'Jacob 12', de Alfonso Albacete, en el Patio Herreriano. CArlos espeso

Qué pinta la pintura española

56 autores y 170 obras, 20 ellas de la Colección, cuentan en seis salas del Patio Herreriano la 'Renovación permanente' de la pintura española

Victoria M. Niño

Valladolid

Viernes, 12 de marzo 2021, 08:39

Hay botes de pintura abiertos y otros cubiertos por capas del color que guardaron. Un archivador deja ver láminas ordenadas en unos cajones mientras otras, a sus pies, esperan clasificación. Las ventanas del claustro a la entrada están cubiertas de un polvo intencionado que oculta ... la realidad al curioso mientras que otras están pintadas de tonos opacos por un lado, con brochazos gruesos por otro. Cuelgan de un techo panes y de otro, telones que sugieren una jaima. Y muchos cuadros, seis salas del Patio Herreriano resumen cincuenta años de 'Pintura. Renovación permanente' en España. 170 obras, 20 de ellas de la Colección de Arte Contemporáneo, de 56 artistas, han sido seleccionadas por Mariano Navarro, el comisario de la exposición, para esbozar los caminos que enlazan abstracción y figuración.

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Frente al tradicional punto de partida en los ochenta, Navarro se retrotrae a los setenta como momento fundacional de una contemporaneidad que tiene en los noventa su segundo punto de inflexión. En medio, la feliz primera década democrática, apoyo político a la cultura, una elite económica predispuesta al mecenazgo y una feria, ARCO, escenario idóneo.

«En los setenta conviven figuración y abstracción. A partir de ahí hay una conceptualización del pintor que reflexiona sobre cómo la pintura se inmiscuye en otras prácticas artísticas y lo difícil que tienen aquellas la incorporación de la pintura. Un artista conceptual tiene difícil pintar, en cambio un pintor tiene fácil meterse en el arte conceptual», explica Navarro. La pieza primera de este discurso es 'Homenaje a Rothko', de Nacho Criado, considerado el padre del arte conceptual español. Expuesta en 1970, la obra, que pertenece a la Colección del Museo, es la espina dorsal de la sala 4. El color que articula los cuadros del letón adquiere en Criado forma escultural, con dos bocetos en papel. Artista sin estudio, el almacén y el lugar de trabajo de Criado es su cabeza. Para él la obra no es legado a la posteridad sino exploración. La desmaterialización de la pintura es el nexo entre Ignasi Aballí, el malgastador de los botes abiertos del comienzo, las palabras impresas con DIMO que sustituyen al color de Pep Agut o el goteo de Juan Carlos Bracho, una suerte de 'pollock' analítico.

Navarro cerca en la sala 3 la pintura expandida que, con vocación escultórica, escapa de la pared. Sonia Navarro conecta sus espartos con las manufacturas, Mitsuo Miura esculpe formas orgánicas de color mientras que Pitarch transforma metonímicamente el recipiente de la pintura en una escultura a través de infinitas capas.El contenido envuelve al continente.

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El gato del bodegón

La Sala 6 acoge el retorno a la abstracción o pintura fluida. El segoviano Carlos León recibe al visitante con un políptico de sombras negras que extrae esencias mitológicas. Las geometrías sugerentes de Elvira Amor e Ignacio Tovar comparten solemnidad con la rítmica lluvia de Juan Navarro Baldeweg y la de Antonio Ballester Moreno. El paisaje es para estos pintores forma antes que color, composición o perspectiva. Una de las paredes está cubierta por los 'papeles' de Sabine Finkenauer. «Son frisos seriados, secuenciados por el color y por el ornamento. Tiene un doble ritmo, horizontal y vertical. Tanto en el papel como en los lienzos, mi trabajo siempre parte del dibujo», explica la alemana afincada en España. Precisamente uno de sus lienzos cuelga en la Sala 8, el espacio que potencia las obras de gran formato gracias a su altura y sus ventanales. La habitan los cuadros de la llamada figuración 'a-representativa', cuyo germen históricos está en un grupo de pintores que coinciden en Madrid en los setenta y producen obras entre la figuración y la abstracción a la que suman el humor. Luis Gordillo es el veterano y Eloy Arribas el benjamín. En medio Secundino Hernández y su fe en el dibujo como «actividad intelectual más elevada» o la poesía onírica de Alejandra Freymann. Los bosques, tan distintos, de Santiago Giralda y Finkenauer custodian el 'Astronauta' de Abraham Lacalle, una explosión cómica y colorista del almeriense cuya obra 'Portería' muestra Almodóvar en su 'Dolor y gloria'. Miki Leal cita a Goethe y a Cheever como en la Sala 7, de figuración narrativa, cita Luis Cruz a Höch o Rembrandt. Jorge Diezma revisa el bodegón barroco y lo atraviesa un gato enfadado mientras Victoria Civera remueve desde el dibujo esquemático las torturas de Abu Ghraib.

Finalmente, en la Sala 5 ha sido instalado el Taller de pensar, «una manera de meternos en la cabeza del artista, en su modo de trabajar», explica Mariano Navarro, artífice con Cristina Fontaneda y Javier Hontoria de este recorrido por la pintura española abierto hasta el 29 de agosto.

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