![Luis García Jambrina, relatos con salto mortal](https://s3.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202109/27/media/cortadas/GF4889U2-k05E-U150659266547LyG-1248x770@El%20Norte.jpg)
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«El autor quiere dar públicamente las gracias a la Muerte por haberle permitido terminarlo y ponerle el punto final». Eso dice Luis García Jambrina sobre su última entrega literaria, 'Muertos S.A.'. Todo en este libro, desde la «confesión» a manera de prólogo que ... lo abre hasta el colofón que lo cierra, tiene complexión de relato. De relato encadenado. Un cuento de cuentos donde cada narración, desde su radical independencia, guarda unidad de estilo, y hasta de destino (la propia muerte) con todas las anteriores.
A los nueve relatos que componían la primera edición del libro, de 2005, se añaden ahora nueve más, además de un prólogo, un epílogo… y la cuidada y cómplice edición de Reino de Cordelia. Ahora, yo diría que con un punto más de ironía y de retruécano que hace dieciséis años. Y con el horizonte de establecer un «punto final» a la recopilación. Un trabajo que 'muere' en el mismo momento en el que alcanza su clímax, con esos 'Tres encuentros con la muerte' que cierran, como en las danzas medievales, el círculo literario. Un círculo que convierte a las tradicionales figuras de aquellos diálogos macabros (el papa, el obispo, el emperador, el labrador…) en personajes de nuestros días. Incluido entre ellos el propio narrador/autor, un adicto a la narrativa, y en especial a la mortuoria, que escribe de manera compulsiva con la «tinta enlutada» de su sangre.
«Hubo una época en la que conseguí estar varias semanas sin escribir ni un miserable microrrelato, pero enseguida vino la recaída y la cosa fue a peor, hasta que llegó el día en que me separé de mi esposa y dejé de ir a trabajar», dice el autor, convertido en personaje, en sus confesiones. En la elaborada sencillez de estos relatos, en su ironía desnuda y descarnada, y sin embargo profundamente humana y hasta tierna, guarda este novelista, ensayista, crítico y dramaturgo tal vez lo mejor de su literatura. En la forma, un sensacional mecanismo literario en el que no faltan misterios alrededor de la verdadera autoría del Quijote o de la mítica muerte de Unamuno. Y en el fondo, esa verdad de calavera que, desde la más pura tradición española, termina siempre definiendo la vida a partir de la certeza de la muerte. La resolución, con la misma muerte, a la gran pregunta de la vida: «Entonces, ¿es verdad que hay algo después de la muerte?» Y la respuesta de la interpelada: «Es mejor que lo adivines tú por ti mismo. No quiero estropearte la sorpresa». Así todo.
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