Secciones
Servicios
Destacamos
Ángel M. de pablos
Viernes, 29 de noviembre 2019, 07:18
Mamá, quiero ser artista, ser protagonista… El texto de esta comedia musical escrita por Juan José Arteche y estrenada en el Teatro Calderón de Madrid, con Ángel Fernández Montesinos como director del espectáculo, con música de Augusto Algueró, decorados de Emilio Burgos y la coreografía ... de Giorgio Aresu parece inspirada en la experiencia personal de nuestra Concha Velasco. Y es así porque la vallisoletana, desde que marchó a la capital siendo apenas una niña para estudiar danza clásica y española en el Conservatorio Nacional, su obsesión se centró en alcanzar el triunfo en el mundo de la interpretación, bien musical o artística, en el cine, en el teatro o en la televisión.
Más información
Carlos Aganzo
Antonio Corbillón
Cuando en el mes de febrero de 1986 alternó en aquel estreno, que no era sino un reflejo de sus propias ilusiones, nada menos que con Paco Valladares, Margot Cottens, José Cerro o Manuel Bandera, ya era una actriz consagrada en un mundo donde consagrarse ha resultado siempre un camino lleno de espinas y dificultades. Y era una actriz cuajada en el mundo del espectáculo porque, con 19 años tan solo, ya había pisado las tablas de un teatro lleno hasta la bandera formando parte del elenco que dio vida a 'Ven y ven al Eslava' (una revista que tendría segunda parte con 'Te espero en el Eslava') junto a Nati Mistral, Tony Leblanc, Pedro Osinaga y Maria Luisa Merlo, en este caso dirigida por Luis Escobar para interpretar piezas musicales de los maestros Álvarez Cantos, Moraleda y Romo sobre decorados de Antonio Mingote y coreografía de Karen Taft. Es decir, un proyecto que nació con las máximas aspiraciones y que, cumplidas las aspiraciones iniciales, tuvo un éxito por todo lo alto que, para Concha, se reflejó en el Premio del Sindicato Nacional del Espectáculo 1958…
¡Ya era una artista!... ¡Había nacido una estrella!...
Y también por todo lo alto llegó a esa consagración artística porque, sus primeros pasos fueron como bailarina en el cuerpo de baile de la Ópera de La Coruña y, curiosamente, Concha dejó su impronta en la compañía de Manolo Caracol como bailaora flamenca para que, con posterioridad, dejase su sello personal como vicetiple al lado nada menos que de la genial Celia Gámez, una inmejorable maestra para quien, después, acabaría rompiendo todas las barreras de la interpretación.
Yo recuerdo que, cuando se estrenó en el cine 'Una muchachita de Valladolid' que protagonizó Analía Gadé, y sin desmejorar el papel de esa actriz, yo me pregunté para mí mismo cómo era posible que Luis César Amadori no hubiese pensado para ese papel tan significativo en Concha Velasco, la hija de Concepción Varona y del comandante Pío Velasco, vallisoletana por todos los costados de su cuerpo y lo mismo por todos los sentimientos de su alma, que hacían de ella una auténtica 'muchachita de Valladolid'.
Por fortuna, el entuerto se resolvió en 1973 cuando José Antonio Páramo adaptó la obra de Joaquín Calvo Sotelo para Estudio 1 de Televisión Española y llamó a nuestra paisana para dar la réplica femenina al mismísimo Alberto Closas. Y a Concha la brotó el genio de su tierra para ser la muchachita que Calvo Sotelo ideó y que todos admiramos.
Hasta el punto y aparte anterior, todo se movía en mi interior gracias a la emoción que provocaba en mi la artista que iba confirmando sus sueños primeros: «ser protagonista»… Pero, en los años setenta, la Diputación Provincial de Valladolid entregó sus premios anuales en el Castillo de Fuensaldaña, sede ya por entonces de las Cortes de Castilla y León. Entre aquellos premiados me encontraba yo y se encontraba Concha. Me produjo una especial ilusión compartir sesión con una actriz en plena ascensión de su carrera aunque, en el fondo, con el temor de encontrar a una diva poseída de sí misma y altanera con alguien tan poca cosa como yo.
No era así… No es así Concha Velasco. En Fuensaldaña me encontré a una mujer sencilla, enamorada de su trabajo, feliz con lo que hacía y confiada en superarse a sí misma a lo largo del futuro sobresaliente que la esperaba… Que la esperó y que cumplió por encima, tal vez, de sus propias previsiones pero que nos pareció suficiente a quienes, como yo, admirábamos, y admiro, sus cualidades artísticas, sus innatas condiciones para bailar, para interpretar cualquier tipo de papel bien cómico, bien dramático, bien musical, en prosa, en verso, gestual… Y lo corroboran los muchos premios que ha recibido con todos los merecimientos que la adornan y que ha ido demostrando año tras año.
Una larga lista entre la que destacan: Premio del Espectador y la Crítica, Premio Mayte Commodore de Teatro, Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes, Telón de Teatro a la mejor intérprete cómica, Premio de la Sociedad General de Autores, Premio Nacional de Teatro a la mejor actriz, Premio Nacional de Teatro Pepe Isbert, Premio Málaga a toda su carrera de actriz, Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo, Premio de la Academia de Televisión a toda una vida, Premio de Teatro Corral de Comedias de Almagro, Medalla de Oro de Valladolid y Medalla de Oro de Madrid. Y todos ellos son, tan solo, una pequeña parte entre todos los que ha recibido incluido el Premio de los Amigos del Teatro de su ciudad natal.
Y es que la carrera de Concha Velasco, desde esa confirmación hecha pública a través de su madre, «mamá, quiero ser artista, ser protagonista» se desarrolló con una velocidad imparable porque, si artista era desde que comenzó, a partir de ese momento estelar fue protagonista, y protagonista importante, en numerosos proyectos del teatro, del cine y de la televisión. Basta con recordar, en la gran pantalla, 'Esquilache' a las órdenes de Josefina Molina con quien, por cierto, dos años antes, interpretó a una extraordinaria Teresa de Jesús desmintiendo su perfil exclusivo de actriz de comedia.
En los escenarios teatrales no solo demostró la misma soltura que ante las cámaras, sino que se superó a sí misma ofreciéndose para proyectos tan comprometidos como los del teatro clásico en el Festival de Mérida, primero 'Hélade' y después la pieza fundamental de Eurípides, 'Hécuba'… fue, entonces, cuando comenzó a incubar el cáncer linfático cuyo tratamiento la tuvo minimizada algún tiempo y nos tuvo a todos sus admiradores preocupados no solo por su trayectoria profesional sino, incluso, también por su salud. Pero, Concha ha sido, y es, una luchadora nata, una persona que siempre hizo frente a las dificultades sin arrugarse y dando muestras de su valor no solo en el cine, en el teatro o en televisión, sino sobre todo en su vida personal.
No quiero olvidar antes de cerrar este artículo cómo dejó su impronta de extraordinaria intérprete en 'La truhana', el texto de Antonio Gala que se estrenó en el Teatro Central de la Expo de Sevilla como comedia musical, y que retrataba las aventuras de una actriz del siglo XVII que se embarcó en una escapada por los límites del imperio español para no convertirse en cortesana del rey Felipe IV. Si el diccionario de la lengua dice que truhana es sinónimo de granuja, sinvergüenza o bellaca, yo prefiero para la protagonista de esta comedia los adjetivos de maliciosa y astuta. Porque en esa línea se movió Concha rematando una auténtica creación y con Concha disfruté cuando, no pudiendo estar en la Expo, acudí al Teatro Calderón de Madrid para comprobar cómo nuestra vallisoletana brillaba en un reparto que incluía, además, a otro magnífico actor nacido en Valladolid, Lorenzo Valverde.
Recuerdo que, al terminar la representación saludé a Concha en los camerinos para felicitarla y la propuse tomar un café en el bar de enfrente como paisanos que somos. Había sonado ya la una de la noche y su entonces marido, Paco Marsó, nos rechazó la invitación porque debería estar a las siete de la mañana en un plató de televisión para rodar un programa titulado 'Querida Concha'… Por entonces yo, por encargo de Fernando Lara, dirigía el periódico de la Seminci y dedicamos páginas especiales al homenaje que la rindió la Semana Internacional de Cine que la trajo a nuestra ciudad para intervenir en charlas, debates y conferencias, en proyecciones de sus películas en los cines oficiales y, también, en la mismísima cárcel de Villanubla hasta donde tuve la alegría de acompañarla. Estaba con nosotros todas las mañanas pero, después de comer, salía corriendo porque en Madrid la esperaba esa truhana que hizo historia. Y es que, en efecto, Concha ha sido siempre una brutal trabajadora que nunca ha rechazado ninguno de los trabajos que la ofrecían aunque fuese con cargo a su descanso. Su última intervención sobre un escenario data de hace apenas un año, en el teatro La Latina, para dar vida al personaje principal de 'El funeral', obra escrita por su hijo.
Hoy, 29 de noviembre, apenas cinco días después del mío, Concha Velasco Varona celebra su cumpleaños. Desde aquí, desde estas líneas que escribe quien se tiene, seguramente, por uno de sus admiradores más apasionados, la deseo muchas felicidades sin decir los años que cumple porque desvelar los años de una señora no es de caballeros. Muchas felicidades y una larga vida para que pueda continuar brillando en la carrera que eligió desde niña. Quiso ser artista, quiso ser protagonista y lo consiguió con creces sumando en su haber éxitos apoteósicos, uno tras otro hasta convertirse en una de las más grandes actrices españolas de todos los tiempos.
¡Felicidades Concha!...
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.