En el año de celebración del centenario de José Hierro, Jesús Marchamalo le dedica una semblanza en la colección que publica en Nórdica acompañado por el ilustrador Antonio Santos. 'Hierro fumando' es un retrato intimista del poeta que escribía en las barras de los bares, publicó al ritmo de su deseo y ejerció mil oficios.
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Madrileño de infancia santanderina, nunca rompió el vínculo con el mar –se construyó una cabaña en Liencres– ni con la tierra –probó a ser hortelano cerca de Chinchón–. De temprana dedicación literaria ganó un concurso de cuentos a los 12 años y comenzaba a ser un lector metódico cuando estalló la guerra y detuvieron a su padre. Sin haber cumplido los 18, en 1939 fue encarcelado acusado de pertenecer a una red clandestina de ayuda a los presos. Liberado en 1944, fue leñador, comisionista, escritor de biografías, listero, moldeador. En 1952 volvió a Madrid, se casó, tuvo cuatro hijos. Fue periodista, recibió todos los honores literarios y al final necesitó el oxígeno robado por el tabaco.
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