Jose María Muñoz Quirós. José Amador Martín

En el origen de las cosas

Es en el lugar de la piedra, el de la atalaya, en el que se instala el último libro de poemas de Muñoz Quirós, 'El grito de un pájaro', publicado en Valladolid por Difácil

Carlos Aganzo

Valladolid

Viernes, 12 de marzo 2021, 09:22

De tanto regodearse en el vuelo (de la percepción, del alma, del poema), a la poesía de José María Muñoz Quirós (Ávila, 1957) parece que le cuesta poner pie en tierra. Como los vencejos de la Muralla abulense, prefiere ir del aire hasta el aire ... pasando por el aire. Y posándose únicamente en la atalaya, en los resquicios de la piedra. «Si me voy al fondo –escribe–, escojo el barro y siembro / una flor ya marchita». Pero si se va a lo más alto, como el pájaro solitario en su primera condición, lo que consigue es encontrar «el origen ritual de las cosas más libres». Un origen que no está en la tierra, sino en el aire, en el cielo, como esa claridad de Claudio Rodríguez, que siempre viene de lo alto.

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Éste es el lugar, el de la piedra, el de la atalaya, en el que se instala el último libro de poemas de Muñoz Quirós, 'El grito de un pájaro', publicado en Valladolid por Difácil. Precisamente en el año de los confinamientos. En el del enjaulamiento de los pájaros. El año en el que la incuria de unos y la inconsciencia de otros nos obligó –lo sigue haciendo– a quedarnos quietos, cautivos y desarmados: «como si nada importase más que estar parado / frente al misterio del paso de la vida». Una nueva entrega que da cuenta de la transparencia y la esencialidad de su última etapa poética. Un estado de máxima depuración donde cada poema, cada palabra, se convierten en puro material reservado.

En la levedad del verso, en la propia disposición de las estrofas se lee esa necesidad de vuelo. De canto de libertad apenas contenido. De grito esencial decantado hacia los territorios de la luz y la emoción. El poeta, deliberadamente proyectado en el aire, busca con denuedo el fulgor de cada instante, el brillo de cada momento vivido o soñado, lLa iluminación que provoca el surgimiento del poema: eso que Jesús Hilario Tundidor llama el «acontecer». Acude a la llamada de la belleza y pone a prueba su capacidad de asombro ante la «levedad oculta» que se adivina de tras del paso de las horas. Y escribe, en todo caso, como un ejercicio de desvelamiento.

El grito de este pájaro literario es un grito de sorpresa ante el devenir de las cosas, pero también de pura alegría por sentirse vivo y en alto. Su canto es un canto serenamente agitado, que vibra con la propia vibración del mundo y consigue, a través del pensamiento, de los sentidos o las propias intuiciones, convertir cualquier suceso (el calor del sol, el frío de la mañana, la oscuridad sobrevenida de la noche, el abismo del silencio…) en un acontecimiento. Solo al leer en conjunto el puñado de poemas que componen el libro nos damos cuenta de que el escritor ha inventado un nuevo ritual para subvertir definitivamente el orden de las cosas. Arriba es abajo. Abajo es arriba. Y el cielo no es una aspiración, sino un origen.

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