F ormó parte del paisaje doméstico durante toda su infancia. En el recibidor de la primera casa, en el salón de la segunda. Llegó la hora del reparto de bienes y la vallisoletana María Soto heredó el 'Discóbolo' familiar, una reproducción de alabastro que su tío abuelo compró en Italia.
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Farmacéutica dedicada a la investigación, María disfruta con el arte pero reconoce no saber mucho del tema. «Consulté a varios amigos metidos en este mundo y al final decidí donarlo. En mi casa estaría bien pero me entró miedo por si lo robaban. ¿Dónde va estar mejor que en un museo donde puede verlo todo el mundo?», explica Soto. Además «mi padre hubiera celebrado la decisión, él también donó su colección de trenes eléctricos a la Asociación Vallisoletana de Amigos del Ferrocarril. Así que creo que le hubiera gustado mi decisión». La querencia de su progenitor está relacionada con el negocio familiar. «Mi tataruabuelo fue tornero de la fundición que luego fue Talleres Miguel de Prado. Para su época, mis abuelos viajaron bastante por el negocio, mi abuelo hablaba alemán y visitaron Italia varias veces. Por lo visto un tíoabuelo, que padeció del corazón, fue en un viaje de placer a Florencia y compró esta pieza. Curiosamente murió allí».
También sus padres adquirieron pintura durante toda su vida, «pero lo que se llevaba entonces no es lo mismo que lo gusta hoy. Quizá tengan más proyección las pinturas inglesas».
Tres personas del Museo Nacional de Escultura se desplazaron a ver la pieza. «Coincidieron en su valor. Por el material, mármol, por la disposición de la figura, que no mira hacia atrás como el clásico, sino hacia adelante lo que le sitúa en una escuela italiana, y por la factura».
Los juegos de los hermanos Soto dieron al traste con la escultura que sufrió dos desperfectos tras una caída. Así a la donación del Discóbolo, le siguió guardar la cola en la lista de espera del taller de restauración desde 2019. «Se nos adelantó la obra de la Roldana, que iba a ser expuesta antes, y tras bastante tiempo, llegó su turno. Ahora está perfecta, trabajan con polvo de mármol y no se nota nada».
Su presentación en sociedad ha llegado con la exposición 'Érase una vez...', la historia del Museo Nacional contada en seis capítulos. El 'Discóbolo' luce en la explicación de la sede de la Casa del Sol, donde está la colección de reproducciones de esculturas clásicas de El Prado.
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«Aunque es una copia, está hecha en alabastro, es la única en material noble», recuerda María Soto. La muestra podrá verse hasta el 13 de septiembre, después la pieza formará parte la colección permanente de la Casa del Sol. «No hay mucha gente que conozca la historia del museo, está muy bien contada», apunta Soto, residente en Madrid, y que en cada visita a Valladolid, se acerca a verla.
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