'Madre e hijos', de Muriel Archer.

Madres e hijas

Novelas sobre trances familiares en lenguas periféricas

Fermín Herrero

Sábado, 20 de abril 2024, 00:44

En parte por motivos literarios y en parte por inclinaciones políticas, abundan últimamente las traducciones al español de novelas recientes escritas en las otras lenguas peninsulares; en ocasiones, incluso, el lanzamiento es simultáneo. Se da la circunstancia de que muchas de estas narraciones, diría que ... una amplia mayoría, están firmadas por mujeres. Proponemos hoy tres de ellas, cuyas autoras son, por orden cronológico, Gemma Ruiz Palà (1975), Alba Dedeu (1984) y Berta Dávila (1987), esta última en gallego y las dos anteriores, como puede deducirse de sus apellidos, en catalán.

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La primera es una novelista consagrada, que con 'Nuestras madres', su tercera obra, obtuvo el prestigioso premio Sant Jordi. La publica en nuestro idioma la editorial bilbaína Consonni, y es la única no autotraducida. La prologuista, Katixa Agirre, señala que nos encontramos ante una autora muy leída y conocida en el ámbito catalán, pese a que debutó con cerca de cuarenta años. Califica con precisión su estilo como «literatura explosiva» y la novela como «un relato colectivo a diez voces», concebido y ejecutado con «desparpajo feminista». No en vano forma parte de la colección 'El origen del mundo', por el célebre cuadro de Gustave Courbet, del Museo de Orsay parisino, y las citas iniciales de frontispicio del libro son de la activista Gloria Steinem, cuyo vibrante 'Mi vida en la carretera' (Alpha Decay) comentamos en estas páginas, y de la poeta Adrienne Rich, que desea para sus hijos «la valentía de las mujeres».

Nuestras madres

  • Gemma Ruiz Palà. Consonni. 320 páginas. 21,75 euros

Con semejante declaración de intenciones, no es de extrañar que 'Nuestras madres', novela coral, tenga un tono militante, reivindicativo, con cierto aire de reportaje testimonial, trufado de ensayo sociológico, a través de una decena de mujeres del siglo anterior, muchas con la madurez coincidente con la Transición, y de éste. Un crisol de casos diversos: una profesora «de la generación Alcàsser», por las niñas asesinadas; una baturra de Plasencia de Jalón, convertida en luchadora sindical; una arquitecta, y su círculo de amigas, casada con un nórdico de campanillas, ambos «normativamente guapos», pero encerrada en el «malentendido» matrimonial a causa de la descendencia; una inmigrante peruana, apartada de sus hijos, y otra georgiana, perdidas en la Ciudad Condal… En general, sus vidas denuncian la insoportable esclavización en la jaula doméstica de las mujeres, condenadas a cuidar de sus padres, de sus hijos y de sus nietos, castigadas a cumplir con los deberes conyugales y cargar con la descendencia por falta de la necesaria emancipación.

La narrativa de Ruiz Palà, a tenor de esta novela magmática, es rompedora. El arranque, y más adelante se muestran otros, es un intercambio de mensajes de un grupo de wasap: «Cena sin tupperware». El estilo es como nervioso, apoyado constantemente en lo coloquial, tiene gracia y mala leche a partes iguales. Su soltura es innegable, puede que quizá excesiva, a su escritura le faltan altura y profundidad literarias. Cae con frecuencia en lo previsible, cuando no en tópicos muy frecuentados. La extensión es a todas luces excesiva, el despliegue de personajes se me antoja desmesurado.

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Los personajes bastante estereotipados de Ruiz Palà son justo lo contrario, tal vez por la diferencia generacional, de los de Dávila, poeta en sus inicios, de la que leí, en la editorial Barrett, su sugestivo, con tendencia digresiva y luego psiquiátrica, 'Carrusel'. Ahora, en 'La herida imaginaria' (Destino), novela breve lanzada a la vez en el gallego original, catalán y español, las chicas protagonistas son dos parejas de hermanas, completamente distintas entre sí, si bien libres, independientes, un punto neuróticas, como aquel tío Carlos sobre el que pivotaba 'Carrusel', singulares, por extrañas, en todo caso. Esa extrañeza, la consideración del mundo como «un lugar vacío y sin significado», las lleva a refugiarse en sus casas respectivas y a estar a menudo ensimismadas, con tendencia, por momentos inquietante, al desquiciamiento, seguras de que «unen las desgracias imaginarias, separan las desgracias fácticas».

La conformista

  • Alba Debeu. Sexto Piso. 116 páginas. 16,90 euros

Separadas de sus madres, conversan cuando pueden, pero en realidad monologan, cada cual va a lo suyo y se acabó. Su relación, real o, sobre todo, virtual se produce fundamentalmente en torno a un espacio, la aldea de Soutelo. Sus vidas se entrecruzan, al modo de la película de Robert Altman, azarosamente, recurso que comparte con Ruiz Palà, así como la ausencia de trama desarrollada, en realidad la imaginación de Dávila campa a sus anchas, a la búsqueda de no se sabe qué. Por eso la frase última de la novela (no desvelo nada, no existe desenlace, sino suspensión, como en la realidad misma), cuyo tramo final resulta es: «como si el sentido de todas las vidas no fuese otro que tropezarse».

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La prosa liviana, sin subrayados, de una levedad digamos natural, recuerda a la de Dedeu en 'La conformista' (Sexto Piso), su estreno en la narrativa larga. Lo que en Dávila emana de un minimalismo intimista muy logrado, en Dedeu lo hace desde lo coloquial ordinario. A ambas les falta vuelo estilístico, si bien consiguen proyectar voces femeninas actuales muy creíbles, conformadas lingüísticamente a la perfección. A cambio, como decía, el estilo es más bien plano. Es posible que el destacable desenfado expresivo impida un salto significativo en la expresión.

La herida imaginada

  • Berta Dávila. Destino. 160 páginas. 17,95 euros

'La conformista', como 'La herida imaginaria', es una novela corta, igualmente con final gozoso. En este caso se trata de un monólogo a palo seco de una madre de tres niñas, dividido en seis capítulos, a seguido, sin un punto y aparte. El empleo de esta técnica vanguardista nos hace pensar en 'Cinco horas con Mario', aunque lo que al principio puede presagiar, como en la memorable obra de Delibes, un ajuste de cuentas con el marido y la vida arrastrada en su negocio compartido de pollos al ast, con anatomía sin bisturí del matrimonio incluida, ya que la protagonista tiene como consigna no abandonarse a lo rutinario que, como dijera Quevedo, es mucho y feo, termina siendo, como su título indica, en las antípodas del mensaje de Ruiz Palà, casi una apología del tópico latino del 'aurea mediocritas' y de la convivencia gris como claves para alcanzar cierta felicidad, algún equilibrio duradero.

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Tres propuestas heterogéneas que afectan a la evolución de las relaciones familiares en nuestra sociedad, mostradas en toda su crudeza, si bien desde ángulos y puntos de vista muy diferentes. Constituyen una muestra, creo que representativa, del 'boom', señalado al inicio, de las literaturas periféricas en femenino.

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