Esther Bendahan.

Judíos y conversos

'Si te olvidara, Sefarad', de Esther Bendahan, es un conjunto de apuntes autobiográficos y sobre el mundo sefardí

josé luis garcía martín

Viernes, 19 de marzo 2021, 07:58

Los judíos fueron expulsados de España en 1492 y no comenzaron a regresar, muy minoritariamente y con escasa presencia pública --al contrario de lo que ocurría en otras naciones europeas--, hasta siglo después. Su ausencia, sin embargo, marcó más decisivamente la cultura española de los ... siglos de Oro que cualquier presencia. Para evitar la expulsión, o sinceramente, muchos judíos se convirtieron, pero ni esos conversos ni sus descendientes fueron nunca como los demás. Se les negaba el acceso a determinados cargos, según los estatutos de limpieza de sangre, y eran continuamente vigilados por la Inquisición, sospechosos siempre de judaizar.

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Los cristianos, los cristianos viejos, odiaban la lectura, que llevaba a la herejía, y despreciaban determinados trabajos; los cristianos nuevos eran, en su mayor parte, sinceros cristianos, pero conservaban ciertas costumbres de su tradición milemaria –no heredadas por la sangre, sino aprendidas en casa: Santa Teresa se aficionó a la lectura porque veía a su madre leer-- y por eso eran diferentes, se les consideraba peligrosos competidores.

Los judíos que se convirtieron y se quedaron sirvieron de fermento a buena parte de la mejor cultura española; los que se marcharon llevaron la lengua y las tradiciones españolas por el mundo. En Sefarad, en la península ibérica, la Hispania romana, encontraron los judíos un lugar de acogida y convivencia, una nueva Jerusalén, que añorarían para siempre.

De aquellos judíos expulsados, desciende Esther Bendahan Cohen, nacida en Tetuán, trasladada con su familia a España tras el fin del protectorado español en Marruecos. Esther Bendahan ha publicado varias novelas, pero destaca sobre todo como una de las más activa difusora de la cultura sefardí. Si te olvidara, Sefarad es un conjunto de apuntes autobiográficos y sobre el mundo judío. Sorprende, en un principio, el estilo aparentemente descuidado y con ciertos toques de agramaticalismo (ya desde el principio: «agradezco a…», se lee en la dedicatoria, pero no se indica qué agradece). La propia autora es consciente de que el español, tal como se habla y se escribe en España o en cualquier otro país de lengua española, no le resulta del todo natural: «Mi español, como he escrito en otra ocasión, eran muchos. Había una sombra, o mejor decir, otras huellas, que eran las de la jaquetía, la lengua de los judíos de Marruecos, entre el español del siglo XV, el hebreo y el árabe. Aunque ya no lo hablaban entonces, solo algunas palabras, una influencia que provoca algunas distorsiones con los pronombres y con la construcción de la frase de influencia francesa. Así que para mí escribir era y es una batalla entre niveles de tiempo; en la lengua por un lado y otras lenguas por el otro».

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Tardamos un poco en acostumbrarnos a esta manera de escribir, algo alejada del español normativo, pero enseguida deja de importarnos, seducidos por lo que se nos cuenta de un mundo tan cercano como desconocido. Esther Bendahan sabe del antisemitismo en primera persona: «Como tantos otros, como les sucedió de niños a Finkielkraut o a Alber Cohen, la herida se produjo en el patio de escuela. Judía como insulto. En mi caso una niña, Josefina, me persigue y me llama judía, dice que los judíos huelen mal y me va salpicando con un botecito de perfume. En otro momento, no sé si antes o después, fue ese profesor de religión, ese amable sacerdote, con su 'Pobrecita, tú no tienes la culpa'. Lo recuerdo una y otra vez de nuevo. Levanto el rostro y le veo condescendiente, es muy alto y viste de negro, le pregunto ahora ¿la culpa de qué?, ¿de qué soy culpable?»

El antisemitismo tradicional español, de carácter religioso, se ha transformado ahora en antisionismo, en crítica al gobierno de Israel, que con frecuencia se desliza hacia un cuestionamiento del derecho mismo de Israel a existir como Estado, o así lo siente Esther Bnedahan, Pero junto al viejo antijudaísmo (que todavía persiste y ella lo encuentra en un poema de Caballero Bonald) y el nuevo, hay también en España una fascinación por el mundo judío, especialmente por los sefardíes, como si se tratara de reparar un error antiguo. Las huellas judías se han convertido en una atracción turística: pensemos en la española Hervás, en la portuguesa Belmonte (a la que se dedica un capítulo), donde tras la expulsión se mantuvo una comunicad de criptojudíos que solo salió a la luz a comienzos del siglo XX.

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El libro de Esther Bendahan, algo deslavazado, y eso es parte de su encanto, nos cuenta anécodotas de su familia, resume la historia de los judíos, nos habla de su viajes con motivo de congresos sobre la cultura sefardí, nos explica las diferencias entre sefardí y asquenazí y los casi infinitos matices de un mundo, el del judaísmo, que desde fuera se ve como una unidad.

En España –la añorada Sefarad--, la cultura judía nunca ha sido del todo ajena, aunque a veces quedara reducida a una referencia, no del todo consciente, a la que había que oponerse, acentuando lo distintivo. Pero en buena medida cuando los judíos se fueron (y no por propia voluntad), se quedó aquí de la mano de los llamados cristianos nuevos, entre los que se encontraban –según supimos gracias a la labor pionera de Américo Castro—nada menos que Fernando de Rojas o San Juan de la Cruz, Fray Luis de León o Miguel de Cervantes.

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Si te olvidara, Serfarad. Esther Bendahan Cohen. La Huerta Grande. Madrid, 2020.

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