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IRENE GRACIA
Olas del Mar Muerto

Olas del Mar Muerto

Mitologías ·

Aunque seamos agnósticos, los que nos hemos criado en las culturas del cristianismo tenemos ciertos lugares tan incrustados en la cabeza que es imposible no emocionarse cuando al fin te detienes ante ellos

Jesús Ferrero

Valladolid

Viernes, 7 de febrero 2020, 07:25

Habíamos estado comiendo en una aldea jordana y nos íbamos acercando al Mar Muerto por una carretera que ascendía por una colina rocosa. Era una tarde plomiza y blanca, de una luz espectral que difícilmente voy a olvidar. La humedad se notaba en la atmósfera, ... y eso que prácticamente estábamos en el desierto. A nuestra derecha, sobre un pedregal gris y rojo, un beduino había plantado su tienda y fumaba un cigarrillo junto a su camello, y a la derecha veíamos un monasterio franciscano junto a un mirador con flechas que indicaban las direcciones de Ebrón, Mar Muerto, Herodium, Belén, Qumrán, Jerusalén, Ramala, Jericó, Nablus y el lago Tiberíades. Estábamos sin duda en lo que llamábamos antes Tierra Santa, aunque del lado de Jordania, y el paisaje se me antojaba profundamente bíblico. Era como tener ante tus ojos todo el Nuevo Testamento y de paso también el Antiguo, con sus ciudades malditas sobre las que cayó fuego, y los mares malditos en lo que no hubiese sido posible la pesca milagrosa.

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