Paisajes urbanos en armonía

Los premios Pritzker van incorporando la presencia de nuevas arquitecturas, que emergen poderosas dentro del escenario global que vivimos, pues el desplazamiento de la economía mundial hacia el océano Pacífico es inexorable y el viejo Occidente envejece en el confort de sus logros, surgidos de unos valores invocados pero olvidados hace tiempo. Exceptuando a Japón y su destacada aportación a los Pritzker, hace tiempo que los nuevos proyectos innovadores, asociados a la imagen del poder, surgen en países de economías pujantes, como las del Golfo Pérsico, Malasia, Singapur, Corea del Sur, India y, por supuesto, la gran urbanización de China y su constelación de territorios ocupados por megaciudades y aglomeraciones urbanas.

Sin duda, más allá de firmas foráneas reconocidas y contratadas para algunos edificios singulares, existen equipos locales de interés, pero sus nombres no suelen figurar en las quinielas de los Pritzker y su nominación supone sorpresas, rápidamente corregidas por la celeridad de las redes. Así sucedió con los casos de Wang Shu, primer Pritzker chino en 2012, (a los efectos I. M. Pei fue un arquitecto norteamericano) y Balkrishna Dosi, primer arquitecto hindú en 2018… y cuántos más pueda haber.

Liu Jiakun, premio Pritzker de 2025, puede parecer la sorpresa de este año, pero ya era conocido por su participación en la Bienal de Venecia y como autor del primer Serpentine fuera de Londres, en 2018 en Pekín y a 500 m. de la Ciudad Prohibida. Su designación está plenamente justificada por la solidez, innovación y sensibilidad de su obra. Nacido en 1955 en Chengdu, hijo de padres médicos, su vida testimonia las profundas y aceleradas transformaciones experimentadas por China. Tras vivir como campesino en el campo chino a través del programa 'juventud educada'; se sentía atraído por la escritura y el dibujo y, en 1978, ingresó en el Instituto de Arquitectura e Ingeniería de Chongqing. Tardó en llegar a la Arquitectura pues, tras su graduación, trabajó en el Instituto de Investigación y Diseño Arquitectónico de Chengdu y estuvo varios años en el Tibet, ajeno al ejercicio de la Arquitectura pero, en 1993, renació su interés influenciado por un compañero de estudios, Tang Hua, orientándose a la búsqueda de una expresión personal. En 1999 fundó su estudio: Jiakun Architects. No por ello abandonó su actividad literaria, en la que conoció la censura, pues durante 15 años no pudo publicar su obra 'Project Moon'. En ella, un arquitecto plantea una ciudad utópica, fundamentada en la calidad de vida y su relación con la naturaleza: un creador responsable, alejado de esperpentos pretenciosos como el inexplicable 'Brutalista', tan valorado por Hollywood. Sus 25 años de carrera se concretan en unas 30 obras de gran calidad, variadas escalas y todas ellas realizadas en China.

Alejandro Aravena, presidente del jurado de los Pritzker, afirma que «en un mundo que tiende a crear interminables periferias aburridas, Liu ha encontrado la manera de construir lugares que son al mismo tiempo un edificio, una infraestructura, un paisaje y un espacio público… Su obra puede ofrecer pistas impactantes sobre cómo afrontar los retos de la urbanización en una era de ciudades en rápido crecimiento». Ciertamente, parece aludir a la supermanzana/ barrio 'West Village' (2015) en Chengdu, un proyecto para crear comunidad, con la escala de un masterplan y cuya ejemplaridad dista mucho de la construcción masiva, predominante en los desarrollos urbanos de los últimos 30 años en China. La mezcla de usos aporta autonomía al conjunto, equilibra densidad, compacidad y permeabilidad al interior del conjunto. Además, la profusa introducción de vegetación se convierte en un poderoso foco verde que se expande a su entorno urbano. Pero la variedad de sus proyectos es amplia, abarcando desde planes urbanísticos a edificios académicos, museísticos, paisajismo, etc… su aproximación a ellos no obedece a patrones preconcebidos, sino a su adaptación al lugar y el servicio a los usuarios. Tal vez influenciado por Bruce Lee («Be water, my friend»), Liu afirma que siempre aspira «a ser como el agua, a penetrar en un lugar sin una forma fija propia y a fusionarme con el entorno local».

En 2008 un terremoto de intensidad 7.9 devastó la provincia de Sichuan y provocó 90.000 muertos. Liu colaboró como voluntario sobre el terreno y realizó una obra muy sencilla, pero tal vez, su favorita: el Memorial Hu Huishan, dedicado a una adolescente de 15 años, que acoge algunos objetos personales en un pequeño pabellón, como homenaje a las víctimas, reflexión sobre la fragilidad de la vida y referente para la memoria colectiva, una constante que subyace en sus obras. Tal vez influido por su época de investigador, la contemplación de los escombros de ladrillo, le inspiró el reciclaje de estos, mezclados con cemento y fibra de trigo local, creando un nuevo material que denominó «ladrillos del renacimiento». Otra singularidad de Liu, que se apoya en la aportación de la artesanía local tradicional. Como si se tratara del debate sobre el sonido análogo o digital, su búsqueda le lleva a buscar texturas con imperfecciones visibles que aportan carácter a sus edificios. Así puede apreciarse en el Museo Shuijingfang (2013) en Chengdu. Un perímetro de estructuras de hormigón y ladrillo renacidos de las ruinas del terremoto de Wenchuan que rodea y protege los edificios de madera existentes.

La utilización innovadora de materiales tradicionales como el ladrillo se aprecia en edificios como el Museo de los Relojes en Jianchuan de Chengdu; la luz penetra desde un óculo, sobre un patio levantado con ladrillos rojos cuya curvatura interior, recorrida por el sol, «permite sentir el sonido, la luz y la sombra del tiempo». Un argumento similar se produce en el Museo Imperial de ladrillos de Suzhou (2016). También recurre a un óculo central bajo el que se desarrolla una escalera donde contrasta la materialidad del ladrillo con la fluidez de su utilización y la luz. El centro muestra el legado cerámico de las dinastías Ming y Qing. Los hornos Kiln conviven con los ladrillos dorados empleados para pavimentar la ciudad prohibida, el palacio de verano y las tumbas Ming.

La relación con la naturaleza es otra constante en la obra de Liu. Busca su incorporación tanto en el paisaje urbano, ya comentada en el 'West Village', como en espacios naturales. Así sucede en el Museo de Escultura Pétrea de Luyeyuan (2002), un edificio sin ventanas aparentes, donde la luz entra por resquicios laterales, y ofrece el minimalismo formal de un jardín zen (agua, césped, piedra) que contrasta con el brutalismo de su envolvente. Tampoco puede olvidarse la impresionante renovación del Acantilado de acceso a las cuevas de Tianbao, donde el edificio domina las vistas de un espectacular paisaje montañoso, aunque no es aconsejable para usuarios con vértigo.

La indudable personalidad de Liu Jiakun la acredita su citado recorrido vital, tan singular que tardó en decantarse por el ejercicio de la Arquitectura; pues se sentía tan implicado como escritor que como arquitecto. Él afirma que «escribir novelas y practicar la arquitectura son formas de arte distintas, y no busqué deliberadamente combinarlas. Sin embargo, tal vez debido a mi doble formación, existe una conexión inherente entre ellas en mi trabajo, como la calidad narrativa y la búsqueda de la poesía en mis diseños». Lo cierto es que su introspección ha dado un resultado abierto a la funcionalidad, la poesía y la belleza, reflejadas en la materialidad de sus obras, que siempre buscan la armonía con la naturaleza, incuso naturando entornos urbanos. Hace tiempo inició un relato que crea comunidad y da servicio para los ciudadanos, desde el espacio y los edificios públicos. En 2025 Liu ha logrado el máximo reconocimiento a la materialización de su relato arquitectónico.

• Temas
• Agua
• Edificios
• Arquitectura
• Premios
• China
• Sichuan
• Paisaje