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El rinoceronte es una de las atracciones de los parques naturales a los pies del Himalaya. Ni documentales ni fotografías han restado un ápice de ... interés por ese gigante de piel cuarteada en piezas de armadura. En Vietnam hay una tribu que mide la distancia con los golpes que da el machete colgado a la espalda del caminante. En Myanmar (antigua Birmania) aún hoy las campanillas de las estupas de Kakku son un concierto inesperado y mágico que produce el viento. Todo esto que les ofrece cualquier agencia de viajes que venda exotismo en el siglo XXI fue contado en primicia por Marco Polo. El veneciano que puso el pilar de la literatura de viajes murió hace 700 años y el mercado editorial recupera 'El libro de las maravillas', su narración de dos décadas por Asia en el siglo XIII.
Cada viajero tiene una motivación, un interés y una mirada que determinan lo que cuentan a su regreso. Las 'maravillas' de Polo son las que recordó años después de aquella aventura, cuando estaba en la cárcel. Y ni siquiera las escribió él, se las dictó a su compañero de celda. Por eso su narración está a caballo entre la literatura y la historia.
«Entonces no existía el italiano y eligen el francés porque era la lengua culta. Marco Polo se encuentra en la cárcel con Rustichello de Pisa, un novelista muy aficionado a los libros de caballerías. En el intento de no aburrirse escriben este libro. No plantea muchos problemas de traducción, no es un francés excesivamente arcaizante, lo usan como lengua franca», explica Mauro Armiño, que lo tradujo hace años para Anaya, luego pasó a Alianza y ahora asume Nórdica en su versión. El tres veces premio nacional de traducción también ha seleccionado el 'Viaje a China' para la editorial Punto de Vista.
Marco Polo. Ilustración, Vincenzo del Vecchio. Traducción, Mauro Armiño. Edición, Martín Evelson. Nórdica. 303 páginas. 26,95 euros.
El sello Nórdica ha optado por una versión especial, no íntegra, encargada a Martín Evelson. «Queríamos hacer una edición dinámica para invitar a los lectores a un clásico. El criterio para elegir capítulos se han basado en tres ejes: los capítulos relacionados con referencias bíblicas-religiosas, cuando habla de los Reyes Magos y sus tumbas, del Monte Ararat y el Arca de Noé, por ejemplo. Un segundo grupo de capítulos relacionados con cuestiones exóticas ya sean mercancías raras en algunas ciudades, que no son solo sal y pimienta sino perlas, vinos de dátiles.... Y en un tercer eje, sobre batallas y exploraciones significativas en la expansión del imperio mogol, descubrimientos de rincones destacados como Japón».
El recorte de los capítulos «sigue un poco la idea de las 'Vidas imaginarias' de Schwob», donde «los protagonistas son reales; los hechos pueden ser fabulosos y no pocas veces fantásticos», según Borges. Evelson considera que la obra es un «territorio que permite el encuentro de varios discursos, el de la historia y la fábula personal que escribe un viajero con ojos de un occidental. Está impresionado y transmite lo que ve desde su subjetividad. Marco Polo tiene conciencia de que al narrar está fabulando y caricaturizando».
Para el geógrafo Eduardo Martínez de Pisón 'Il Millione' (el millón de maravillas), otro de los nombres del libro, trasciende la fábula para ser un tratado de geografía descriptiva, de economía, de política, de sociología, «con información de primera mano». Marco Polo viajó con su padre y su tío –Micer Nicolo y Micer Mafeo– cuanto tenía 17 años. Emprendió viaje por Oriente Medio, siguiendo lo que luego se conoció como la Ruta de la Seda, llegó a Asia Central. Su familia había tenido tratos con el Kublai Kan, rey del reino mogol y a su corte de verano en Shan-tu (Xanadú) acudirá. El joven Polo despierta la simpatía del kan que lo convierte en uno de sus mensajeros, misión que le consagra como gran viajero.
Si desean conocer India, en cualquier agencia les ofrecerán la ruta del arte mogol o el triángulo de oro –Agra, Jaipur, Delhi–. Esas maravillas son hijas de lo que encontró Polo en la corte mongola.
Cristóbal Colón buscó información en el libro de Marco Polo también. Estaba en la Corte de Portugal preparando su proyecto de viaje. Allí accede al volumen, que no era fácil, fuera de los círculos nobles. Muchas veces se refiere a Marco Polo y hace sus apuntes, lo que llamamos hoy a pie de página, sus apostillas», explica Jesús Varela, historiador que dirigió la Casa de Colón durante varios lustros.
Colón conocer por Marco Polo la existencia de Catai y de Cipango, territorios que tenían muchas riquezas pero estaban muy lejos. «El quería hacer su dinerillo, presenta muchos proyectos de viajes y busca un atajo. Es su precedente», continúa Varela. Las apostillas o glosas que Colón apunta en los márgenes de su ejemplar de 'El libro de las maravillas' constatan sus intereses y su parecer sobre lo que cuenta el veneciano. «Las apostillas son muy interesantes cuando habla de minas y riquezas y Colón acota su opinión». La apostilla 182 es la clave de su suerte, la que delata que los portugueses conocen el camino del Cabo de Buena de Esperanza, gracias a Álvares Cabral, y esa vía se le cierra al genovés, que buscará un atajo por el oeste, el que le 'comprarán' los Reyes Católicos, que sufragaron su hazaña.
«En el mundo científico tanto el libro de Marco Polo como el 'Diario' de Colón se mira con cierta prevención», aclara Varela. «Por ejemplo hay estudios que determinan las manos, tintas y momentos de cada glosa. Sin embargo, llevo toda la vida esperando encontrar su 'diario' sin conseguirlo. No tenemos el original sino un resumen que hizo el Padre de las Casas en Valladolid. En las crónicas de viajes pasa lo mismo. Polo no escribió sino que fue otra persona que mezcla novela con asuntos que eran verdad». Cada día grupos de escolares visitan la Casa de Colón en Valladolid. En la primera estancia que explica Aarón Fernández, aparece el nombre de Marco Polo.
El oro y la seda son dos de las riquezas que olfatea desde Armenia hasta su destino. Pertenece a una estirpe de mercaderes, el comercio es el motivo original del viaje, el que ha hecho grande a su patria, Venecia. Sin embargo costumbres y creencias son ineludibles para que cualquier trato fructifique. En seguida se da cuenta de las maniobras de reyes y señores para mantener el precio alto de mercancías preciadas como los rubíes, la escasez. Ensalza el valor de los «saltimbanquis», los soldados chinos, con los que los tártaros conquistan Bengala y Mien, en este último «hay muchos elefantes, unicornios y otras extrañas bestias salvajes».
El viajero también se sorprende de los usos íntimos en las tierras ignotas. En el capítulo que transcurre en Tebet (más que el actual Tíbet, la vecina provincia china de Sichuan), después de narrar detalles de la batalla, anuncia que referirá la «divertida costumbre para casar a las mujeres». En dicho lugar «la muchacha que no ha sido conocida por ningún hombre está mal vista por los dioses». Así que las familias se las ofrecen a extranjeros, quienes les dan alguna joya, que constituirá la prueba de que han sido amadas y así serán «desposadas de buen grado».
Lo «impredecible era parte central del viaje entonces», apunta MartínEvelson. «Hoy pagamos el precio al viajar y al vivir, recibimos las mieles de la comodidad a cambio de la falta de misterio. En Marco Polo todo es fascinante y, a veces, incómodo».
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