Uno con frecuencia se pregunta cómo los medios de comunicación nos llenan los oídos con palabras polvorones. Frases grandilocuentes que nos atestan la boca, impidiendo cualquier expresiva manifestación. Palabras que llegan a la dicción no habiendo pasado por la cabeza. Coletillas, eslóganes con los que ... se quiere exponer el razonamiento en una frase con buena eufonía y fácil aprendizaje. Grupos que manifiestan una oposición atacando al contrario, muchas veces ambos adversarios con las mismas consignas. Adjetivar al enemigo con abultados insultos que la mayoría de las veces no son oportunos y el resto son mantras con los que se quieren manifestar la superioridad de sus consignas frente a la pasividad del contrincante. Nosotras somos demócratas, mientras que vosotros sois fascistas. Nosotros manifestamos libertad, al revés que el otro grupo al que únicamente le mueve la censura. En fin, interminable alardes con poco recorrido sensato y madurado.

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El feminismo que denomino de domingueras y domingueros, vestido sin género pero con espurias intenciones, se manifiesta con públicas pintadas en las camisas u otros recipientes donde hacer de los cuerpos carteles de espectáculos. Vamos, como dice el refrán, «el hábito no hace al monje». Quién no recuerda a la presidenta Carmen Calvo cuando se presentó con una camiseta en la que se leía: «Yes I´m a feminist». De una manera dominguera y nada defensora de su lengua materna, el castellano, anticipando lo que más tarde vemos («El español es de pobres, tienes que aprender inglés. Yes, mon». El Roto), el desprecio por un estado democrático en el que diferentes miembros del país se puedan manifestar sin tener que recurrir a desafecciones lingüísticas. Ella quiso expresar que es feminista, haciendo hábito. De esa manera la camisa se agotó en las tiendas. ¿Se llevó comisión por ventas? Bromas aparte, el feminismo es de machos y hembras, y hay machistas femeninos y masculinos.

Esta retahíla viene a cuento de una publicación que por su finura, poco grosor, en el tratamiento del feminismo, pueda alejar cultivando, a cualquier hincha de fin de semana. Me estoy refiriendo al libro Ser feminista. Pensamiento y acción, Alicia H. Puleo (ed.) con el que se rinde homenaje a los 30 años de andadura de la Colección Feminismos de la editorial Cátedra y la Universitat de València. Un saber que se adentra en una variedad de cuestiones políticas, sociales, filosóficas, feministas, etcétera. El hecho de que Alicia H. Puleo, catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Valladolid y directora del proyecto desde 2014, haya colaborado con asiduidad en la revista cultural En taquilla, eleva el interés por mi parte en dicho estudio. A lo que vamos.

Feminismo: sexo, género, igualdad, lucha, violencia, paridad, etcétera. Una fiesta reivindicativa es lo que encontramos en estos textos, en estos pasajes que en ningún momento se muestran dogmáticos, indubitativos. En ellos 40 autoras y autores (¿paridad?) desgranan muchos temas, situaciones que nos pueden y deben contraponer opiniones, comulgando o disidiendo, siempre desde una actitud crítica y reflexiva, evitando caer en fácil «catecismo». Afianzarse con estos breves ensayos de largo recorrido. Revisamos, hacemos un tranquilo recorrido por el índice, sin apresurarnos, seleccionando los títulos, leyendo los epígrafes, «La construcción social de los géneros tal como nos es conocida no es sino la construcción misma de la jerarquización patriarcal» (Celia Amorós), que los complementan. Sea por lo poco que de ello sabemos, -interseccionalidad, mansplaining, etc- o por encontrar la oportunidad de aprender, consolidar lo que bulle en nuestro caletre. El plus lo encontramos al final de cada uno de los artículos, donde hallamos una oportuna bibliografía e información en material audiovisual, como buen complemento para nuestras dudas. Conviene contemplar las ilustraciones que acompañan los diferentes temas antes de su lectura. Tu imaginación se sentirá más creativa e independiente. Siendo para la ilustradora, Verónica Perales, el cabello o el vello corporal una metáfora visual con la que quiere ilustrar el significado que tiene y tuvo el pelo en la identidad social y cultura a lo largo de la historia.

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Sobre el patriarcado, el machismo, un amigo decía, me contaba:» Estoy harto de tener que ser un hermoso príncipe que marcha a la guerra y regresa victorioso para conquistar a la princesa. Prefiero ser villano de aldea con rucio, que lee a Cervantes y sueña como Sancho Panza».

No puedo cerrar estas líneas feministas sin mencionar A contra pelo, de Bel Olid, libro editado por Capitán Swing. Páginas que se leen de un tirón, invirtiendo tiempo en subrayados y alguna relectura, que evocan mis pretéritas épocas insurgentes y reivindicativas. Opiniones de ágil lectura encaminadas a ser devoradas por adolescentes y jóvenes que, rebelándose contra la depilación, manifiesta un motín contra lo establecido. La oposición a la violencia de género. Atractivo panfleto contra la mayoría.

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