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Las propuestas literarias de esta semana incluyen una crónica sobre la lucha contra el sida en Francia, una colección de semblanzas literarias y una novela ( ... finalista del premio Anagrama) sobre las soledades indeseadas.
'Los hijos dormidos'. Anthony Passeron. Libros del asteroide. 232 páginas. 19,95 euros.
«La epidemia del sida lo trastoca todo, especialmente la relación entre investigadores y enfermos. La comunicación entre ellos se vuelve indispensable, derribando los muros que siempre los habían mantenido separados. De repente, una investigación malograda no solo se refleja en las cifras de un informe, en la pantalla de un ordenador, sino también en la desesperanza que traslucen los individuos de carne y hueso» (página 139)
En la familia de Anthony Passeron, casi nunca se hablaba de su tío Desiré. ¿Quién fue aquel hombre al que su hermano (el padre de Anthony) tuvo que ir a buscar a Holanda? ¿Quién fue aquel familiar que falleció de sida en un momento en que el solo nombre de la enfermedad ya parecía una condena? Este libro (duro, hermoso, tan documentado como doloroso) es una gozosa combinación entre la crónica y el cuaderno de memorias. En capítulos alternos, Passeron cuenta la historia de su tío (quién era, cómo la enfermedad afectó a él y a los suyos) y también la heroica y valiosa investigación que se emprendió desde Francia para identificar el virus y poder comenzar así la lucha contra una enfermedad que se convirtió en pandemia.
Si en un primer momento esta parte de investigación científica resulta más interesante que la ruta familiar, esta se vuelve luego tan poderosa que es imposible no emocionarse con algunas páginas. Como esas en las que una madre limpia a su hijo la sangre que a otras personas daba tanto pavor (134). Como la de los enterradores que se niegan a tocar el cuerpo del fallecido por miedo al contagio (155). «La madre asegura que su hijo no padece una enfermedad de homosexuales y de drogadictos. El hijo dice que ya no se droga. Cada cual iba a lo suyo: los médicos, la ciencia; mi familia, mentir» (105).
'Artistas de la supervivencia'. Hans Magnus Enzensberger. Altamarea. 240 páginas. 19,90 euros.
Sartre fue un tipo bajito y estrábico que tuvo prohibida la entrada en Cuba. Junger era un exlegionario que coleccionaba cucarachas y mariposas. Céline, además de un médico especializado en virología, era un tipo «asqueroso, calumniador, charlatán, agitador, pornógrafo, antisemita, colaboracionista, paranoico, megalómano y negacionista del Holocausto (...) Desde luego, no le faltaba nada». El intelectual alemán Hans Magnus Enzensberger publicó a lo largo de su vida unos textos pequeños y afilados sobre un puñado de escritores (de Cela a García Márquez o Neruda) convertidos en artistas de la supervivencia. Supervivientes porque su obra y su nombre ha permanecido, porque sus libros se siguen leyendo (o al menos editando). Pero supervivientes también porque el escritor (la escritora) es además alguien que ha de combatir contra el poder, la censura, las purgas, la miseria moral. Algunos sobrevivieron por oposición. Otros lo hicieron entregándose a causas terribles. Por este libro pasan los delirios de grandeza de Gertrude Stein, la sintonía de Ezra Pound con Mussolini, el apoyo panfletario de Pessoa a la dictadura militar de Portugal o la gran campaña de desprestigio que el Politburó emprendió contra Pasternak tras ganar el Nobel. Estas interesantes semblanzas literarias han mantenido en el subtítulo el concepto que Enzensberger usó a la hora de escribirlas: viñeta.
'La reina del baile', Camila Fabbri. Anagrama. 176 páginas. 17,90 euros.
Paulina acaba de tener un accidente de tráfico. En el coche viajan con ella un perro y una adolescente, pero Paulina es incapaz de saber qué ha pasado exactamente, quién es esa chica que está con ella y cómo ha llegado hasta allí. A veces en la vida ocurre. Tomamos unos caminos sin saber muy bien por qué, conducimos con la duda de si no nos habremos equivocado de carretera y solo cuando ya es demasiado tarde nos damos cuenta de que hemos descarrillado, de que en algún momento tomamos un rumbo que no deberíamos y que hemos invadido un carril erróneo, hemos ido por donde no deberíamos por no haber sabido tal vez ocupar ni defender nuestro propio espacio (159). De esto va esta novela. De los espacios de intimidad construidos y de las soledades no del todo deseadas.
A partir de ese accidente (que está en el primer capítulo del libro) viajamos atrás en el tiempo para conocer las razones por las que Paulina ha llegado hasta allí. Su ruptura con Felipe, su pareja. Su amistad con Maite. Sus ligues en apps de citas. Su llegada a una casa de campo donde conoce a una joven que va a celebrar su fiesta de cumpleaños (los 15) en lo que parece un momento fundamental en su vida. Y sí, un perro a su lado como compañía. Destaca un capítulo fantástico, el que da nombre al libro, 'La reina del baile', y que se puede leer como un relato corto.
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