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La curiosidad, motor de cualquier saber, le llevó Alejandro Amenábar a Unamuno. Fue por el libro de Pérez-Reverte 'La guerra civil contada a los jóvenes'. Así constató lo poco que sabía de la reciente historia española, «que en BUP se pasaba ... de puntillas», y lo mayor que se ha hecho él, que, creyendo que hacía películas para entretener, encontró preocupaciones morales tras cada uno de sus títulos. 'Mientras dure la guerra' es la menos hollywoodiense de todas, la que implicaba entrar en terrenos pantanosos, «trabajar con material inflamable». Hoy su retrato del levantamiento militar con el que comienza la Guerra Civil y los últimos meses de vida de Unamuno llega a los cines.
El director que vació la Gran Vía madrileña en 'Abre los ojos' llenó de jardines la Plaza Mayor de Salamanca. Unamuno, peripatético y tertuliano, transita por allí. «A través del libro de Pérez-Reverte conocí el discurso de Unamuno y me pareció un momentazo cinematográfico que un señor se pusiera en pie delante de semejante audiencia y dijera lo que dijo. A partir de ahí empecé a rascar en el personaje y leí todo lo que pillé; la biografía de Juaristi, la de los Rabaté, los tres libros de Egido y algunos más».
Si el «momentazo» tenía todos los ingredientes para fascinar a la cámara, el personaje de Unamuno puede alimentar varias series. Como dice su amigo Santi Vilas en la película, «usted lo ha sido todo: agnóstico y cristiano, socialista, aliadólifo y ahora fascista; republicano, antimonárquico y militarista...». El catedrático de lengua de la Universidad de Salamanca intentó serlo antes de euskera en Bilbao, resultando en un vasco defensor de la unidad nacional y de la lengua como herramienta para respaldarla. Todas sus contradicciones las fue asumiendo a través de la pluma, en sus obras, en sus artículos, en su correspondencia y le fueron granjeando tanta admiración como animadversión. Ocupó los cargos públicos que le ofrecieron en Madrid –diputado independiente–, en el Ayuntamiento de Salamanca y en el rectorado. Y las autoridades tanto republicanas como militares le despojaron y restituyeron sus galones.
«Cuando me interesé por Unamuno justo se estrenaba una película sobre su exilio en Fuerteventura, 'La isla en el viento'. Pero me sorprendió el discurso del Día de la Raza, el 'venceréis pero no convenceréis', y su relación con la trama militar. Las dudas del propio Unamuno sobre la sublevación, las dudas de los militares, el golpe a los golpistas. Esa era una historia en la que podía entrar», explica Amenábar.
Y entra abrazando «un 'thriller' político» a la vez que los últimos seis meses de vida del catedrático. «Imaginé un tríptico de Unamuno con Millán Astray y con Franco. Sentí que la película podía estar completa con los tres, que así podía hablar de la historia de España. Me sorprendió lo poco que sabía, por ejemplo, del famoso documento de la Junta de Burgos que debía incluir la frase que da título a la película 'mientras dure la guerra' (los generales limitaban así el caudillaje de Franco, pero misteriosamente se borró), finalmente la clave que daba el poder al dictador. Un Franco visto por el resto de militares como el último en llegar y, sin embargo, de qué manera tan astuta jugó sus cartas».
«Me aterra aburrir»
Amenábar muestra a Unamuno en la intimidad de su estudio, con el único hombre de la casa –su nieto Miguelín– cómplice de sus cuitas reveladas sottovoce, redactando en la cama 'El resentimiento trágico de la vida', tomando por tiros de caza las primeros fusilamientos matinales. Ese hombre que pocos meses antes ha recibido un doctorado honoris causa en Oxford, que sueña con viajar a la Argentina donde tiene amigos y publican sus artículos, empieza a darse cuenta de su encierro. Millán Astray le acorrala, quien escribió contra sus legionarios está ahora bajo su bota.
«Cuando haces una película de alto componente histórico y con material inflamable, tocando palos delicados como es entrar a hablar de Franco o Millán Astray, hay que tener cuidado. Intentas dar una idea clara de lo que pasó y por otra parte quiero enganchar al público, lo que más detesto es aburrir a la gente. Así que planteé la historia en progresión emocional», que desemboca en el famoso episodio del paraninfo y eso que Unamuno no quería hablar «pues me conozco cuando se me desata la lengua», decía.
Amenábar entregó el papel que sostiene la película a Karra Elejalde. «Era la opción menos obvia, pero es un tipo brillante y en seguida encontró la manera de hacerse. El único trabajo fue dominar su inmenso abanico de posibilidades interpretativas y explorar la de un Unamuno seco, que es como lo describen, que pudiera decir claramente su discurso con naturalidad». Y así lo hizo, en el Colegio de Médicos de Madrid, en vez del paraninfo salmantino, pero con idéntica eficacia. Con la cámara detrás de la cabeza apesadumbrada de Unamuno/Elejalde, va sonando el discurso, a partir de unos apuntes esbozados, como un ariete de razón contra el muro del fanatismo.
Del cómic a la televisión
El oscarizado director, la promesa consagrada, se acerca a la cincuentena intentado entender la historia de su país, la historia de su familia. «Cuando estaba en la universidad me planteaba hacer películas como escenarios y nunca pensé en conceptos morales detrás. Sin embargo desde 'Tesis', que hablaba de la telerrealidad y cómo se trataba la violencia, pasando por 'Abre los ojos', sobre la ciencia y muchas más cosas, hasta 'Mar adentro', sobre la eutanasia, todas mis películas se han adentrado en cuestiones morales. Siempre hay una preocupación. Soy parte de este país y me interesa su historia, participo en las tertulias y lo que se dice de él».
Amenábar lleva una semana hablando de su película, presentada en el Festival de San Sebastián. A partir de hoy hablará el público y con un poco de suerte, se despertará la gana de leer al filósofo que hacía animales de papiroflexia a su nieto. El director chileno ya trabaja en un nuevo proyecto, trasladar el cómic 'El tesoro del cisne negro' a una serie, también de Movistar+, principal productor de su séptima película.
Pero el escritor vasco seguirá en cartelera. A la película de Amenábar le seguirá el documental de Manuel Menchón y Manolo Ramírez. Y Pre-Textos publicará una edición crítica de 'El resentimiento'.
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