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Desde la guerra de Troya hasta la Segunda Guerra Mundial la literatura ha ido dando cuenta del horror y de las consecuencias de las guerras de un modo –esto debería darse siempre por supuesto– indirecto por lo que tiene de ficción. También reflejan el juicio ... ético que cada sociedad les ha otorgado. Si bien en la 'Ilíada' los héroes son militares y el valor guerrero se alza sobre ninguna otra virtud, en 'Matadero 5', de Kurt Vonnegut, o en 'Trampa 22', de Joseph Heller, la representación literaria de la guerra alcanza extremos absurdos y paródicos por la brutalidad y el sinsentido que acompañaron a la Segunda Guerra Mundial. En el siglo XX, no hay nada heroico en el soldado que –dentro de un ejército masificado, anónimo y dominado por la tecnología– se lanza a luchar por unos ideales que muchas veces están fuera de su comprensión. Lo que al final ve el ciudadano es la masacre y la destrucción más allá de los ideales que hayan llevado al combate, y es necesario añadir que, por supuesto, no todas las razones para luchar tienen el mismo peso ni son justificables; las hay deleznables, como son el ansia nacionalista de conquista y las hay justificadas como la defensa del territorio y de la vida.
En 'Matadero 5' Billy Pilgrim combate en el bombardeo de Dresde. La novela es una parodia histórica donde aparecen los tralfamadorianos –seres extraterrestres que perciben la realidad en cuatro dimensiones– y donde la Segunda Guerra Mundial se mezcla en algunas ocasiones con la de Vietnam. La superposición de tiempos narrativos, la aparición de los extraterrestres, la confusión de guerras, de todo ello se aprovecha Vonnegut para criticar el espíritu bélico de la sociedad. Que la narración rompa con las convenciones de la novela realista ayuda a subrayar el sinsentido de la guerra. 'Trampa 22' es otra novela estadounidense –también de factura posmoderna e historicista– que cuenta la historia de John Yossarian, piloto de un B-25 Mitchell. La narración –como en el caso de 'Matadero 5'– no sigue el orden lineal como tampoco hay un único narrador que dé coherencia a la historia. Vonnegut y Heller dan cuenta de la brutalidad en sendas novelas en que las convenciones narrativas saltan por los aires con el propósito de subrayar el horror bélico, unas veces mediante la destrucción del tiempo lineal, otras mediante la parodia, en ocasiones repitiendo un único suceso desde distintos puntos de vista.
Hay otras novelas que –pasado ya el tiempo de la batalla– centran su indagación en la posguerra; momento propicio para trapacerías, acciones oscuras, y creación de pasados incólumes. Después de la Segunda Guerra Mundial, la necesidad de situarse en el bando de los buenos llevó a que muchas personas decoloraran un pasado de connivencia con los nazis mientras que otros vieron buenas oportunidades para negocios turbios. Patrick Modiano desarrolló este tema en 'Una juventud' –y continuó con él en otras muchas novelas– en la que cuenta la historia de Louis y Odile, dos jóvenes que viven en la Francia de la posguerra y tienen que tratar –en algunas ocasiones no por razones ligadas al azar– con personajes cuyo pasado es facineroso. Con anterioridad Modiano había publicado la 'Trilogía de la Ocupación' –'El lugar de la estrell, 'La ronda nocturna' y 'Los paseos de circunvalación'– ambientadas en los años de la connivencia de una parte importante de la sociedad francesa con los nazis cuando algunos –a rebufo de la situación excepcional– hacen negocios oscuros y tejen una identidad enrevesada y no menos azarosa. Son novelas que dan cuenta del antisemitismo que recorría la sociedad francesa, de la miseria moral y humana de ese momento, todo ello, a través de unas novelas que son, al mismo tiempo, una exploración de la identidad y de los lazos y servidumbres familiares a través de la memoria. Más que con la guerra en sí, en estas novelas nos encontramos con las consecuencias de la degradación moral que la siguió. Los personajes parecen a veces marionetas en manos de un destino que no controlan, o en las de unos desalmados que aprovechan los miedos y el desarraigo del momento.
Algo similar ocurre en 'Lealtades y traiciones', de Aleksander Tišma. Tišma vivió la guerra y estuvo preso en un campo de trabajos forzados. Cuando lo liberaron se unió al ejército yugoslavo de liberación. 'Lealtades y traiciones' cuenta la historia de unos amigos que viven la ocupación nazi de Yugoslavia, la guerra y la posguerra, durante la que los personajes viven el cambio de la ocupación nazi a la soviética. No hay nada heroico en él ni en sus amigos o familiares. Luchan porque se ven empujados a tomar parte en la que en la novela denomina guerra total pues la diferencia entre población civil y ejército no existe y por tal razón se alistan en el ejército. No les mueve razón alguna más allá de la mera supervivencia y quizás por ello –al acabar todo– quedan en tierra de nadie sin destino ni apoyo y se ven forzados a emigrar. Si la guerra fue mala, la posguerra no es mejor: la necesidad de sobrevivir y la represión a que se encuentra sometidos por el ansia imperialista de los soviéticos lo conduce a llevar una vida donde importa más la apariencia que las convicciones. Actúa o calla según le interese en cada momento; es capaz de traicionar a quienes se dicen sus amigos pero no dudan en abandonarlo. Vaga por la vida sin nada concreto que hacer, entrometiéndose en muchos asuntos sin nunca llegar a nada en claro. A lo largo de su vida conoce gente que se desempeña mejor en la sociedad porque carece de escrúpulos y delata a cualquiera con tal de obtener un beneficio o de salvar la vida.
Mediada ya la novela el narrador resume la situación al afirmar que aquella era una sociedad privada de orden y moral. Hubo quien hizo frente a esa indignidad –que venía de la ocupación– y quien prefirió emigrar para no tener que tomar partido en el dilema moral. El tiempo pasa y la necesidad de dejar testimonio de la conflagración deja de tener la importancia de las primeras décadas. La sustituye la introspección de unos personajes que vivieron entonces y –sobre todo– en la posguerra con el solo fin de saber las razones de la connivencia con los nazis. Aunque siempre hay excepciones.
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