Secciones
Servicios
Destacamos
Avalada por cuatro libros publicados de la mano del mítico y ya jubilado editor Enrique Murillo en Libros del Lince, Marina Perezagua ha pasado a formar parte del selecto catálogo de 'Narrativas hispánicas'de Anagrama con 'Seis formas de morir en Texas', novela que sin ... duda la consolida como una de las voces descollantes de la prosa española. Esta autora sevillana, residente desde hace muchos años en New York, se fogueó, según mandan los cánones, en la difícil disciplina del relato breve, hasta adquirir cierta notoriedad entre la crítica más exigente en este subgénero, antes de decidirse a dar el salto a la novela.
Algunos de los calificativos con que se celebró la factura, con algo kafkiano, de sus cuentos reunidos en 'Criaturas abisales' y 'Leche', como original, sorprendente, rigurosa o brillante, sirven, naturalmente, para sus historias largas. Es más, su inclinación hacia lo inquietante y su querencia por lo tenebroso no han hecho sino afianzarse con el tiempo. Si hacemos un paréntesis con su anterior novela, la osada y ambiciosa 'Don Quijote de Manhattan', periplo, entre humorístico y surreal, de la pareja cervantina metamorfoseada en personajes de 'La guerra de las galaxias', por las calles neoyorkinas, experimento del que anunciaba una continuación que de momento no se ha producido, puede decirse que tanto su primera narración larga, 'Yoro', como la última y reciente que mencionábamos, extreman y plasman con creces las características apuntadas en los relatos, orientadas a mostrar una belleza desgarradora desde manifestaciones crueles, y poco frecuentadas desde la ficción, de la realidad de nuestro tiempo.
'Yoro', que desarrolla uno de los cuentos más sobrecogedores de 'Leche', es, al decir de la crítica especializada, una novela «heterodoxa, combativa, punzante y reveladora, bella y dura». Con una intensidad reflexiva poco común, hurga en el horror sin límites provocado por el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima a través de la indescriptible protagonista y narradora que ya al inicio del texto confiesa su culpa y desafía al lector a que intente entenderla.
Desde el comienzo 'Seis formas de morir en Texas' está emparentada, salvando las distancias argumentales, de intención y sentido, con 'Yoro'. Toma la palabra y nos introduce en la historia una insólita narradora comentarista, con una omnisciencia que parece proceder de la autora al explicar lo que va a contar y cómo va a ser contado, e incluso al autoanalizarse. «Yo, que cuento la historia que leerán a continuación, puedo distinguir a vista de pájaro las grandezas y ruindades de las mentes que la pueblan». Esta inusitada 'captatio', al modo clásico aunque nada benevolente, resulta al cabo equívoca, ya que si bien es cierto que, como afirma, mantiene en su escritura, a lo largo de la narración, un objetivismo casi de índole científico, sin implicarse, no es menos defendible que al cabo, en virtud de lo terrorífico de los temas que aborda, su mera elección, tan bien documentada además, es ya una denuncia flagrante de los dos temas que conjuga y a veces alterna en paralelo: la pena de muerte en Estados Unidos y el tráfico criminal de órganos en China, sobre todo los extirpados a miembros de Falun Gong, movimiento espiritual perseguido y masacrado de manera atroz por el poder comunista.
Es verdad, en este sentido, que, aunque pone el dedo, y de qué manera, en la llaga, renuncia por anticipado al componente ético y también al moral, del tráfico ilegal de órganos, que otros autores, como José Jiménez Lozano, han convertido en estremecedoras novelas de tesis. De hecho llama «fantasma marciano» al «rostro de lo moral» y apuesta así por una ecuanimidad templada, alejada de sentimentalismos fáciles y de juicios de valor, tanto que algunas veces, por ejemplo durante la ablación del órgano de la protagonista, la frialdad verdaderamente quirúrgica, «con pulcritud y detalle», matiza la narradora, se torna espeluznante.
Una novela desasosegante, en suma, ciertamente arriesgada, pero que Perezagua ensambla muy bien en cuanto a la doble trama y a los materiales heterogéneos que maneja: cartas especialmente, diarios, espléndidas digresiones de la condenada a muerte sobre el amor, la soledad, la culpa, el miedo, las leyes…, o la que provoca una fotografía de las Cuevas de Altamira, la introducción en América de los estorninos o los fallos en las ejecuciones en la silla eléctrica o por inyección letal. No menos acierto cabe atribuir a su resolución: una vuelta de tuerca que nos sobrecoge, un desenlace inesperado y espeluznante. Y no digamos a su capacidad para meterse en la piel de alguien en el corredor de la muerte, para profundizar psicológicamente, al modo epistolar, en sus abismos. Siempre mediante una precisión estilística sobresaliente, con derrotes líricos ya desde el arranque anafórico. Por todo ello, como decíamos al principio, la narradora sevillana, confirma y consolida con 'Seis formas de morir en Texas' las altas expectativas que había suscitado su obra anterior.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.