Jesús Ferrero

Misterios de la sala oscura

Aunque ha dejado de tener el significado que originalmente tenía, de ser un punto de encuentro, en la actualidad es un espacio en decadencia del que afortunadamente todavía podemos disfrutar

Juan Pablo Roda

Valladolid

Viernes, 18 de diciembre 2020, 12:22

Cuando esperas algo, un libro en esta ocasión, la mayoría de las veces te haces una composición, con lo poco que sabes, de lo que te va a llegar. En algunas ocasiones el presente te decepciona, en otras te deja indiferente y en la circunstancia ... que ahora me ocupa, me sorprende gratamente. El texto habla de cine y al mismo tiempo se adentra en la historia, no exclusivamente del cinematógrafo. Aunque la sala oscura ha dejado de tener el significado que originalmente tenía, al menos para las últimas generaciones, de ser un punto de encuentro, un lugar de diversión, entretenimiento y comunicación, me estoy refiriendo a las salas de cine, en la actualidad éstas son un espacio en decadencia del que afortunadamente todavía podemos disfrutar. Al cine, después de consultar la cartelera, ibas con la familia, quedabas con los amigos para ver una película o dos, si era sesión continua, e intentabas ligar. Todo un juego de amistad. Los adultos con mejor poder adquisitivo llenaban las salas de estreno. Recuerdo las colas para ver en el desaparecido cine Roxy, que ha cambiado el jugar con las imágenes a jugar en un casino, el filme del director italiano Massimo Dallamano Que habéis hecho con Solange (Cosa avete fatto a Solange), como ejemplo de la capacidad de convocatoria que el cine tenía en tiempos pasados. Dejemos la morriña y hablemos de la publicación, Misterios de la sala oscura. Ensayos sobre el cine y su tiempo, Fernanda Solórzano, Taurus, 2020. Un libro, como ya he dicho, cuya lectura alerta todas las sensaciones, literarias, cinematográficas y de opinión, en un conciso y certero punto de vista. Son cinco ensayos en los que siendo el cine el detonante de la inspiración y la razón, no es necesariamente el único y principal protagonista, afortunadamente. Desenvolvamos el misterio.

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En sus páginas encontramos directores y películas de alta calidad cinematográfica, que en la actualidad son un baluarte en el mundo de la industria audiovisual. En cuanto a los filmes, todos han cubierto un puesto importante en la historia del mal llamado séptimo arte. Pero no alborotemos. El estreno de algunos títulos impactó fuertemente en la sociedad, al menos en la española. El último tango en París (Last Tango in Paris) de Bernardo Bertolucci, con Marlon Brando y Maria Schneider, rompió las fronteras con Francia ante la censura de la película en España. El tratamiento que del largometraje hace Fernanda Solórzano traspasa lo cinematográfico adentrándose, con gran finura, en el impacto sociológico en la vida estadounidense. Sin duda, mezcla con elegancia lo artístico y lo social, analizando sin pasión la respuesta feminista al celuloide. «La película erótica más poderosa filmada hasta entonces», reseñaba Pauline Kael para The New Yorker, el cine traspasaba las pantallas inmune a la política y a la moral.

La novela de Anthony Burguess de la que Stanley Kubrick copió guion y título, A clock work orange, traducida al castellano como La naranja mecánica, llegó tarde a España. Estrenada en 1971, tuvimos que esperar cuatro años para su presentación en las carteleras españolas, teniendo el preestreno en la 20 Semana Internacional de Cine de Valladolid (1975) y muchos intríngulis. Con el visto bueno de Warner Española la película la presentaba en Valladolid. Pero no, el propio Kubrick prohíbe su estreno y aquí entra la astucia, en un ardid diplomático se le convence de que el estreno se realizará en la Universidad y no en el Festival. Paradoja, la Universidad de Valladolid, por «actitudes subversivas», se encuentra cerrada por orden gubernativa. Pero ahí no termina todo. Durante la proyección en el teatro Carrión, la policía informa de una amenaza de bomba. Los organizadores bajo su responsabilidad, impiden el corte de la película. Afortunadamente no sucedió nada y la expectación creada en el ambiente cinéfilo y estudiantil se cumplió. El cineasta tuvo diferentes y contrapuestas críticas,» una originalidad impresionante», Daily News, o «una falsedad pretenciosa», The Village Voite. En realidad, la historia que narra La naranja mecánica había empezado a contarse exactamente cien años atrás, y es lo que entre otras cuestiones nos historia Solórzano, la Inglaterra de la revolución industrial, la violencia en Manchester, que la prensa local denominó «terrorismo juvenil». Un anticipo de lo escrito por Burguess y rodado por Kubrick.

Otro triunfador y oscarizado, cuyo cine tiene mucho de cabezonería es Francis Ford Coppola. Durante los seis meses que duró la filmación de El Padrino, más que chispas saltaron en el plató. Pero la película terminó en la gran pantalla el 15 de marzo de1972 con gran éxito de público y de crítica. Coppola se hacía rico de la noche a la mañana y sus ideales juveniles se hacen añicos: «Parte de mí quiere tomar y ser dueño de una parte del negocio del cine, por razones vengativas y mafiosas». Los sueños no influyeron en los cambios.

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Mucha enjundia, en «el cine y su tiempo», encontramos en estos suculentos ensayos. La pena es no poder ver las pelis, los misterios en la sala oscura y muchos se tendrán que conformar con un sucedáneo en la pantalla del televisor. Un último recurso. Una pena.

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