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Fiesta de los maniquíes
Riley Keogh protagoniza y salva la miniserie roackandrollera 'Todos quieren a Daisy Jones'
Michi Huerta
Sábado, 27 de mayo 2023, 00:16
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Michi Huerta
Sábado, 27 de mayo 2023, 00:16
Todos quieren a Daisy Jones. Todos menos el menda. Tenía que pasar –ya tardaba– que la decepción asomara la patita y que algún personaje en serie afilara la prosa de este comentarista. Y le ha tocado a la coprotagonista de otro producto con el sello ... de Amazon que se preocupa por el lucimiento hasta olvidar que cualquier relato caduca al instante cuando carece de autenticidad.
Daisy Jones (Riley Keough) es el nombre artístico de Margaret, una muchacha estadounidense obsesionada con la música que termina siendo una estrella setentera del rock. Margaret, qué sorpresa, arrastra un trauma: los padres siempre han pasado de ella y se ha buscado la vida sola. Ya adulta, su rica vida interior y su talento desbordante la convierten en la carismática guinda de The Six, una banda de músicos de Pittsburgh fundada por dos hermanos y sus colegas.
El líder, Billy (Sam Clafin), pastorea a los demás, se casa pronto con una fotógrafa que quita el hipo, se pone hasta las cejas de todo y se limpia en un centro de desintoxicación, todo ello en muy corto periodo de tiempo. Entonces aparece Daisy, con sus ojos de aquí estoy yo, su voz imponente y su dominio del escenario. Un productor con olfato la mete en The Six y el conflicto está servido: Billy y Daisy se odian pero se gustan, se tiran los trastos a la cabeza y al rato se ríen, matarían al otro y lo resucitarían a besos a los dos minutos. En consecuencia, y dado que la creación suele surgir de la fricción, consiguen juntos un éxito desbordante.
Como los hechos transcurren en la década del sexo, las drogas y el rock and roll la miniserie tiene sus escarceos amatorios –pocos y algo pacatos–, conciertos –bastantes y un poco falsetes– y rayas de cocaína –para parar un tren–. Eso en el contenido, pues en lo formal el espectador queda sometido a un estilo uniforme, de una apariencia lustrosa pero insoportablemente hueca, una experiencia estética que se asemeja a vivir durante diez capítulos en un cartel de moda que celebra la primavera o en un anuncio de pijiprogres que beben cerveza en la playa agarrando los botellines con dos dedos.
Se antoja enfermiza la aspiración de cada imagen a parecer pluscuamperfecta. Los personajes son guapísimos –solo el batería, con su gracejo hispano, paga el peaje de la excepción–, sus largas melenas están milimétricamente despeinadas y en cualquiera de los tugurios donde actúan podría celebrarse una primera comunión. Es más, la producción tira la casa por la ventana y viaja durante un episodio a una isla griega, donde Daisy se casa con un aristócrata irlandés en una ceremonia no apta para diabéticos.
El caso es que 'Todos quieren a Daisy Jones' ha gozado de cierto éxito de crítica y público. Los astros favorecían su viaje, pues se trata de la adaptación de un bestseller escrito por Taylor Jenkins Reid, quien creó un grupo ficticio pero de gran similitud a los británicos Fleetwood Mac. Stevie Nicks y Lindsay Buckingham, almas de dicha banda, también se manejaron en un morboso ni contigo ni sin ti del que se nutrieron los discos que grabaron en la vida real y, pasado el tiempo, la novela sobre sus sosias yanquis que ahora protagonizan la versión serial.
Quizás sea el discurso sobre la dificultad de la convivencia entre grandes temperamentos y de lo fecunda que resulta para lograr metas a las que nunca llegarían por separado lo más interesante de la obra. Pero la manera de vehicularlo a lo largo del relato se queda en un nivel tan superficial que, como mucho, sirve para que Iván Redondo haga un análisis de política para torpes sazonado con un toque cool en un programa matinal.
Eso sí, se le puede reconocer a la Daisy de esta decepcionante propuesta una virtud. Riley Keough, la actriz que la encarna, se consagra en este trabajo gracias a ese magnetismo inefable que irradian algunas estrellas. Hija de Lisa Marie Presley, y, por tanto, nieta de El Rey, es lo más salvable de una miniserie que no pasa de ser una fiesta de maniquíes.
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