![Cuando el mundo deja de ser solo el mundo](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202103/26/media/cortadas/NF0TDLF1-kK9D-U130933775605nGD-1248x770@El%20Norte.jpg)
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Dos años después de aparecer su primer libro de poemas, 'Mis pies de mono' (2014), el Premio Ciudad de Badajoz le dio un empujón importante publicando su segundo poemario, 'Viajes a una fresa', en 2016. Y ahora, en gran manera, el Premio Jorge Manrique ratifica ... y consolida la trayectoria poética de Miguel Martínez (Madrid, 1982), una voz personal, original, vibrante y plena de frescura.
'Filosofía de la cuchara', ganador de la IV edición del certamen poético palentino, abunda en esa capacidad de la poesía, además o por encima de su condición creativa, de servir como vehículo de conocimiento. En este caso, de un cierto conocimiento de la posición del ser humano en el mundo. Por una parte como figura arrogante en la cúspide de todo cuanto sucede sobre la Tierra. Pero por otra, en su inmensa fragilidad ante los desarraigos, las intemperies y la propia asunción de su finitud, de su trascendente intrascendencia.
«Las cosas son las cosas y no hay mucho más misterio», dice Miguel Martínez en el inicio de su juego poético. Pero nada más lejos de la realidad. Sobre su ser palmario, inocente, aparentemente sin doblez y sin misterio, las cosas son siempre capaces de obrar un pequeño milagro sobre las personas: las 'objetivizan'. Las bajan de su pedestal. Les permiten, en su humildad y sencillez, mirarse desde fuera. Y reconocerse como personas de verdad.
No es baladí que de entre todas las cosas, posibles 0 imposibles, que nos rodean, Miguel Martínez haya elegido precisamente una cuchara para llevarla al título del libro. Un utensilio aparentemente inocuo, inexpresivo, y sin embargo capaz de contener, a la vista del poeta, todo un universo de connotaciones. Solo los libros, en su virtud para alojar a las palabras, podrían compararse con las cucharas. Otra manera de alimentar. También de acompañar, de representar, de salvar a los hombres. Hasta el extremo de, más allá de los límites físicos, permitir que los hombres trasciendan su carnadura mortal y se conviertan… en tinta. Es decir, en cultura, en memoria. No en vano la memoria y los sueños, junto con las cosas, son los grandes protagonistas de este libro.
Poesía del conocimiento. Filosofía de los objetos. Todo ello envuelto en una fiesta de palabras donde el humor y la ternura se ceden permanentemente el paso. Donde, como se corresponde a ese otro oficio que Miguel Martínez alterna con el de poeta, que es el de profesor de Bachillerato, la letra no entra con sangre, sino con poesía. Donde los objetos y las horas y las palabras se combinan para mostrarnos algo de nosotros que acaso no sabíamos. Algo que está detrás de la aparentemente inocente presencia de las cosas: «Gracias a las cucharas de Iván –dice el poeta- el mundo ha dejado de ser solo el mundo». Ya parece algo más, después de leer un libro como éste.
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