Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal.

Lacaton y Vassal: Antihéroes de la arquitectura, héroes de lo cotidiano

El jurado del Pritzker considera que el trabajo de los franceses entraña un fuerte «espíritu democrático» y ha conseguido «renovar» y «revitalizar» los legados de la arquitectura moderna

David Dobarco

Valladolid

Viernes, 2 de abril 2021, 08:22

«La arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz» es la afirmación retórica de Le Corbusier, uno de los padres del Movimiento Moderno, y también uno de los grandes arquitectos y publicistas de la Historia. Pero ... la arquitectura contiene más dimensiones, que permiten trascender desde la frialdad geométrica al servicio de los usuarios a los que se destina. Anne Lacaton y Jean- Philippe Vassal son arquitectos formados en Burdeos, pero fundaron su propio estudio de arquitectura en 1987 en Paris. Desde un principio plantearon una arquitectura respetuosa con el medio ambiente, que evitara la destrucción de lo existente y lo reconvirtiera en lugares más confortables para sus habitantes. La mejora de edificios de viviendas sociales, uno de los vestigios más abundantes del Movimiento Moderno en Francia, es objeto principal de sus proyectos. Plantean una arquitectura que restaña heridas dejadas por el tiempo sobre tipologías con limitaciones constructivas, incluso mantenimientos problemáticos. Sus resultados han sido espectaculares por la mejora conseguida y los costes asumidos.

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Trabajos del Estudio Lacaton&Vassal en Burdeos (superior e inferior derecha) y Nantes.

Con estas referencias y el contexto pandémico de la covid-19, el premio Pritzker de 2021 dejaba poco margen a la sorpresa. Lacaton y Vassal tienen una trayectoria docente contrastada y, aunque su estudio ha desarrollado casi toda su obra en Francia, son sobradamente reconocidos y habían recibido importantes premios de arquitectura. Por ello llevaban años entre los candidatos, lo que supone un reconocimiento a su obra en sí mismo, pero este año todas las circunstancias han jugado a su favor. Su arquitectura se aleja del espectáculo, para minimizar el impacto ambiental y recuperar el confort sobre lo existente. Su norma de evitar destruir para reutilizar, supone un compromiso con la sostenibilidad desde sus inicios y los convierte en referentes indiscutibles, asociados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible promovidos por la ONU. Un punto a favor.

La pandemia, con sus confinamientos y medidas restrictivas, ha supuesto una reconsideración de la utilización de los espacios habitables, desde el ámbito doméstico, al laboral o el ocio. La asociación inicial de usos se ha diluido en una multifuncionalidad, de modo que la vivienda ha pasado a ser aula, oficina, gimnasio… además de residencia permanente. Los confinamientos han evidenciado la necesidad de más espacio para asumir esas nuevas funciones, algunas de las cuales han venido para quedarse, como el teletrabajo. En especial resulta significativa la reconsideración de espacios de transición entre lo doméstico y lo público: terrazas, balcones, miradores… en ellos se conectaba la socialización restringida del confinamiento. Lacaton & Vassal vienen trabajando ese tipo de espacios desde sus orígenes. Dos puntos a favor.

La arquitectura de Lacaton y Vassal tiene un valor propio que surge de sus principios: «lograr más con menos», es decir mejores resultados con mínimos recursos; una Arquitectura de austeridad traducida en la ligereza de sus edificios, que añaden un valor nuevo a lo esencial de un edificio preexistente. Ello requiere un análisis de lo verdaderamente esencial, más allá de la estructura, y la mejora con el medio exterior mediante una envolvente que genera espacios de transición ligeros, como límites desde la privacidad interior. Para ellos lo esencial no se identifica con lo mínimo, sino con lo necesario para lograr confort. La eficiencia energética es un objetivo básico, pero su estrategia no es el sistema de aislamiento térmico exterior (SATE) mediante capas de revestimiento o fachada ventilada; ellos optan por generar una nueva envolvente ligera superpuesta como un invernadero (carpintería de aluminio, vidrio y plástico). Así se crea un espacio intermedio, que produce una barrera térmica de transición entre exterior e interior, e incorpora esa superficie a las viviendas. El éxito de esta mejora se consolida por el coste económico, pues logra la eficiencia de un SATE por un precio similar, y mejora las condiciones de disfrute de las viviendas. Así evidencian que el sentido común es el fundamento para una eficiencia energética más confortable. Tres puntos a favor.

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El jurado de los premios Pritzker es de una reconocida solvencia, cuenta con la presencia de personalidades interesadas en la arquitectura y algunos premiados en anteriores convocatorias. Sus integrantes varían entre las convocatorias, pues son relevados de forma escalonada. El presidente de la convocatoria anterior fue Stephen Breyer, juez de la Corte Suprema de los USA y miembro desde 2012, y la directora ejecutiva fue Martha Thorne, desde 2005, excelente conocedora de la Arquitectura Española y Decana de la I.E. School of Architecture & Design de Madrid- Segovia. El pasado año 2020 hubo una importante renovación, con los nombramientos de Manuela Luca Dacio, como nueva directora ejecutiva, y como presidente el chileno Alejandro Aravena (Pritzker (2016), reconocido por su arquitectura comprometida con la sostenibilidad y alojamientos sociales, además de su poderosa imagen. La forma de configurar el jurado de los Pritzker posibilita la variación entre múltiples tendencias y expresiones arquitectónicas, de modo que puede coincidirse más o menos con las elecciones realizadas, pero es seguro que tienen motivos para haber sido elegidos; otra historia es la de quienes merecieron ser elegidos y no lo fueron. La globalización visibiliza arquitecturas de cualquier lugar del mundo y amplía criterios, respecto a los iniciales del premio. En ese sentido, existen afinidades entre la visión de la arquitectura que desarrollan tanto Aravena, como Lacaton y Vassal, lo que supone cuatro puntos a favor, insuperables por otras candidaturas.

En un año el Pritzker ha pasado de la contundencia gestual de la Arquitectura de Farrell & McNamara (Grafton Architects) a la discreción austera de Lacaton y Vasal. Y esa variación es positiva, pues muestra que hay muchos caminos para alcanzar la buena Arquitectura. El método de trabajo de cada Estudio resulta determinante, así como la idea particular de cómo intervenir en el espacio. En 1978 Giuseppe Campos Venutti publicó «Urbanismo y Austeridad» una referencia básica para la cultura urbanística, por sus salvaguardas sobre la ciudad existente y contra el despilfarro inmobiliario. Si se hiciera un paralelismo con «Arquitectura y Austeridad», la obra de Lacaton y Vassal sería su equivalente; tanto por su búsqueda de recuperación de lo existente, como por la detección de problemas mediante la participación de los usuarios.

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La coherencia en la evolución de su obra lo confirma. Se inicia con transformaciones de viviendas unifamiliares. En la «Casa Latapie» ( Floriac 1993) un volumen de invernadero adosado avanza la idea de envolvente. En la «Vivienda en el bosque» (Cap Ferret 1998), los árboles se incorporan al interior residencial, atravesando forjados. En ellas se aprecia el respeto por el medio donde se ubican. Las viviendas-invernadero, son puntos de partida para aplicar nuevas envolventes energéticas, con nuevos espacios de transición a las viviendas. El interés del método es avalado por la participación de los usuarios, de modo que si se encuentra una situación satisfactoria de partida, la intervención se limita a recomendaciones de mantenimiento, que acepta el ayuntamiento; así sucedió en la Plaza de Léon Aucoc (Burdeos 1996) tras valorar la satisfacción de los vecinos con el espacio existente. Las intervenciones en bloques de «viviendas transformadas», mediante la incorporación de envolventes exteriores autoportantes que aportan ahorro energético, aumento de superficies (unos 20 m2) y mejora del confort, resultan un éxito entre los vecinos, por su bajo coste y rápida ejecución. Así que se ha intervenido en cientos de viviendas y muchos de esos proyectos son colaboraciones con Frederic Druot y Christophe Hutin. Un ejemplo es la «Transformación de 530 viviendas» (Burdeos 2017).

En los últimos doce años han trascendido de los proyectos residenciales a otros edificios más complejos. El «Palais de Tokyo» en Paris, construido para la Exposición de 1937, quedó sin uso al trasladar al Centro Pompidou su contenido de Museo de Arte Moderno. Tras un vacío incierto, en 1999 se planteó un concurso para habilitar un «lugar para la creación contemporánea» y así surgieron 8000 m2 de uso interactivo y continuado que Lacaton y Vassal pudieron realizar entre 2012-2014, con éxito. Como obra nueva de gran riqueza y flexibilidad espacial puede apreciarse la Escuela de Arquitectura de Nantes (2009), un edificio complejo pero versátil. Otra excelente Transformación corresponde al Fondo Regional de Arte Contemporáneo de Dunquerke (2013), realizado sobre un antiguo depósito de barcos, cuyo imponente volumen permite un enorme potencial de usos. A esa antigua nave se le adosa otro volumen idéntico, pero más transparente y compartimentado, como si fuera un módulo servicios múltiples. Pero hay más ejemplos.

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Se ha dicho que «la arquitectura de Lacaton y Vassal no se ve, pero es radicalmente transformadora, pues cambia la vida de las personas. Está basada en las ideas y cuidada- nunca sacrificada- por las formas». Ciertamente es distante respecto al «juego magnífico», pero no es exactamente invisible y puede apreciarse cómo reinterpreta la edificación y su entorno y cambia la retórica del volumen funcionalista por la ligereza difusa de sus envolventes. El jurado, juzga que su trabajo entraña un fuerte «espíritu democrático» y ha conseguido «renovar» y «revitalizar» los legados de la arquitectura moderna. «Su trabajo responde a las emergencias climáticas y ecológicas de nuestro tiempo -subraya el fallo-, así como urgencias sociales, particularmente en el ámbito de vivienda urbana». Es una excelente síntesis que justifica el premio concedido. Personalmente asocio al John Wayne de «El Hombre que Mató a Liberty Balance» o Humphrey Bogart en «Casablanca», con Anne Lacaton y Jean Philippe Vassal a quienes veo como una especie de Héroes del habitar cotidiano- nada más cotidiano que habitar- y Antihéroes de la Arquitectura, discretos y libres de retóricas formales. Un papel que no suena bien, pues parece que se opone al héroe, o supone cobardía, y nada más lejos de la realidad: el antihéroe es el personaje que hace lo que sus valores le impulsan a cumplir en beneficio de otros, aunque sea ignorado y otros reciban el reconocimiento, algunas veces sin mérito. Claro que en ocasiones sucede lo extraordinario y así lo evidencia el Pritzker de 2021, por suerte para Lacaton y Vassal.

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