![Mario Pérez Antolín, mil aforismos en busca de su lector](https://s1.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202103/19/media/cortadas/NF0FO6C1-kW0-U130882898080eTB-1248x770@El%20Norte.jpg)
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«En esa librería cada libro solo se deja leer por su único lector. Abrir uno que no te corresponda supone borrarlo». En busca de ese único lector, que es el que se queda prendado, con fortuna, de uno entre un millón de aforismos, Mario ... Pérez Antolín (Stuttgart, 1964) incide una vez más, la quinta, en el universo de los relámpagos verbales. 'Contrariedades', así, suma y sigue en el camino de este género al que se asomó por primera vez en 2011, con 'Profanación del poder', y que no ha parado de darle frutos. Además de escribir y publicar 'La más cruel de las certezas' (2013), 'Oscura lucidez' (2015) y 'Crudeza' (2018), el propio Pérez Antolín fue el recopilador de 'Concisos' (2017), una antología que da cuenta, alrededor de los nombres más relevantes del género, del momento extraordinario que viven los aforismos en este tiempo. En esta nueva aventura literaria, el escritor vallisoletano cuenta además con un prólogo de extraordinaria precisión, escrito por Jaime Siles, quien se suma así a la lista ilustre de prologuistas de sus anteriores libros: Eugenio Trías, Victoria Camps, Joan Subirats y Vicente Verdú.
Sostiene Siles, sin embargo, que esta última entrega de Pérez Antolín no es ni mucho menos un ejemplo puro del género aforístico. Sino más bien «una mixtura, bien dosificada», de textos breves, que «combina a partes iguales ironía, inteligencia, humor, denuncia, crítica, reflexión y placer». Y poesía, cabría añadir, pues sin duda es un poeta -el autor de 'Semántica secreta', 'Yo eres tú', 'De nadie' y 'Esta ínfima parte de infinito'- el que se pone a prueba a sí mismo en esta confluencia de contrariedades filosóficas, lingüísticas y emocionales que se produce en el libro. Un libro que, desde el punto de vista ético, se sitúa sin titubeos en el territorio de la incomodidad y del desasosiego, por no decir del escozor. Y desde el punto de vista estético, se recrea en los matices –ese «limonero que amarillea con verdor a pleno sol anaranjado»- y, sobre todo, en el juego deslumbrante de las palabras, en la seducción del lenguaje en su semántica, en su sonido y en su poder de evocación.
Poesía aforística que, a pesar del escozor y hasta de la descarnadura, mantiene siempre a flote el sentido humanístico de la obra, la mirada hacia los más pequeños y desfavorecidos. «Cuando pises el césped –dice Pérez Antolín, como si estuviera retratando la fragilidad pandémica de nuestro tiempo-, no te imagines una moqueta vegetal, sino un hervidero de individuos minúsculos excesivamente atareados como para prever un aplastamiento repentino». Algo en lo que el humor, la fina ironía del discurso, tiene mucho que ver: «Imperdonable defecto el de no tener gracia; es decir, carecer de bendición y humorismo. Sólo nos salva el ridículo».
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