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Pionero entre donjuanes, habilidoso del verso satírico y amoroso, empedernido jugador contrayente de deudas y dilapidador de fortunas, escurridizo amante de alcoba, detestado caballero en las cortes de Felipe III y Felipe IV, coetáneo de Góngora, Quevedo, Cervantes, Lope... el interés por la figura de ... Juan de Tassis y Peralta, conde de Villamediana, ha pervivido en el transcurso de los últimos cuatro siglos mereciendo la glosa de autores de distintos ámbitos. Su asesinato en Madrid cuando volvía del Palacio Real la noche del 21 de agosto de 1622 continúa siendo un enigma que ha concitado todo tipo de cavilaciones en torno a un personaje de gran magnetismo histórico y literario, cuya peripecia vital es recogida por Carlos Aganzo (Madrid, 1963), poeta y periodista en 'Don de la insolencia. Juan de Tassis, Conde de Villamediana' (Siruela).
'Don de la insolencia. Juan de Tassis, Conde de Villamediana' Carlos Aganzo. Siruela. Colección Libros del tiempo. 408 páginas. 2024.
La tumultuosa vida de leyenda de Villamediana es diseccionada a partir de una recopilación de testimonios biográficos, del estudio de su obra poética y una antología de sus versos. Las descripciones del portugués Tomé Pinheiro da Veiga sobre sus vivencias en la Corte de Valladolid en 1605 recogidas en 'Fastiginia', o la reseña de la pintura 'La muerte del conde de Villamediana,' obra de recreación histórica de Manuel Castellano (1868) que muestra el cadáver del conde en penumbra, alumbrado por un farol sostenido por un monaguillo, remiten al marco más visual en torno a un relato documentado a partir de testimonios literarios e investigaciones de historiadores.
Desterrado de la corte en varias ocasiones por su vicio por el juego, Juan de Tassis se contagió del culteranismo por su contacto con Luis de Góngora y mantuvo hostilidades con Quevedo. Su inventario de enemistades era tan holgado que –esgrime Aganzo– llevó a Néstor Luján a deducir con sus pesquisas hasta siete posibles pagadores del asesinato. En torno a una personalidad tan convulsa el autor compone un friso de la época en el que desbroza el catálogo de amoríos, desencuentros y rivalidades que finalmente desembocaron en su muerte. El texto alumbra las diferentes teorías y sus defensores, apuntando como principales razones, a supuestos amores con la reina Isabel de Borbón, esposa de Felipe IV; a las sátiras con las que ajusta cuentas con la nobleza y poderosos de la época o por motivos aún desconocidos que agrandan aún más la leyenda. A ella añade Narciso Alonso Cortés en 1928 un proceso judicial por sodomía, tras hallar unos documentos en el Archivo General de Simancas, para sugerir la bisexualidad del personaje. Todas estos antecedentes son objeto de análisis en 'El don de la insolencia', trayendo a la memoria enfrentamientos del conde con algunos de sus más ilustres enemigos, entre ellos, el valido de Felipe III, el Duque de Lerma, cuya expulsión de la corte permitió al conde mejorar su posición convertido en provisional héroe popular por su osadía de arremeter a través del verso contra los corruptos. Persistente lenguaraz, tampoco se libraría de la enemistad con Felipe IV ni su valido el Conde Duque de Olivares. Ejemplifica Aganzo que «en el poema 'Procesión' alude a 'privados alevosos, ministros codiciosos y hombres de poca ciencia...' a los que tilda de 'ladrones de fama'».
Abunda también en versiones de diferentes autores sobre los supuestos amores con Isabel de Borbón a partir de un episodio en Aranjuez con motivo de la representación de su obra 'La gloria de Niquea'. Compuesta por él por encargo de la reina, hubo de ser suspendida a causa de un incendio que, según algunas voces, fue provocado por el conde con el fin de poder subir al escenario y tomar a Isabel de Borbón en brazos para salvarla del peligro. Sobre esta historia que hizo correr ríos de tinta no faltan autores que opinan que la verdadera enamorada del conde no era la reina, sino una de sus damas que aparecería en los poemas de amor de Juan de Tassis con el nombre de Francelisa o Francelinda, nombres tras los que se ocultaría la identidad de Francisca de Tabora. «¿Es Francelinda la linda francesa doña Isabel de Borbón o doña Francisca, tan próxima a los aposentos de la reina como a los del rey.. y acaso a los del conde de Villamedina? Cualquiera de las dos podría ser, o incluso las dos», sostiene Aganzo.
Eugenio Hartzenbusch, Luis Rosales, Narciso Alonso Cortés, François Bertaut, Néstor Luján, Emilio Cotarelo, Dionisio Hipólito de los Valles o Juan Manuel Rozas son algunos de los estudiosos que a lo largo de los siglos han abordado en discursos, investigaciones y obras literarias las andanzas de Juan de Tassis, una pugna en torno al relato que encuentra resonancia en 'El don de la insolencia'. hayando resquicios para actualizar su figura a la luz de piezas sin encajar en el rompecabezas que deja aún pendiente de aclarar el misterio de la autoría intelectual –una vez detenidos los dos autores materiales– del asesinato de quien fue enterrado en el convento de San Agustín en Valladolid (actual Archivo Municipal), donde una placa recuerda que allí estuvo su tumba, destruida en la invasión napoleónica.
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