Los poetas que viven en el poeta

Con Juan Ramón como capitán informal de la Generación del 27 en el inicio, y con la Generación del 70 como tope, Lostalé recoge en este libro, con edición de Cereijo, artículos, críticas, reflexiones o entrevistas con algunos de los grandes poetas de este tiempo, unos desaparecidos y otros, muchos, vivos y de palpitante actualidad. Desde Gerardo Diego , Luis Rosales, Gloria Fuertes o Francisco Pino hasta Colinas, Brines, Carnero, Tundidor, Gamoneda, Villena, Corredor- Mathéos, Gimferrer, Siles, Pureza Canelo, César Antonio Molina, Clara Janés o Rafael Soler. Hasta el número de 33. Solo una pequeña muestra de esa ingente labor de difusión cultural, esencialmente poética, a la que ha dedicado su vida el autor de 'La rosa inclinada' y 'Tormenta transparente'.

Los poetas que viven en el poeta. Los que le han servido, directamente o indirectamente, para encontrar su propia voz y entregarla más tarde a ese riquísimo caudal común que es la poesía escrita en castellano a lo largo del tiempo. Porque, como advierte con certeza Pureza Canelo, directora de la colección, «el milagro de la creación se da igualmente en la lectura». Por la convicción, como vuelve a recalcar Cereijo, de que «de las páginas de otros, y justamente por serlo» es de las que podemos esperar «las revelaciones más decisivas y el goce más vivo y libre».

A veces se trata de la crítica de un libro concreto. A veces de las obras completas de un autor. A veces, de la pura inmersión en su poética, en su manera personal de abordar el misterio de la poesía. Siempre de auténticas experiencias lectoras, como cuando Lostalé le escribe a Álvarez Ortega: «Quiero decirte, Manuel, que durante la lectura de tus libros la tensión de lo absoluto se hizo, en mí, carne». Carne: literatura viva en el corazón del lector.

Un modo, también, de vivir dentro de la poesía, como cuando Lostalé advierte, leyendo a Pureza Canelo, que es posible habitar la poesía «como se habita un cuerpo». Cuando reconoce en la poeta que su entrega a la creación «ha sido siempre destino». También «honda y sincera fe de vida», en el caso de Luis Antonio de Villena, parafraseando a José Hierro. «Me importa la poesía porque me importa la vida», que dice Francisco Brines en uno de los capítulos más intensos y más reveladores del libro, en esta ocasión en forma de encuentro y entrevista.

En este camino de sabiduría poética, de la mano de la mano de Lostalé encontramos algunos hallazgos, como el repaso de esa poesía «hondamente seria» dentro del juego, la burla y el escamoteo de José Bergamín, al que rescata del «limbo estéril» en el que ha vivido tantos años. Pero sobre todo se nos ofrece una manera de volver a sentir la palabra de algunas de las grandes referencias del siglo pasado. Y de éste en el que vivimos.

Poesía sin máscara, poesía como consumación, como expresión moral, como memoria, como pérdida, como encendido amor, como isla, como acontecer, como alumbramiento, como sabiduría, como delectación del lenguaje, como toque de eternidad y victoria frente al tiempo. Como «disparo engendrador», en alusión a Rafael Soler. Muchas poesías, en fin, en una sola, reunida como materia esencial por las manos de Lostalé. «Quien lee vive más», dice el poeta desde su propia experiencia lectora. No se puede rendir un homenaje mejor al noble ejercicio de la crítica literaria.