U na banda es una familia en la que gentes de toda edad y condición, que de otra manera nunca se encontrarían, se unen para hacer música», dice Ángel Páez, director de la Banda Municipal de la Escuela de Música de Valladolid (EMMVA). Desde hace meses no hay acto público en el que no esté, ya sea una procesión, un desfile de cosplay o el reconocimiento al arzobispo como hijo predilecto de la ciudad.
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Marchas, pasodobles, música de cine, sacra, clásica, pop, nada que sirva para acompañar la vida le es ajeno, pero ¿qué tocar cuando a una autoridad religiosa le otorgan una distinción civil? «Empezamos con una marcha para ambientar y el pasodoble que nos ha compuesto el toresano David Rivas, que vendrá a la Escuela a un encuentro con los alumnos. Nos enteramos de que a Ricardo Blázquez le gusta 'La misión' y compramos la partitura de banda. Luego el 'Ave María' de Vavilov y terminamos con una marcha triunfal». Último programa de una joven banda que lleva dos años fraguándose y muestra ahora el resultado.
Su alma es el saxofonista Ángel Páez, un sevillano al que los estudios le fueron llevando hacia el norte.Primero al Conservatorio Superior de Salamanca, luego a Reino Unido. Varios compañeros decidieron constituirse en cooperativa para impulsar la Escuela de Música Municipal de Valladolid. «Empezamos en 2013 con cien alumnos y ahora tenemos 1.650».
Páez quería transmitir su pasión por la banda. «Los alumnos reciben sus clases pero ahí se queda. En cambio la banda te engancha. Yo siempre toqué en la de mi pueblo desde pequeño y esa experiencia con el público y los compañeros es inigualable. Viajas, te expones en actos que de otra manera ni conocerías y comparten atril un chaval de la ESO, con un empleado de banca o un fontanero sin que importe ninguna otra circunstancia que la de tocar». Por eso quiso impulsar la banda. «En la provincia las hay muy buenas como la de Arroyo o la de Íscar, pero faltaba una en la ciudad». Se lo propusieron a la Concejalía de Educación y Juventud y Victoria Soto apostó por ellos. «Se han comprado instrumentos, percusión para desfilar, timbales. Acudimos a los actos en los que se nos solicita nuestra presencia».
A veces echa de menos tocar, pero ya le ha encontrado el gusto al podio. «Sigo formándome con Romea, con Salado, con Vicente Soler. Te das cuenta de que la técnica es importante, de que no hay tanta diferencia entre la dirección orquestal y la de bandas, pero lo más importante es la gestión de las personas, ser capaz de estimular a los músicos, sacar el máximo de ellos en un tiempo mínimo. Ahora me arrepiento de reproches que hacía desde la silla». Casi setenta músicos de entre 14 y 72 años forman la EMMVA que tienen ensayos regulares cuatro horas a la semana. Algunos de la treintena de profesores se unen, como Gabriel, percusionista de refuerzo de la OSCyLtambién. La próxima cita con la banda: el 19 de junio, en la Cúpula del Milenio, gala en favor de la lucha contra el ELA.
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