Secciones
Servicios
Destacamos
La música en la monarquía española había sido cosa de reinas y de maestros de capilla. Fue Carlos IV, violinista aficionado, quien además de rodearse de músicos invirtió en instrumentos del luthier más importante. El cuarteto Stradivarius, conservado en el Palacio Real ... , fue una compra ordenada por él cuyo cuidado ha estado al cargo del Cuarteto Quiroga durante unos años. Los Quiroga han publicado 'Heritage', su sexto disco, formado por obras de los comisionados de esa corte en la que coincidieron con Goya. Mientras este retrataba a los Borbones, sonaba la música de aquellos.
El álbum resucita la obra de los compositores ilustrados que hicieron de Madrid una plaza musical importante. Los italianos Gaetano Brunetti y Luigi Boccherini, el portugués Joao Pedro de Almeida y el manchego Manuel Braulio Canales nacieron, al igual que el pintor de Fuendetodos, en la década de los cuarenta del XVIII, en concreto entre 1743 y 1747.
«Hay mucha música por descubrir. Capitales como Viena, Mannheim o París han tenido compositores estandarte que ensombrecieron al resto. Pero también Madrid guarda un patrimonio musical que, en algunos casos, lleva 240 años sin sonar. Hay que darle voz», explica Helena Poggia, chelista del Cuarteto Quiroga. Para este disco han contado con la ayuda del musicólogo Miguel Ángel Marín, especialista en Haydn, Boccherini y Corelli.
Brunetti (1744-1798) conoció a los dos primeros. En 1767 entró a formar parte de la Real Capilla de Carlos III como violinista y aunque fue conocido en España como compositor, su obra no tuvo proyección europea.
Luigi Boccherini (1743-1805), chelista, formó parte de la Capilla del Infante Luis Antonio, hermano de Carlos III, en su exilio de Arenas de San Pedro. Luego volvió a Madrid, viajó por Europa y terminó en la Corte de Federico Guillermo II de Prusia. Aprovechando su condición nómada publicó buena parte de su catálogo fuera de España. Joao Pedro de Almeida fue maestro de capilla en Mondoñedo y Astorga antes de dedicarse a la docencia en el Real Colegio de Niños anexo a la Capilla Real en Madrid. Y el toledano Manuel Braulio Canales se trasladó a Madrid a trabajar para el Duque de Alba.
Primera grabación
La influencia italiana en la corte española había cedido en favor del estilo galante, música de cámara que satisfacía la ambición de divertimento de la incipiente burguesía ilustrada. Los cuatro cuartetos elegidos de los italianos se ajustan a tres movimientos –primera grabación de ambos– y a cuatro los otros dos. Predomina una melodía en torno a la que crece la obra, normalmente con un largo más lírico y un minueto alegre que invita a danzar. La partitura de Canales es deudora de la sonoridad organística en el largo sostenuto, menos camerística.
El Cuarteto Quiroga, galardonado con el Premio Nacional de Música de 2018, nació hace tres lustros. Es una rara avis en el panorama musical español, dominado por las orquestas sinfónicas, en el que las formaciones estables de cámara son escasas.
Cibrán Sierra (violín) considera que «un cuarteto es un microcosmos social que se mantiene con el trabajo diario». Pero como cualquier asociación humana está sujeta al devenir emocional de sus integrantes y hay menos historias de cuartetos longevos que las de los disueltos en su mejor momento.
Sierra ha volcado su experiencia y su indagación sobre la formación camerística por excelencia en 'El cuarteto de cuerda. Laboratorio para una sociedad ilustrada' (Alianza). El violinista del Quiroga sitúa a mediados del XVIII el momento en el que el cuarteto adquiere estatus de género musical. El protagonismo de la cámara pasa del teclado a la cuerda y la escritura gira en torno a cuatro individualidades, cuatro instrumentos, que tienen papeles solistas y se suceden a modo de debate, de confrontación dialéctica de sus voces. Haydn es el padre del cuarteto vienés. Luigi Boccherini, un compositor poco conocido, superó los ochenta cuartetos en su catálogo y fueron sus minuetos los que provocaron la admiración del propio Haydn.
Cibrán Sierra considera al cuarteto de cuerda «la fórmula donde se condensa musicalmente la utopía estética de la modernidad ilustrada». Desde entonces hasta hoy, «ha sido el medio favorito de experimentación musical para todos los grandes compositores». El Quiroga, que fue cuarteto residente en el auditorio Miguel Delibes, lo es del Museo Cerralbo de Madrid. En los cursos de Llanes se encontraron el gallego Cibrán Sierra y el asturiano Aitor Hevia, ambos violinistas, y después llegaron la madrileña Helena Poggio y el valenciano Josep Puchades.
Desde su inicio graban con el sello holandés Cobra Records, responsable de este 'Heritage' ('Patrimonio').
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.