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Representación de la peste en la antigüedad. Biblioteca Nacional
Ex peste, litterae

Ex peste, litterae

Literatura e historia inmortalizaron pandemias anteriores, que llegaron a acabar con célebres literatos mientras otros escribían sus obras maestras

Eduardo Moga

Valladolid

Viernes, 24 de abril 2020

Por mucho que crezca la epidemia del coronavirus –y crecerá mucho–, es imposible que alcance las dimensiones devastadoras que tuvieron algunas plagas históricas. Las pestes han acompañado al ser humano desde que abandonó el modo de vida basado en la caza y la recolección y ... abrazó el sedentarismo de la agricultura y la ganadería: un salto civilizatorio que suele considerarse un gran avance, pero que algunos historiadores, como Yuval Noah Harari, el autor del celebrado 'Sapiens', creen el mayor timo de la historia de la humanidad. Los pueblos y ciudades en los que se asentaron los hombres cuando decidieron cultivar el campo en lugar de recoger frutos silvestres y dar muerte a ciervos y jabalíes –tarea esta última, sin duda, peligrosa y cansada–, se convirtieron en un gran foco de insalubridad y podredumbre, donde se incubaban, con descorazonadora facilidad, catastróficas pandemias. Unas de las peores fue la peste bubónica que asoló Europa entre 1346 y 1353. Aquella hecatombe produjo cincuenta millones de muertos, casi dos terceras partes de la población del continente. Pero también dio pie a una de las cumbres de la literatura medieval, el 'Decamerón', que Boccaccio escribió cuando Florencia, la ciudad en la que vivía, aún sufría los efectos de la «muerte negra». El libro reúne un centenar de cuentos, exaltadores del amor y la coyunda, que un grupo de jóvenes, refugiados en una villa a las afueras de la ciudad, se cuentan para entretenerse y olvidar la plaga, aquella «pestífera mortandad (…) universalmente funesta y digna de llanto», cuyas miserias Boccaccio no se abstiene de detallar. El arrasamiento que produjo la peste hizo bailar a todo Occidente. Pero eran danzas de la muerte, de las que las manriqueñas 'Coplas a la muerte de su padre', escritas un siglo después de aquella gran calamidad, constituyen una de las postreras pero más nobles expresiones.

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