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Cuando Leonardo, Miguel Ángel y Rafael eran la vanguardia ya había artistas españoles aprendiendo de ellos en Roma y Florencia. Eran Pedro Fernández, Bartolomé Ordóñez, Diego de Siloe, Pedro Machuca y Alonso Berruguete, los llamados 'águilas del Renacimiento español'. Cuando Nápoles fue ganada por el ... Gran Capitán en 1503 volaron al sur, al amparo de su corona, llevando esa 'maniera moderna' de hacer del norte al sur y de allí a España. A ese primer tercio del siglo XVI dedica el Museo del Prado la exposición 'Otro Renacimiento. Artistas españoles en Nápoles a comienzos del Cinquecento'. Su socio principal es el napolitano Museo e Real Bosco di Capodimonte, donde podrá verse la próxima primavera.
Nápoles es el centro del Mediterráneo, la puerta a la Magna Grecia que conserva Sicilia a resguardo del tiempo. Puerto codiciado por todos los europeos, de 1503 a 1530 es un espejo que recibe la luz florentina y romana para reflejarla en Burgos, Valladolid, Gerona, Toledo, Granada o Madrid. La fertilidad sureña tiene en los poetas Giovanno Pontano (1426-1503) y Jacopo Sannazaro su expresión literaria. El primero animará el cenáculo Academia Pontaniana al que acude Sannazaro (1458-1530) quien escribe 'Arcadia', manantial de la novela pastoril. Los retratos de ambos humanistas custodian el arco que da paso a la muestra. El preámbulo, creado por el arquitecto PacoBocanegra, emula la fachada de la Iglesia del Gesù Nuovo de Nápoles, con puntas de diamante (al igual que la Casa de los Picos de Segovia) y un mapa de la ciudad.
La ruta Roma, Nápoles, Madrid
A partir de ahí una setentena de obras cuentan el trasvase de influencias gracias a los artistas viajeros que se desplazaban siguiendo el rastro del poder. Corona e Iglesia demandaban obras que perpetuaran su nombre lo que concita a lombardos, romanos, toscanos e ibéricos en el sur.
Antes de admirar la familia plástica de los 'influencers' del Renacimiento, varias joyas bibliográficas hablan de la visita de Fernando el Católico. La Biblioteca del Vaticano ha cedido un breviario-misal iluminado que le regaló al rey aragonés un religioso, dos antifonarios y un libro de horas. Cinco espacios van mostrando a los maestros italianos coetáneos, la llegada de los españoles, la convivencia y las obras realizadas a veces conjuntamente para clientes locales y, finalmente, las creadas ya en España, cuando las 'águilas', –Fernández, Ordóñez, De Siloe, Machuca y A. Berruguete– vuelven a la península.
«El renacimiento español no se explica sin ellos. Son los vehículos del último estilo, de materiales nuevos como el mármol, vínculo con la antigüedad clásica. El mármol es usado para los monumentos funerarios, representa la eternidad, lo que perdura. Bartolome Ordóñez recibe el encargo (1518) de hacer el sepulcro de Felipe el Hermoso y Juana I con la piedra de Carrara, aunque no las pudo terminar al morir allí», explica Manuel Arias, jefe de escultura de Prado y uno de los comisarios de la muestra. «En España la devoción se identifica con la madera policromada, el color y el material otorgan verismo. Es una cuestión ideológica, una forma de transmitir mejor el mensaje, de hacer el objeto más creíble».
La obra que fascina a los artistas y actúa de revulsivo estético en Nápoles es la 'Virgen de pez', de Rafael, pintada para la iglesia de San Domenico Maggiore. «Marca un histórico paso adelante en la renovación del cuadro de altar renacentista hacia una concepción nueva y unitaria, como si los personajes fueran actores de una acción dramática», aclara Andrea Zezza, otro de los comisarios.
A la naturalidad del nuevo estilo se llega desde las estribaciones del gótico y la huella de la escuela flamenca. Descendimientos y colores de las primeras obras recuerdan a aquellos. «El artista tiene libertad formal en cuanto a los recursos plásticos, pero el motivo viene dado por quien encarga la obra. El artista debe cumplir con la voluntad de su cliente. Por eso predomina el arte religioso y las obras para las capillas funerarias. Pero la personalidad del creador está ahí», apunta Arias.
Herederos de Rafael y Leonardo
Preceden al cuadro de Rafael el 'Tríptico de la Virgen con el niño', de Jean Bourdin (Museo di San Martino), y las tablas del Maestro del Retablo de Bolea (Huesca).
Pedro Fernández y Pedro Machuca siguen a Rafael y Leonardo en la humanización de las escenas bíblicas, de los rasgos de los personajes. El 'Descanso en la huida de Egipto', del murciano, bebe de la 'Virgen de las Rocas' de Leonardo. Los pliegues de la vestimenta y los marcos arquitectónicos de su 'Retablo de la Visitación' (Museo e Real Bosco) remiten a la antigüedad. Zezza destaca cómo Fernández es heredero de la perspectiva de Leonardo así como del estudio de las emociones. Por su parte, el toledano Machuca demuestra su admiración por los italianos en obras como 'La Virgen y las ánimas del Purgatorio', el tema de la virgen de leche, la que ofrece su alimento al mundo, es recreado varias veces por Machuca. Sin llegar al sfumato, la evolución del color dentro de cada figura lo intuye.
La escultura va ganando importancia a medida que se avanza por la exposición. Tras las dos magníficas figuras de mármol de Andrea di Piero Ferrucci –'San Juan Bautista' y 'San Juan Evangelista'– procedentes del monumento funerario de Giovan Battista Cicaro que dan la bienvenida al visitante, dos supervivientes del gran belén encargado por Ettore Carafa. La 'Virgen anunciada' y 'San José'(1507/8) , de Giovanni da Nola, enlazan con la madera policromada bajo medieval. Bartolomé Ordóñez admira y emula las torsiones y las poses dinámicas, el delicado trabajo de rizos y vellón, de esos mármoles.
Los burgaleses Ordóñez y Diego de Siloe favorecieron la creación de una escuela napolitana, trabajaron juntos y crearon sepulcros al estilo antiguo. Diego vuelve a su ciudad en 1519, cuando comienza la Escalera Dorada de la Catedral, eco de la deBramante para el Belvedere del Vaticano.
La relación cultural entre Nápoles y Castilla se intensifica entre 1509 y 1522, cuando la monarquía española en la capital siciliana está representada por Ramón Folch de Cardona, que hace transición de Fernando el Católico a Carlos de Habsburgo. «Fueron tiempos de paz e intercambio», dicen los comisarios. Como ejemplo, la novela 'Cuestión de amor' se escribe en Nápoles y es publicada en Valencia en 1513.
El retorno
La presencia del palentino Alonso Berruguete en Roma y Florencia está bien documentada, pero su paso por Nápoles es una incógnita. Pilar de la escultura en madera policromada española, como puede constatarse en el Museo Nacional de Valladolid, para esta muestra se han traído varias pinturas también. Hay dos tablas 'Salomé' y 'Alegoría de la Templanza'. «La primera es un préstamo de la Galería de los Uffizi y la segunda, una compra de 2018 del Prado. Las hemos puesto contiguas para que se vea la similitud de la pose y la cara y la diferencia de mensaje», explica Arias. Alonso vuelve a la Península en 1517. Entonces acomete el retablo mayor de la Iglesia de San Benito el Real de Valladolid. Machuca regresa en 1520 para construir la Capilla Real de Carlos V en Granada. Las águilas retornaron a su nido.
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