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Marina Núñez, delante de sus obras 'Botánica' I y II El Norte
La piel transparente y vegetal de Marina Núñez

La piel transparente y vegetal de Marina Núñez

La artista palentina interviene con sus obras en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid

Angélica Tanarro

Valladolid

Martes, 13 de febrero 2024, 12:29

Algo en la trayectoria artística de Marina Núñez (Palencia, 1966) alude siempre a la idea del eterno retorno y así es también en 'Nada es tan profundo como la piel', la exposición que hasta el 10 de marzo se puede visitar en el Museo Lázaro Galdiano de Madrid. Así lo señala Isabel Tejeda comisaria de una muestra concebida como algo más complejo que una intervención en la colección del museo. Una serie de obras más que invadir visitan, dialogan, contrastan y se mezclan humilde o espectacularmente con las piezas de enorme valor que el matrimonio formado por Lázaro Galdiano y Paula Florido atesoró a lo largo de su existencia y que en origen se concibió como como una gesamtkunstwerk, es decir, una obra de arte total y a la manera de los gabinetes de curiosidades. Esta es una de las cuestiones que diferencian esta exposición de otras intervenciones de Núñez en espacios históricos como la titulada 'Tinieblas y luz' que hizo para la catedral de Burgos en 2008, o la intervención 'Vanitas' en 2021 para el museo Thyssen Bornemisza de Madrid.

La frase de Paul Valéry que da título a la muestra le sirve a la artista para reivindicar la epidermis entendida no como frontera o simple envoltorio de lo más profundo del ser humano sino como la superficie que nos conecta con el exterior y es al mismo tiempo el mapa donde se imprimen nuestras vivencias y eso indefinible que subyace en nuestro interior y a su través sale a la superficie. La piel que es también el lugar del ornamento y ornamento es un concepto pilar de esta exposición. Todo en el museo (las molduras, los techos, el mobiliario) es un canto a la ornamentación, pero también las telas y ropajes de los personajes representados en las pinturas de la colección le sirven a la artista palentina para recrearlas en sus obras. Piel y ornamento, lo presuntamente superficial defendido aquí como lo que también nos constituye e identifica.

Sala de armaduras. Borja Morgado

Mujeres son todos los personajes presentes en la exposición. Marina Núñez se ha caracterizado no solo por reivindicar la figura femenina sino por retorcer los tópicos y estereotipos ligados a su imagen en la historia de la cultura. Su feminismo pasa a menudo por servirse de esos mismos tópicos y reivindicarlos como una forma de libertad. Así sus dafnes no se quedan atrapadas en la forma vegetal sino que de su cerebro brota la vida y se expande.

Sin duda dos piezas de las que componen la muestra se quedarán por su espectacularidad en la mente del espectador que la visite. Se trata de dos grandes rostros femeninos situados en el salón de honor del palacio, un espacio dedicado a la pintura española de los siglos XV y XVI. Artista y comisaria decidieron ocupar los dos únicos espacios libres de una sala particularmente llena de cuadros y objetos: los ventanales. 'Botánica' I y II son dos enormes impresiones digitales sobre aluminio de 300 x 132,5 cm cada una. Representan dos rostros femeninos sin pelo, de encaje transparente (debajo de esa piel no hay nada) a los que le crecen unas esferas de distinto tamaño que simulan esporas: dentro de ellas surge la vida, en el juego entre representación y meta representación que supone toda la muestra. Las plantas que aparecen en esas esferas están realizadas con inteligencia artificial.

'Historia natural'. Borja Morgado

Arte, ciencia y tecnología han sido y son las líneas maestras del argumento de sus obras. Y el movimiento, una constante en sus exposiciones a través de la vídeo proyección. La segunda pieza espectacular de la muestra se instala en la sala de armaduras. También en esta ocasión la artista ha ocupado los huecos acristalados que comunican lo que en realidad era el zaguán del palacio con los jardines que lo rodean. Son ahora las pantallas sobre las que se proyecta 'Las herboristas'. El trazado del 'suelo' simboliza el jardín y los pórticos que separan y abren dicho jardín hacia un espacio oscuro son arbóreos pero también aluden a los ventanales abiertos al paisaje de las pinturas flamencas. Las herboristas, mujeres cubiertas con mantos dorados también de ornamentación vegetal y a las que no se les ve el rostro, recorren el espacio 'interior' mientras que unas enigmáticas figuras compuestas por una presunta cota de malla igualmente transparente (de nuevo la piel, el ornamento per se) se sitúan en ese otro espacio oscuro e infinito y lo recorren en sentido contrario. Una música compuesta para la pieza por Luis de la Torre recuerda la música del Renacimiento.

'Envidia?. Borja Morgado

Por último, por lo que se refiere a las piezas de gran tamaño encontramos las situadas en lo que fuera el salón de baile del palacio. Marina Núñez ha reproducido la marquetería del suelo original en tres impresiones y sobre cada una de ellas aparece, como un trampantojo una mujer a la que cubre un sudario ornamental. También aquí una mano, una porción de pierna, nos muestran que sus cuerpos son encaje vegetal, que están huecas, pero que es ese encaje su consistencia. No es causal y así nos lo recuerda Isabel Tejeda que la sala la presida un retrato de Gertrudis Gómez de Avellaneda, la escritora romántica hispanocubana antiesclavista y pionera en la lucha por la independencia de las mujeres.

Cristales y pan de oro

El resto de las piezas que componen la intervención son ya de menor tamaño. Al entrar en la sala 9 del Museo, dedicada a los retratos femeninos, la mirada queda colgada de la gola de tul que rodea el cuello de la Duquesa de Medinaceli. Y cuánto tiene que ver con la iconografía de la artista que ahora ocupa la sala con dos grisallas a lápiz que son las dafnes anteriormente aludidas.

'Gótico'. Borja Morgado

También la técnica del pan de oro de la pintura gótica tiene aquí su interpretación en tres dríades, tres ninfas, agrupadas bajo el título 'Gótico', que parecen volar cubiertas de un manto rojo. De nuevo sólo tenemos noticia de una porción de sus cuerpos: el pelo flotante en el que la artista se apropia de la simbología de la cabellera femenina, o los pies, en realidad raíces que no las atan a la tierra. Vuelan pese a todo.

La tecnología en fructífero diálogo con la imagen artística se muestra en cuatro pequeñas 'esculturas' transparentes en sus urnas de cristal. Realizadas con impresión láser y luz led muestran cuatro mujeres cuyos cuerpos están formados por minúsculas representaciones de planetas, virus o bacterias, neuronas o protozoos. Microcosmos natural ('Historia natural' es su título) que alude entre otras cosas, a las bacterias que alberga nuestro cuerpo. Estas delicadas composiciones a caballo entre lo tecnológico y lo poético dialogan con dos grandes representaciones religiosas de la Inmaculada Concepción que presiden la sala.

Un minucioso trabajo de investigación está detrás de cada una de las piezas que componen la muestra. Para la artista, explorar las posibilidades de las nuevas tecnologías ha sido siempre un motor de su trabajo, como lo es la mirada retrospectiva, la revisión de los mitos e hitos que sustentan nuestra cultura. Por diferentes caminos que emprenda algunas de estas constantes hacen que sus obras sean plenamente identificables como suyas. La preocupación por la naturaleza es una de esas constantes. Ya en 2009 en la exposición que hizo para el Musac de León se preguntaba por la identidad humana y abogaba por un post humanismo que apoyara su conexión con la Naturaleza. Las mujeres que habitan hasta el 10 de marzo el Lázaro Galdiano son Naturaleza. No dejen de visitarlas.

'Ornamento'. Borja Morgado

Cuando el arte contemporáneo dialoga con el pasado

De un tiempo a esta parte pero sobre todo desde el cambio de siglo museos de arte contemporáneo situados espacios históricos aprovechan ese patrimonio para hacer un discurso diferente a la hora de exponer sus piezas. Se trata de contar una historia actual sin olvidar la potencia del continente. De la misma manera museos con colecciones clásicas o 'históricas' buscan la intervención del arte más actual, indagan en influencias e inspiraciones, muestran que la historia es cíclica. En Valladolid tanto el Patio Herreriano como el Museo Nacional de Escultura han apostado en diferentes momentos por esta línea y en ocasiones la confluencia de proyectos ha dado frutos tan interesantes como el protagonizado por Eva Lootz en 2020. Para Javier Hontoria, director del Herreriano, se trata de la conciencia que toda institución museística contemporánea tiene de que tan importante es lo que se cuenta como el cómo se cuenta. «Cada día estamos más implicados en contar las cosas de una manera diferente. Las instituciones que tenemos la fortuna de poder exponer en espacios emblemáticos estamos interesados en intervenciones específicas, es decir, en proyectos muy relacionados con el espacio que los va a acoger. Algo que en los sesenta ya hicieron artistas como Daniel Buren y que en los noventa tuvo continuidad en la sala de turbinas de la Tate. Nosotros no tenemos una sala así, pero tenemos un espacio histórico que queremos hacer emblemático». «Aprovechar la especificidad del lugar se puede hacer desde distintas perspectivas: histórica como la de Jacobo Castellano, que imaginó cómo hubiera sido la salida del retablo de Berruguete del Monasterio de San Benito, del que forma parte el Museo, hasta el Museo Nacional de Escultura; perceptiva como la de Soledad Sevilla o escénica como la de Juan Muñoz». También Alejandro Nuevo, director del Museo Nacional de Escultura de Valladolid, está a favor de abrir sus salas al arte contemporáneo. «Al fin y al cabo –afirma- períodos artísticos tan significativos como el Renacimiento y el Barroco o artistas como El Greco, Alonso Berruguete, Velázquez o Goya, por citar solo algunos ejemplos, han influido en buena parte de los creadores contemporáneos, los cuales han hecho de los museos y de la obra de sus antecesores, una fuente de continua inspiración y revisión». El plan estratégico del museo para el periodo 2023-2026 contempla la apertura de los límites de la institución para dar cabida a exposiciones temporales de escultores de los siglos XX y XXI que han encontrado esa inspiración en maestros de los siglos precedentes. El compromiso del museo con el arte contemporáneo viene de lejos, añade su responsable. «Han sido múltiples las exposiciones e instalaciones que han tenido lugar en los últimos años, desde Miró o Baltasar Lobo hasta Eva Lootz o Bernardí Roig y, ya en épocas mucho más recientes, con la presencia en nuestras salas de obras de Santiago Ydáñez o la lectura que Rogelio López Cuenca realizó sobre la producción de Picasso y que acabamos de clausurar. Y en esa línea seguiremos trabajando. Ya es pública la colaboración que se establecerá entre el Museo Nacional de Escultura y el Museo Chillida Leku con motivo de la celebración del centenario del nacimiento del autor guipuzcoano». En su opinión, «es esencial poner en valor el papel que juegan los artistas actuales en nuestra sociedad en nuestra forma de acercarnos e interpretar el arte, en la adopción de miradas poliédricas tanto sobre los objetos que se representan como en relación a otros conceptos más abstractos y determinantes en este transcurrir de la historia del arte».

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