aplastada por una rueda. Podía haber sido el fin, pero solo sufrió una severa fractura en la pierna derecha.
Atendido por un médico que vivía cerca, tardó meses en sanar, meses durante los cuales terminó su ópera 'Madama Butterfly'. La estrenó casi exactamente un año después del accidente, el 17 de febrero de 1904. Fue un fracaso, pero eso no le impidió comprarse, diez días después, un De Dion&Buton Phaeton. «Me desahogo con el De Dion pero necesito algo más» le cuenta a un amigo. No era suficientemente rápido para su gusto y, en 1905, compra un Sizaire et Nadin: uno de los más rápidos del momento.
En 1906 obtuvo un 'Permis de Libre Circulation Internazionale', un permiso de conducir internacional emitido por el Touring Club Italiano con sede en Milán. Pero siempre contó con un 'chauffeur', como se decía en la época, a su lado.
Rápidos y con clase. En 1909 cae seducido por un bellísimo Isotta Fraschini, el fabricante milanés de automóviles de lujo. Le encantaba utilizar este coche para los viajes de vacaciones.
Pasión por los Lancia
Pero no eran adecuados para ir de caza. Así que le pidió a su amigo Vincenzo Lancia un deportivo también capaz de moverse fuera de la carretera. Se reforzó chasis y carrocería y se montaron ruedas más adherentes, unos cambios que se hicieron en otros automóviles en la época, sobre todo los destinados a grandes raids.
Como entusiasta de la conducción, (aunque siempre acompañado de chofer) Puccini disfrutaba apretando el acelerador de su Lancia Aurelia, tomando la ruta costera desde su encantador refugio en Torre del Lago hasta Viareggio y Forte dei Marmi. El tribunal de policía de Livorno todavía mantiene registros de sus infracciones de tráfico.
En el verano de 1922, inició un viaje de ida y vuelta de 2.000 kilómetros por Europa en su torpedo Lancia Trikappa, un excepcional y exclusivo automóvil (se fabricaron 847 unidades) con un avanzado motor de ocho cilindros en V y que alcanzaba los 130 km/h. Mientras estaba en París, el mismo año alquiló un Citroen 5 CV Torpedo para ir a Normandía.
En la primavera de 1924, le entregaron uno de sus coches más amados, un magnífico Lancia Lambda. Era un avanzado automóvil, el primero en utilizar una carrocería de estructura autoportante y una suspensión delantera independiente, además de contar con un motor de cuatro cilindros en V que alcanzaba su máxima potencia a 3.250 rpm, un régimen sorprendentemente elevado para la época. «Mi Lambda es perfecto, es para mí el mejor automóvil», escribió el 18 de mayo. «Sirve a mis necesidades. Su eficiencia me hace gastar menos dinero en gasolina». Puccini sabía de lo que hablaba: el Lancia Lambda no solo es uno de los automóviles más significativos de la historia, sino que resultó ser un éxito comercial, con 13.000 unidades vendidas hasta 1931. Unos meses antes de su muerte, estaba trabajando en su mayor obra maestra, pero todavía estaba enamorado de su juguete. «'Turandot' está casi terminado. Solo falta el dúo del tercer acto. Ahora estoy esperando que los poetas me envíen los versos… Por suerte tengo mi Lambda», apuntó.
Y también le apasionan las lanchas motoras. Compra varias incluido un yate de 13 metros, al que bautiza Cio-Cio-San –nombre de la heroína de 'Madama Butterfly'–, adquirido en 1912 por 40.000 liras.
El templo de la velocidad
Pero la relación de Puccini con el automóvil tiene también otra lectura, la de su vinculación con Monza. Si bien es ampliamente conocido que el maestro eligió vivir en el pueblo junto al lago de Torre del Lago en la Toscana, por el contrario, poco se cuenta que vivió en Monza entre 1886 y 1889, en un apartamento en el centro sobre la estación de tren. Su casa en 18 Corso Milano, el bulevar central que conduce a Milán, lleva hoy una placa que conmemora al genio creativo que vivió en esta casa. Su único hijo, Antonio, nació el 22 de diciembre de 1886 en la hermosa ciudad medieval a 10 millas al norte de Milán. Allí, en Monza, Puccini compuso su segunda ópera, 'Edgar', y Monza era la cuna del Gran Premio de Italia, el templo de un país que amaba la «bella macchina» como pocos. Años más tarde, en la primavera de 1924, en una de sus últimas cartas, expresó su deseo de volver a Monza solo para asistir a la pista histórica. Pero su débil salud mientras trabajaba en su obra maestra ambientada en China, el inigualable 'Turandot', le impidió regresar para el Gran Premio.
Hizo un último viaje en el coche, uno corto hasta la estación de tren de Pisa, el 4 de noviembre de 1924. Se dirigía a Bruselas, un viaje de ida inesperado porque allí murió, con una hemorragia en las secuelas de una cirugía de garganta drástica y experimental.
Ya lo dijo en su libro 'La verdad de Elvira': «E auto sempre più veloci e, ahimé, costose. Ma la passione è tutto, è vita…» («Y coches cada vez más rápidos y, por desgracia, caros. Pero la pasión lo es todo, es la vida»). Y Giacomo Antonio Domenico Michele Secondo Maria Puccini sabía mucho de pasión.
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