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José Manuel de la Huerga había nacido en Audanzas del Valle en 1967. Qué precioso nombre: Audanzas. Se trata de un pueblo situado en La Tierra de Campos leonesa. En la provincia de León fue descubierto hace años el mayor yacimiento de placton marino de ... la península Ibérica. De aquella noticia dio cuenta el 'ABC' en su día. Me acuerdo de la historia sorprendente del placton ahora, cuando acabo de leer 'Los ballenatos', novela póstuma de José Manuel que nos dejó el último otoño de manera súbita. Había presentado el manuscrito al premio Vargas Llosa de novela que convoca la Universidad de Murcia. Y se alzó con el premio que va a poner broche dorado a una carrera literaria salpicada de premios y reconocimientos. También de tesón y constancia, de horas de soledad escalando las empinadas paredes de la creación literaria.
'Los ballenatos' es una fascinante y extraña novela marina. Según iba leyendo, me preguntaba cómo le llegaría el soplo a José Manuel, es decir, la inspiración. Alguno de los capítulos está salpicado de palabras extrañas: pinazas, atalayero, tolete, ariete, espiráculo, palabras de pescadores que deben circular por la costa Cantábrica, territorio que ya frecuentó en otras novelas.
He dicho que se trata de una novela fascinante y quiero explicarlo. Según leía me acordaba de 'Pedro Páramo', esa novela reflejo de un sueño y de una pesadilla jalisqueña y, por extensión, mexicana. Así 'Los ballenatos'. Leyenda, sueño y pesadilla de una tierra cercada por flaquezas y amenazas. Incluso en el estilo seco, en una prosa de fraseo corto, como tajada a cuchillo. Juan Rulfo y José Manuel de la Huerga hermanados en la distancia y en el tiempo. Claro que también me acordaba de José Antonio Abella, autor de 'El hombre pez' que aparece aquí también en una nueva versión y, por momentos, de don Álvaro Cunqueiro y sus fantásticas historias de ballenas varadas en las costas gallegas provocando un hedor nauseabundo en los habitantes de los puertos pesqueros que lo soportan con estoicismo por el caudal de grasa y carne que aporta. La orfandad, el faro, los niños que sobreviven gracias a la presencia providencial de una ballena varada, Terranova, las sirenas… Sueños, leyendas, pesadillas de un puerto pesquero arrasado por la peste contado todo por un escritor nacido en Tierra de Campos. A ratos parece una historia radical y extrema como la del Hombre Pez, pero el estilo poderoso te arrastra sutilmente y cuando te quieres dar cuenta, entre pestes y francesadas, te ves envuelto en esa magia del lenguaje que tira de ti como cuando escuchas a un espléndido narrador oral que te habla de la relación amorosa que mantuvo con una sirena poniendo empeño en los pequeños detalles.
La mañana del domingo que José Manuel iba a recibir un homenaje en la Feria del Libro de Valladolid, su ciudad adoptiva, en secreto me convocó a una fiesta de la palabra llevándome de la mano dos siglos atrás por un mundo mágico y excesivo que acaso soñara algún día de verano en aquella 'Casa del poema' terracampina, donde pasó los veranos infantiles, tan propicia a los festines de la imaginación. No se pierdan esta magnífica novela de lenguaje seco y clima alucinado con la que el autor, lejos de toda retórica, ha tocado la gloria.
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