Aquel viernes, 18 de marzo de 1510, la imprenta que Diego de Gumiel tenía en Valladolid publicó, por primera vez en castellano, un texto que atesoraba ya más de 150 años de éxito y que ha extendido su fama hasta hoy, hasta este 2023 en ... el que Acantilado publica una nueva edición de los consejos vitales que Francesco Petrarca recetó a mediados del siglo XIV.
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'Remedios para la vida', se titula esta versión siglo XXI, con selección y prólogo de José María Micó. 'De los remedios contra próspera y adversa fortuna', se llamaba la traducción de Francisco de Madrid que hace 513 años vio la luz por primera vez en Valladolid y que hoy sigue con pleno vigor.
Francesco Petrarca escribió 'De remediis utriusque fortunae' a lo largo de doce años, entre 1354 y 1366, durante sus sucesivas estacias en Milán, Padua (donde se trasladó huyendo de la peste) yVenecia. El libro –como el propio Petrarca explicó al prior Jean Birel en una carta de mediados de 1354– intenta, «con todas las fuerzas, aliviar, y aun extirpar, si fuese posible, las pasiones del alma, mías o de quienes lo lean».
Es una sucesión de textos que, según Micó, «sirve igualmente para el escarmiento de los prósperos y el consuelo de los desdichados». Una guía de autoayuda escrita hace más de 650 años y que tiene pleno vigor tanto tiempo después. De hecho, en este artículo proponemos un juego, al dedicar algunas de aquellas palabras medievales a ciudadanos del siglo XXI.
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A continuación, te proponemos algunos de estos textos de Petrarca y a quién irían dedicados. Y al terminar, continuamos con la historia de este libro publicado en Valladolid.
Consejo 1
«¿Hay algo que pueda maravillarnos más que esta vanidad? ¡De cuántas cosas se abstienen los jóvenes hermosos!¡Cuántas fatigas afrontan! ¡Cuántos suplicios se imponen, y no para ser realmente bellos, sino tan solo para parecerlo, obsesionándose con la hermosura y descuidando la salud y el placer!¡Cuánto tiempo perdido para embellecerse, y cuántas cosas provechosas y necesarias se echan entretando a perder! (de 'La belleza corporal').
Consejo 2
«Creerse sabio es el primer escalón hacia la necedad, y el segundo es afirmarlo» (de 'La sabiduría').
Consejo 3
«Hoy en día no hay nada que se entregue más libremente [que los títulos y diplomas], pero los títulos no bastan para hacer sabios a quienes no lo son, aunque los conviertan en nobles, insignes, reverendos, ilustres y aun serenísimos»(en 'La sabiduría').
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Consejo 4
«He aquí otra necedad para vocear y dar saltos(...). [Es complicado] que pueda gustarme ese juego vocinglero y precipitado:a ningún ingenio honesto le conviene un movimiento tan brusco, especialmente si se acompaña con tan insoportable griterío». (de 'El juego de pelota').
Consejo 5
«En cada ciudad los sabios se cuentan a manadas, como las ovejas. Yno es extraño que haya tantos, si tan fácilmente pueden producrise. Llega a la iglesia un joven mentecato para recibir el grado de doctor;sus maestros, por amor o por error lo esperan todo de su talento y cantan sus alabanzas;él va hinchándose con orgullo;la gente vulgar se queda pasmada;sus parientes y amigos lo aplauden y él, invitado por fin a subir al púlpito, mirándolo todo con desprecio desde la altura, balbucea no sé qué palabras confusas. Entonces sus mayores, como si hubiese hablado el mismo Dios, lo encumbran hasta el cielo con alabanzas;voltean las campanas, suenan las trompetas, vuelan los anillos, todos se dan la paz a besos y le ponen un bonete negro en la cabeza. Hecho esto, desciende como sabio el que antes de subir estaba loco» (de 'La sabiduría').
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Consejo 6
«Si bastase el tamaño o el adorno de las casas, la más noble de todas las artes sería la arquitectura(...). [Tu casa] la tienes prestada y por poco tiempo. El día de tu partida está muy cerca. Te crees un ciudadano, pero eres un forastero en una vivienda de alquiler. Y muy pronto vendrá quien te desaloje desnudo de ella» (en 'Las casas magníficas').
Consejo 7
«Cualquiera que haya aprendido a garabatear sobre el pergamino o a blandir la pluma, aunque carezca de conocimiento, ingenio y arte, es tenido por escribano.No me quejo de la ortografía:ya hace tiempo que está difunta. Si los copistas escribiesen tan solo lo que se les manda, mostrarían lo poco que saben sin oscurecer la sustancia de las cosas. Pero hoy, en sus originales y en sus copias prometen escribir una cosa y escriben otra tan distinta, que ni tú mismo reconocerás lo que dictaste» (en 'El que tiene muchos libros').
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Consejo 8
«En ninguna otra época ha habido tanta abundancia de ecritores y comentaristas, ni tanta falta de hombres sabios y elocuentes»(en 'La fama de los que escriben').
Capítulo 9
«Me maravilla que tengas en abundancia lo que todos los demás tienen en gran escasez, pues a través de los tiempos solo se recuerdan unos pocos casos de amigos que lo fuesen de verdad(...) Di mejor conocidos, y aun así, será dudoso que lo puedas afirmar. No hay criatura viviente ni mercancía más difícil de conocer que el hombre» (en 'La abundancia de amigos').
Y la vigencia es plena en estos diálogos en los que las pasiones del alma (el gozo, la esperanza, el miedo y el dolor) contraponen sus ideas con las de la razón. Cuenta Micó que en las bibliotecas públicas españolas se conservan varios y buenos ejemplares de las obras latinas de Petrarca. Pero fue en Valladolid donde se tradujo por primera vez. En el año 1510.
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Fue un trabajo «logrado para su tiempo», pero complicado para el lector actual. Yse lo debemos a Francisco de Madrid, un canónigo de Palencia que se decidió a volcar en castellano los remedios de Petrarca tanto para aliviar sus males corporales y espirituales como para facilitar la lectura de esta obra a quienes no sabían latín.
Los perfiles biográficos de la Real Academia de la Historia dicen que Francisco de Madrid, hijo del hidalgo Pedro González de Madrid, natural de Palencia, entró como racionero en el cabildo de la catedral de Palencia en el año 1487. Trece años después, en 1500, fue nombrado Arcediano del Alcor (una dignidad de la catedral palentina), pero apenas unos meses más tarde tuvo que refugiarse en Castromocho, en Tierra de Campos, para intentar recuperarse de la sífilis.
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En 1502, sin que su salud mejorase, se mudó a Granada, donde vivían sus padres. Fue posiblemente allí, y bajo la influencia del primer arzobispo de la ciudad, fray Hernando de Talavera, donde tradujo el libro de Petrarca, que entregó para su publicación al editor Diego de Gumiel, cuyo apellido aludía a la localidad burgalesa donde seguramente nació, en una fecha desconocida de mediados del siglo XV.
El investigador Pedro Ontoria Orquillas sugiere que aprendió el oficio de impresor y grabador en el monasterio vallisoletano de Nuestra Señora de Prado, mientras que la teoría defendida por Pedro M.Cátedra apunta que sus inicios fueron en Burgos. Lo que está claro es que su primera etapa profesional tuvo lugar en Barcelona, entre 1494 y 1501.
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En ese año abandonó la ciudad mediterránea y regreso a la Meseta, para establecerse como impresor en Valladolid. No se sabe con certeza el motivo por el que dejó Barcelona –recuerdan en la Real Academia de la Historia–, pero pudo deberse «al declive de sus negocios o la perspectiva de un importante trabajo como impresor de 'bulas' de cruzada. En Valladolid –ciudad que bullía de interés cultural a principios del siglo XVI– estuvo hasta 1513.
«Valladolid, ciudad de las más importantes de Castilla, había adquirido en el reinado de los Reyes Católicos un gran esplendor y desarrollo», decía en 1926 Mariano Alcocer, miembro del cuerpo de Archiveros, bibliotecarios y arqueólogos y autor de 'Catálogo razonado de obras impresas en Valladolid, 1481-1800'. Y seguía Alcocer: «La Chancillería trae raudales de gentes interesadas en litigios y multitud de hombres notables; el Colegio de Santa Cruz hace acudir una juventud gloriosa y escrupulosamente escogida en las aulas salmantinas; la Universidad resurge con potencia y la tranquilidad de los tiempos, propicia al comercio y guardadora de las libertades ciudadanas, hacen de Valladolid una urbe, en que sumados factores de tal cuantía, dejan un sedimento inapreciable de riqueza y cultura».
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En esos primeros años del siglo XVI, la imprenta vallisoletana tenía talleres en el monasterio de Nuestra Señora de Prado y a nombre de Juan de Burgos, Alonso de Verdesoto o Diego de Gumiel, a quien se atribuyen 27 obras. Además de esta de Petrarca, su experiencia en Barcelona le llevó a traducir al castellano algunos textos clásicos en catalán, como 'Tirante el blanco' (en 1511). Después de su estancia pucelana, se trasladó a Valencia donde, entre 1513 y 1517, imprimió quince obras.
El boca a oreja sobre este tomo de remedios de Petrarca debió correr por las tierras hispanas, porque durante los años siguientes se sucedieron nuevas impresiones. La segunda, del taller sevillano de Jacobo Cromberger, vio la luz en 1513. Y hubo posteriores ediciones en Sevilla (1516, 1524 y 1533), Zaragoza (1518 y 1523).
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